16 - Volver al pasado

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Narra Fuyuka




Estaba en la habitación casi oscura solo iluminada por la tenue luz de las lámparas de papel que colgaban de la pared y que adornaban las puertas de papel donde los viejos se ocultaban. Había sido convocada por ellos para informar de todo lo que había sucedido en el templo de Mizu en Kioto.

Había vuelto a la escuela de Tokio a los dos días del ataque. Cuando perdí la consciencia, Satoru nos teletransportó a la escuela de Kioto, donde avisó a unos de los doctores asistentes para que me ayudara a curarme más rápido

Dos días había tardado en recuperar por completo toda mi energía maldita, y Satoru no se había separado de mi en todo el tiempo que duró el proceso. Esto provocó que él y Yaga estuviesen peleando por haber dejado sus responsabilidades de profesor en Tokio. Pero a los alumnos de primero no le importó que se hubiese marchado, sobre todo cuando se enteraron de la causa.

Todos quisieron presentarse en Kioto para ver como estaba. Incluso Maki discutió con el director por no dejarle viajar y ver que me encontraba bien con sus propios ojos. Era una suerte que cuando Yaga se enfadaba podía dar bastante miedo.

Estaba demasiado agradecida con Maki por su aprecio y la forma de cuidarme.

El festival había terminado y todos volvimos juntos en cuanto me recuperé por completo. Aunque me embargaba la pena de no haber podido presenciar los combates de mis alumnos, al menos me llevaba la alegría de que ellos habían ganado el festival de intercambio.

Hakari y Yuta no se separaron de mi en todo el camino hacia la ciudad, causando un poco de frustración en Satoru que a veces parecía un niño pequeño, solo queriendo mi atención puesta en él.

-¿Estás segura de que era un seguidor de Ra? -preguntó con duda uno de los viejos.

Estaba un poco enfadada. Ellos habían convocado una reunión para informarles lo que había pasado, pero solo dos de ellos se habían tomado la libertad de presentarse diciendo que los otros tenían cosas más importantes que hacer.

Hipócritas...

-Hace años que fueron aniquilados todos los seguidores de esa secta -dijo el segundo viejo-. Es extraño que ahora haya vuelto.

-¿Acaso tu madre pertenecía a ellos? -preguntó el primer viejo con sorna en su voz.

Me enderecé dirigiendo la mirada hacia la puerta donde se ocultaba el primer viejo.

-No -dije cruzándome de brazos con enfado-. Mi madre jamás pertenecería a una secta asesina. Ella siempre me hablaba de algunas cosas de su país, pero jamás hablaba bien de ellos ni los defendía en ningún momento. Siempre se refería a ellos como lunáticos.

Escuché un bufido salir de sus labios.

-Que te contara esas cosas no quiere decir que no perteneciera en algún momento a esos locos -dijo el mismo viejo-. Incluso podría ser una espía.

-Eso no tendría lógica -dijo el segundo viejo con bastante tranquilidad-. A pesar de que Halima no era hechicera, apoyaba a su esposo y supo mantener la boca bien cerrada a causa del mundo de la hechicería. Puedo decir que era una gran y obediente mujer, cosa que muchas a día de hoy carecen. -Apreté los dientes con fuerza sabiendo que se referían tanto a mi como a algunas compañeras hechiceras que no estaban subyugadas por un hombre-. Quizás el hecho de que Halima fuese la esposa de un hechicero japonés fue lo que llamó la atención de esos locos. Sobre todo al engendrar a una hija que para ellos es un pecado. Una aberración en contra de sus creencias y sus dioses inventados.

INFINITO | Gojo SatoruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora