Carta de amor con IA. ©

Capítulo 4: La tormenta.

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—Porter será su nuevo compañero.

Palidecí, juro que lo hice, o, al menos eso creo. Porter poseía una sonrisa gentil, mirando a la señora Phoe mientras parloteaba sobre la estadía del chico.

Jess aplaudió a mi lado, alegre de su integración al equipo, sin embargo, Alexandre y yo parecíamos estar inconformes.

Yo no tengo nada contra él, pero, volverá incómoda mi jornada laboral. Él fue una de las personas que recibió la carta que era para Alexandre.

¿Y si le dice algo?

Cubrí mi boca, horrorizada ante el escenario que he imaginado. La novia de Lex se enfadaría por mi atrevimiento.

—Seline —deje de mirar a la nada, observando a la señora Phoe—, capacita a Jess para cobrar. Una vez que ella aprenda lo básico, podrás tomar turnos con ella para descansar.

Asentí sin decir nada, sintiendo que la chica se apoyaba en mi hombro, abrazando mi brazo.

Es muy cariñosa.

—Bien, Alexandre; muestrale a Porter la tienda.

—Sí, señora.

Ambos chicos se marcharon bajo las indicaciones de la dueña, Jess se despidió de mí para ir hacia los anaqueles y empezar con sus inventarios.

—¿Crees que con cuatro personas es suficiente? —cuestionó la mujer, mirando el flujo de personas que transitaban por la calle—, últimamente han aumentado los robos, deben estar pendientes.

—Cuatro somos suficientes —murmuré, leyendo la información que había llegado al correo—, esta calle es muy vigilada, no tiene de que preocuparse.

—De acuerdo, estaré en la oficina, cerramos antes para salir a cenar aprovechando el ingreso de Porter.

Asentí con una sonrisa torcida, la mujer abandonó la zona de mostrador para entrar a la oficina, supongo que hará su check-list de rutina.

Até mi cabello castaño en una coleta alta, espabilando mi preocupación con trabajo. Llegaría en menos de una hora la mercancía nueva, así que debía checar que las cantidades coincidieran.

Imprimí las hojas de CEDIS que enviaron por la mañana, tome el marcatextos del cajón y comencé a subrayar los productos de color amarillo. Las cantidades las puse de color verde neón.

Tenía que actualizar los inventarios después de la llegada.

—Buenos días.

Me enderece, dejando las hojas debajo del mostrador.

—Buenos días, ¿sería todo? —cobre dos bebidas hidratantes y levanté la vista, abriendo mi boca al ver a Adryen Moretti con un elegante traje gris oxford que le sentaba con su color de piel.

—Sí, por favor.

Saco de su billetera una tarjeta de crédito.

Inhalé con discreción, conteniendo mi impulso de huir. Ingresé el método de pago y le señalé la terminal. Adryen ingreso su tarjeta y el pago se hizo en automático.

—¡Seli, buenos días! —deje de mirar la pantalla al oír la voz cantarina del señor Leonard—, te ves más bonita que de costumbre.

Reí con las mejillas rojas de vergüenza.

—¡Señorita Jess! —el hombre saludó a la chica quién le devolvió el gesto con una sonrisa amplia—. Dime, ¿cómo van las cosas con tu novio?

Sentí la intensa mirada de Adryen Moretti ante las palabras del hombre que recibió las hojas que le ofrecí del CEDIS.