Capítulo 22: Alcanza la gloria.

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Toqué la puerta con suavidad esforzándome por escuchar algún ruido del otro lado, llevaba el estuche de pinceles envuelto en papel azul y un moño blanco bajo el brazo.

Osiris no estaba, así que...abrí un poco la puerta, viendo que la oficina de Adryen estaba vacía. Me atreví a entrar y cerré a mi espalda, caminé con calma, apreciando con mayor atención el espacio de trabajo del castaño. Había algunos documentos en su escritorio.

Vi en su improvisada sala de descanso dos copas vacías sobre la mesita de centro. Alce una ceja. ¿Y si estaba con alguien...?

Dejé el regalo para Connor sobre el escritorio y me quité la mochila, la dejé sobre la silla y saqué mi celular. Le di la vuelta al escritorio para sentarme en la silla presidencial de Adryen y la giré, dando la espalda a la puerta.

Ney respondió a mi mensaje, advirtiendo que llegaría en tres horas. Eso fue hace una hora. Espero tener tiempo para ir al aeropuerto. Le respondí con una sonrisa que ansiaba verla otra vez.

—Era la última reunión de hoy, señor —oí la voz de Osiris—. Los pendientes han quedado en manos de su padre.

—Gracias —respondió Adryen con tono serio—, ¿puedes llevarte las copas?

—Claro.

Me asomé un poco, la silla de Adryen tenía el respaldo un poco más alto y yo era un poco pequeña. Me escondía bien. Vi que Osiris tomaba las copas y la botella de vino, salió de la oficina con media sonrisa y Adryen cerró la puerta.

Giré la silla, viendo que se sobresaltaba ante el movimiento.

—Mierda, Noresther —gruñó con enfado—, no hagas eso.

Reí, cruzando mis piernas.

Deje mi celular sobre el escritorio y apoyé mis manos sobre el reposabrazos de la silla.

—¿Bebiste con Renné? —cuestioné con falsa seriedad.

El castaño sonrió, desbaratando el nudo de su corbata con suma cautela, sin despegar su vista de mí.

—¿Es lo primero que imaginas? —cuestionó con tono bajo, acercándose con una mirada oscura.

—Tal vez —reste importancia—, vine a dejarte el regalo para Connor —señalé el paquete sobre el escritorio—, me voy.

Estaba por levantarme pero el castaño tomó la silla, negó mientras chasqueaba la lengua y permanecí sentada, hundida contra el cuero del respaldo como si pudiera traspasarlo.

—Te dije que te follaria —soltó con indiferencia—. Y justo ahora te he imaginado en mi silla, con las piernas abiertas y tu coño expuesto —cerré los ojos y me estremecí ante sus palabras sucias—. Me vuelves loco.

Tomó mi mandíbula y besó mis labios. Mientras sus labios me distraían, sus manos comenzaron a desnudarme. Empezó por el pantalón y me obligó a levantar las piernas para quitarme el calzado. Nos separamos por falta de aire y aprovechó para quitarme la blusa.

—Tu ropa esta mojada —sus ojos estaban fijos en mi braga.

—Porter me folló en una tienda de material de arte—respondí con falso tono aniñado, ganando su mirada grisácea—. Se enterró en mí sin piedad —comencé a provocarlo y cerré los ojos—, me masturbó y me devoró muy rico —abrí los ojos, viendo que su respiración era rápida—. ¿También vas a follarme así?, ¿igual de duro que Porter?

Adryen se enderezó, desabrochando su pantalón con rapidez.

—Te follaré tan duro que rogaras por un descanso —gruñó entre dientes y tomó mis brazos, me levanto de la silla y me obligó a sentarme en el escritorio sobre sus documentos.

Carta de amor con IA. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora