Capítulo 10: Inspiración.

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Me senté frente al escritorio, levantando la pantalla del portátil para ingresar a mi correo. Tomé del lapicero la tarjeta negra que hace dos días había recibido en un ramo de rosas.

Dos días con la indecisión. Después de la charla con Jess, me puse a recordar a la Seline Sollery adolescente. Esa chica que deseaba comerse al mundo. Esa Seline que se arriesgaba. Todo o todo. Obtenía lo que quería.

Esa mentalidad se esfumó cuando salí de casa. Desarrollé inseguridades gracias a la cruda realidad. ¿Y sí...?, ¿y sí...?, ¿y...sí...?

Estos dos días descubrí que papá solo quería forjar en mí una mentalidad fuerte. Invencible. Sus métodos no eran los mejores, pero, había un punto fijo que explotó en mi cabeza. " Puedes hacerlo. Hagas lo que hagas. Te dediques a lo que sea que te dediques. Tú puedes lograrlo "

La voz de papá estuvo en mi cabeza estos dos días. El tiempo es solo una oportunidad para mejorar. Mis ojos leyeron sus nombres, sus números y...correos. Dejé la nota sobre el escritorio y medite unos segundos. ¿Será apropiado?, ¿desde cuando me importó hacer algo apropiado o no?, claro, en esas épocas estudiantiles no debía preocuparme por nada. Solo por mantener buenas notas y ser popular. Aún recuerdo que mi apellido era tan importante en los pasillos del colegio.

Emmilia y Sebastian eran nefastos. Ella tenía buenas notas y competía. Ella sola. Nunca en mi vida pensé en obtener el primer puesto, sin embargo, ella me detestaba por eso. Vivir despreocupada.

Sebastian fue una clase de popular a los que odias por sus acciones imprudentes y descerebradas. Ahora veo que no cambió en lo absoluto. Sigue siendo el mismo patán que recuerdo. Pero Emmilia. Sabía que su fachada de chica gentil y linda era solo eso. Una máscara.

¿Adryen de verdad lo habrá demandado?

Me puse de pie, caminando al armario para buscar un vestido medio decente. Toda mi ropa de lujo y marca se quedó en la casa de mis padres. Al abrir las puertas, vi un conjunto. Una falda de cuadros negra con blanco y gris, el complemento era un blazer corto del mismo estilo.

Tomé ambas prendas y fui rápidamente a la ducha. Debía investigar.

[...]

Releí la información que estaba escrita detrás de la tarjeta, volviendo la mirada con la boca abierta el edificio. Giré sobre mi eje, encontrando algunas miradas en mí.

Completé mi conjunto con un top blanco con escote de corazón y unas botas negras que llegaban a mis rodillas. Tenía tiempo sin esforzarme por mi presentación. Bien dice papá que te tratan del modo en que te ven.

Algunas personas me miraban de reojo y seguían sus caminos, hubo otros hombres de traje que me miraban sin descaro. ¿Me veré muy mal?

Cuando volví a girar sobre mi eje, salté del susto. Encontrando frente a mí a Adryen Moretti. Las miradas ahora tenían sentido. Sus ojos grises me inspeccionaron rápidamente.

—¿Qué haces aquí?

—Pues... —pausé, pasando mis manos por detrás de mi espalda, balanceando mi bolso con nervios—, quería preguntarte algo.

—¿Querías?

—Quiero —corregí sin verlo, enfocada en el tránsito de nuestro alrededor—. ¿Me veo mal?

—En lo absoluto —soltó de inmediato, con un aura apacible que me robó el aliento—, no te miran con disgusto, Noresther. Te miran con fascinación. Como lobos hambrientos que dan con un delicioso ciervo rojo.

Carta de amor con IA. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora