Capítulo 27
EXTRACTO DEL DIARIO PRIVADO del General Spielsdorf, 6 de septiembre de 1860
Al día siguiente, después de mi encuentro con el lobo blanco, pasé muchas horas tratando de convencerme de otra explicación para las visiones que había presenciado. Tal vez había comido bayas venenosas o carne en mal estado, o había ingerido algún otro agente dañino sin saberlo, que luego había afectado mis facultades.
Lo más extraño es que temía que cualquiera de estas circunstancias pudiera aclarar los eventos que habían ocurrido. La chica me había hecho sentir vivo, quizás más vivo de lo que jamás supe que era posible.
Esa noche me senté en el porche esperando, con la puerta de la cabaña abierta. El sol apenas se había puesto cuando el lobo se acercó sigilosamente al patio.
Y así fue como conocí a Bertha Rheinfeldt, la mujer a la que amaré por siempre.
Por supuesto, enamorarse de un hombre lobo, porque eso era lo que ella era, presentaba muchos problemas. No menos importante fue su falta de etiqueta social.
Bertha había nacido loba, criada entre los de su misma especie, muchas millas al noreste de estos bosques. Su padre había muerto hace dos años, su madre antes de eso, y su hermano Rudolph se convirtió en el macho alfa. Era el mayor de los siete hermanos de Bertha, y todos eran hombres crueles y dañinos.
Hace un año, Bertha decidió irse, y aunque la manada estaba enojada, le concedieron la libertad de tomar su propio camino.
Bertha dijo que la primera vez que me vio, supo que había un vínculo entre nosotros. Debo decir que sentí lo mismo.
Bertha nunca había vivido entre la gente común ni había tenido que vestirse apropiadamente. Nunca había compartido una mesa de comedor ni había usado cubiertos finos. Tampoco había montado un caballo. Ni había bailado toda la noche con el vals o cualquier otra serenata musical. Todas estas cosas necesitaban abordarse antes de que pudiera presentarla como la mujer que amaba y a quien tenía la intención de casarme.
Pero, entiéndeme bien; educar a Bertha Rheinfeldt en la etiqueta de la vida moderna nunca fue una carga. En cambio, fue algo de lo que hicimos un juego, un juego que jugamos durante varios meses, mientras permanecimos escondidos, en lo profundo del bosque. Y entre las lecciones de Bertha, cazábamos juntos. Bertha perseguía a nuestra presa hasta el punto en que yo esperaba emboscada. Disfrutamos de todas estas experiencias, pero nada se comparaba con la alegría de las noches pasadas desnudos junto al fuego abierto, sosteniendo a la dulce Bertha en mis brazos.
Todo parece ahora un recuerdo distante. Sin embargo, son recuerdos que atesoraré por siempre.
Después de la muerte de la querida Bertha, a manos de Millarca o Mircalla o cualquier otro maldito nombre que la criatura elija usar, viajé al norte desde mi schloss. Durante una conversación, mi amada me había contado dónde podían encontrarse sus parientes. Llevé conmigo la capucha de montar de Bertha; se la regalé como regalo la Navidad pasada, y ella eligió usarla la mayoría de los días. La capa llevaba su aroma y, para mi propio bienestar, la mantuve cerca. Sabía muy bien que los lobos no me atacarían sin primero entender mi conexión con su hermana.
La historia de nuestro primer encuentro no es importante, aparte de decir que los encontré como un grupo áspero y cruel de hombres. Al escuchar el destino de Bertha, ofrecieron su apoyo de buena gana para llevar a cabo la venganza. Si soy honesto, no estoy tan seguro de que estuvieran interesados en ver justicia para su familia, tanto como en disfrutar de la oportunidad de una caza salvaje.
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"Carmilla" Nueva Era.
Vampiros¿Ya leíste Carmilla y te quedaste insatisfecho? ¿Te preguntaste si de verdad esta historia inspiró "Drácula"? Pues aquí tienes una reinterpretación de la misma trama, liberada de las restricciones que sin duda el autor experimentó en aquel entonces...