Capítulo 14: Reformatorio.

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Bebí un sorbo de mi malteada mientras realizaba un conteo rápido del efectivo de la caja registradora. Porter me había comprando un desayuno y me dejó frente a la tienda. Tuvo que marcharse ya que tenía algunas citas en la universidad. Pese a que tenemos la misma edad, la carrera que él estudió era de más tiempo que la mía. Por eso es que esta finalizando sus estudios apenas y no vendrá hoy. De cierto modo, lo agradecí. No podría mirarlo después de lo que pasó en la noche.

—Hola, linda Seline.

Rodé los ojos.

—Buen día, Samuel.

—Veo que tu labio mejoró —cruzó el mostrador, situándose a mi lado—. ¿Usaste pomada?

—Sí, una efectiva —el semen de Adryen fue la pomada eficaz.

Tal pensamiento me hizo reír.

—¿Qué pomada? —se cruzó de brazos—, tu risa me hace creer que me engañas.

—Una blanca. Todas las pomadas son blancas —murmuré pensativa—. Bueno, la caja ya tiene el fondo, estaré en la bodega para sacar los productos que ocuparemos.

—Está bien —miró de reojo el aparador de cigarrillos—, acomodaré eso.

Asentí y salí del mostrador. Giré al recordar mi malteada, pero, vi que Samuel bebía de ella sin descaro.

—¡Que patán! —solté con molestia y sonrió con diversión.

Bufé y caminé hacia la bodega, pasando junto a Alexandre, pero tomó mi brazo frenando mi andar.

—¿Qué pasa?

—Salgamos a cenar esta noche —abrí los ojos con sorpresa—, ¿te gustaría?

¡Sí!, ¡claro que sí!

Pero recordé mi reunión con Connor.

—No puedo —respondí apenada—, Ney me pidió que le ayudara con el cambio de su armario —mentí con naturalidad—. Se enfadara si...

—¿Mañana?

—Claro —accedí sonriendo—, mañana.

—Perfecto —sonrió de vuelta y me soltó, caminó hacia Jess quién hacía inventario de las bebidas de los refrigeradores.

Sonreí con entusiasmo, entrando a la bodega para retomar mi jornada laboral. No sonaba mal salir a cenar con Lex, quizá podamos llevar a Jess también. No, mejor no.

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Por la noche.

Ney salió a cenar con Uriel, lo que es buena suerte para mí. Connor me había escrito hace veinte minutos indicando que no demoraba en llegar. Aproveche que estaba sola para encender mi portátil y escribir.

Inevitablemente las palabras surgieron. Seguí el capítulo que había dejado a la mitad e incluso empecé otro más. Mis ganas de escribir resurgieron y estaba escribiendo sin parar. Haber iniciado una «relación» con ellos activó mi imaginación. Tengo varios escenarios en mente que comienzan a formarse en mi libro. La trama va bien y lo que estoy escribiendo le queda perfecto. Encaja.

Dejé de mirar la pantalla cuando tocaron el timbre, empujé la silla y me levanté, salí de la habitación para correr a la puerta principal y abrí, encontrando al menor de los Moretti.

—¡Hola! —saludé con energía, abriendo mis brazos para abrazarlo con fuerza—, me alegra verte otra vez.

Connor estaba tenso, riendo entre dientes.

Carta de amor con IA. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora