𝕲𝖍𝖔𝖘𝖙

49 9 2
                                    

Un fantasma. ¿Qué es un fantasma en realidad? ¿Una ilusión? ¿Una mentira? ¿Una manera de sentir que no estamos solos y encontrar un refugio en esa creencia? ¿Una idea que nos ayuda a seguir adelante? ¿Una fantasía? ¿Un sueño? ¿Hay algo real o solo intentamos mantener la esperanza pensando que las personas que amamos pueden visitarnos y cuidar de nosotros aun cuando ya se han ido? ¿Es solo una imagen en nuestro cerebro? ¿Una respuesta?

Para Gerard se trataba de una persona. Su fantasma era una persona, una que amaba. Lo veía en todas partes, cuando más lo necesitaba estaba ahí, pero extrañaba su tacto. Podía verlo, hablar con él y escucharlo, pero cada vez que intentaba sostener su mano, abrazarlo y buscar refugio en sus brazos tenía que volver a la realidad.

Era como estar cayendo en un hoyo sin fin, ni siquiera lo notaba hasta que comenzaba a ahogarse en su desesperación y Frank simplemente no podía alcanzarlo nunca.

Estaba cayendo en la locura.

—Estás aquí —Sabía que así era, podía sentirlo en el aire. Lo conocía lo suficiente como para poder identificar el aroma floral que dejaba a su paso cada noche, cuando volvía para visitarlo.

—Estás triste.

Su fantasma olía a flores, a las mismas flores que había colocado sobre su ataúd antes de ser sepultado. Las flores que ponía junto a la lápida que llevaba su nombre inscrito en ella, sellando para siempre el final de su amado.

—Es el tercer año que no estás aquí —Encendió un cigarrillo y se sentó en el sofá, observando al fantasma de pie al otro lado de la habitación.

—Pero estoy aquí. —Observó con disgusto cómo fumaba, siempre le había pedido que no lo hiciera, se lo pedía incluso estando vivo y por un tiempo Gerard logró dejarlo, pero sabía que desde hacía unos meses lo había retomado—. Siempre estoy aquí. —Un par de pasos le bastaron para acercarse e intentar quitar el cigarrillo de sus labios, pero simplemente lo atravesó como si no existiera, como si solo fuese una sombra, solo humo.

—¿Realmente lo estás? ¿O solo me he vuelto loco y estas en mi cabeza para evitar que sufra por tu muerte más de lo que ya he hecho?

El silencio fue la única respuesta que tuvo durante algunos minutos. Frank también quería saber qué era, qué hacía allí y porque su fantasma seguía atado a ese mundo. Nunca creyó en el "más allá" o las almas y tampoco era algo que entendiera. Sinceramente no era capaz de saberlo.

—No sé, no sé si estoy en tu cabeza, no lo sé en verdad y lo siento. Me gustaría poder darte una mejor respuesta, pero eso es todo lo que tengo. Se que estoy aquí, no sé si soy real, me gustaría pensar que sí, pero no importa en realidad, no importa si solo estoy dentro de tu cabeza —Observó a Gerard, abatido—. No me importa si ya no existo, sigo amándote y también lamento haberme ido, lamento que todo lo que te quede de mi sea este fantasma al que no puedes tocar... Te mereces más, siempre te has merecido más.

El cigarrillo se había consumido por completo.

La gentil mano de Gerard se posó sobre su mejilla y la acarició. Llevaba años sin poder sentir su tacto. No sabía cómo era posible que finalmente pudiera tocarlo, sentirlo y volver a apreciar la calidez en su piel, pero tampoco le importaba averiguarlo.

Su corazón encontró calma.

Podía irse, siempre había sido libre de hacerlo, pero su decisión fue quedarse junto a Gerard, no le importaba verse condenado a ser un fantasma para el resto de la eternidad si al menos podría ver esa sonrisa un día más.

Para Gerard un fantasma era una persona, una persona que decidió quedarse para siempre. Ese fantasma era una persona que lo amaba. La persona y el fantasma eran uno mismo, ese fantasma era Frank. 

𝕴𝖊𝖗𝖔𝖜𝖊𝖊𝖓 | 𝕱𝖗𝖊𝖗𝖆𝖗𝖉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora