Carta de amor con IA. ©

Capítulo 32: Confrontación.

SELINE.
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William Sollery me observaba fijamente sin expresión alguna en su semblante; estaba sentado en uno de los sofás de la oficina con un gesto indiferente. Me encontraba de pie a unos metros de él, mirándolo del mismo modo solo para no rendirme otra vez.

No de nuevo.

—Publicaré ese libro —reiteré con seguridad—, siempre ha sido mi sueño y no pienso hacerlo bajo un seudónimo.

—¿Romance? —cuestionó con burla—. Hija, eso solo desacredita tu imagen. Si vas a publicarlo usa un nombre falso y evita asistir a conferencias sobre eso.

¡Es lo que tanto he anhelado!, ¿por qué me prohíbe eso?

—Es mi vida —me acerqué un paso—. Estoy cansada de seguir tus órdenes.

—Solo elijo lo mejor para ti, para tu futuro.

—Oh, sobre eso —me cruce de brazos—. No voy a casarme con el primer idiota que conozcas, yo decidiré con quién voy a casarme, no tú.

—Elige a alguien que esté a tu altura y que te genere buenos ingresos.

—¿Tu matrimonio con mamá fue arreglado?

—No.

—¡Entonces yo quiero la misma oportunidad de elegir! —exclamé con desesperación— Lo único en lo que puedes aportar una opinión es con respecto a tu empresa, no sobre mi vida personal.

Papá inhalo profundo con una expresión seria, es la primera vez que lo enfrento después de cuatro años; supongo que soy tan predecible que ya esperaba esta discusión.

—Seline...

—Padre —interrumpí con confianza—, no tomaré a consideración nada más. Solo haré lo que yo quiera hacer con mi vida.

Mi progenitor estaba por hablar pero mi celular sonó desde el escritorio, me alejé con recelo, molesta por la interrupción justo en la cúspide.

Tomé el aparato sin ver la pantalla y respondí.

—¿Quién habla?

—¡Nore!

Fruncí el ceño, ¿Nore?, ¿quién diablos...?

—¿Quién es? —repetí con fastidio.

—¿Tan rápido olvidaste mi voz, Noresther? —enarque una ceja y miré la pantalla, era un número desconocido—. Soy Porter...

Abrí los ojos sorprendida.

—¡Y Adryen! —oí su voz de fondo seguido de una risa amarga.

—¿Cómo consiguieron mi número?

—Tomamos el celular de Connor, él también está aquí —contó Porter con tono amigable—, ¿no quieres acompañarnos?

—¡Hey! —logré escuchar la voz de Lizza—. Devuelve ese celular, Adryen.

—Solo queríamos el número de Seline —gruñó Moretti.

—Ya viene Connor —espetó otra voz femenina con desesperación.

—Te extraño —retomó Porter, cambiando de humor—. Ven, por favor...

—¿Quién es? —dejé de mirar a la nada cuando papá se situó a mi lado con sus ojos en mí—. ¿Es de nuevo ese acosador?

—No, solo es un loco ebrio —gruñí y aparte el celular de mi oído para colgar la llamada—. Porter Rousseff.