8 - Pasado

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–Narrador omnisciente



—¡Habibah, date prisa o llegaremos tarde!

El grito de su madre llegó hasta su habitación. Era una mujer amable y alegre, pero que odiaba llegar tarde a los sitios, por lo que cada vez que iban atrasadas con la hora podía llegar a volverse demasiado gritona.

La pequeña Fuyuka estaba terminando de arreglarse para ir a la casa de los Gojo. Sus ojos escanearon su cuerpo, observando su kimono azul claro con preciosos pétalos de Sakura adornando sus brazos, pecho y gran parte de sus piernas. Su precioso cabello cobrizo, estaba recogido en un moño alto, adornado con pequeñas flores blancas y rosas, dejando algunos mechones ondulados sueltos por su rostro.

Dirigió sus ojos morados en dirección a la esquina donde tenía sus peluches más preciados y allí estaba el hermoso peluche de un gato de pelaje blanco. No pudo evitar sonreír al recordar que Satoru se lo había regalado hacía unos meses en una feria que había cerca de la casa.

Cada día sentía que estaba más unida al niño de ojos como el cielo. Este la trataba diferente a los demás; con admiración y respeto. Fuyuka se sentía única gracias a él y esperaba no tener que separarse jamás de él.

Decidió no hacer esperar más a su madre y bajó las escaleras, que conducía a la recepción de la casa, donde su padre estaba con el ceño fruncido leyendo un papel que tenía en sus manos.

Igarashi Raiden era un hombre de gran altura, de hombros y brazos bastante anchos, su yukata de color verde le hacía ver incluso más ancho de lo que ya era. Su cabello negro y liso era más largo en la parte superior de su cabeza y se encontraba muy bien peinado hacia atrás. La palidez de su rostro hacía ver sus facciones más marcadas de lo que ya eran, junto a su mandíbula ancha y fuerte. Había heredado la belleza de Igarashi Den, aunque por suerte no heredó su horrorosa personalidad.

—Halima, no vayas a salir de los límites de la protección del clan Gojo —dijo Raiden con voz preocupada —. Parece ser que me han encontrado.

Halima asomó su cabeza por el marco de la puerta del salón, que estaba junto al lado de la entrada de la casa.

—¿Por qué ahora se han empeñado en encontrarte? —preguntó con sus ojos oscuros posados en el rostro de su esposo —. Hace ya mucho que desertaste del clan.

—Ellos son despreciables. Estoy seguro de que saben que nuestra hija tiene mucha energía maldita y temo que quieran hacerle daño como me hicieron a mí. A ellos solo les importa ... —se quedó callado cuando sus ojos rasgados chocaron con los preciosos ojos morados repletos de estrellas de ella —. Mi pequeña ¿Qué haces ahí parada?

Fuyuka agachó la mirada a sus pies.

—¿Quién quiere hacerme daño, papá?

Raiden se tensó y Halima se acercó rápidamente a ella. Esta llevaba un kimono parecido al suyo, solo que el tono azul era un poco más oscuro y su cabello cobrizo estaba suelto, dejando caer sus rizos por su espalda. El maquillaje era sutil, dejando ver su hermoso rostro moreno natural. La miraba preocupada.

—Cariño, nadie va a hacerte daño —dijo con su acento marcado acercando su rostro al de Fuyuka —. Tú padre solo está sacando suposiciones de algo que no va a suceder.

Fuyuka la miró un poco confundida.

—Entonces, ¿por que no podemos salir de la protección del clan Gojo?

INFINITO | Gojo SatoruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora