Eran las seis de la tarde y Dylan ya estaba en el metro dirección al moderno gimnasio al que solía ir cada día con la intención de dejar allí todo el estrés acumulado. En la primera de las paradas entró un tumulto de gente entre el que se encontraba un antiguo amigo de la Universidad.
-¡Eh! Javi-, exclamó Dylan a la vez que alzaba la mano a su excompañero de Bellas Artes para que este lo viera entre la muchedumbre. –Dylan, ¿cómo estás tío? no se te ve el pelo...- bromeó mientras tomaba asiento justo a su lado. –La verdad que tienes razón, apenas tengo tiempo con tanto trabajo- se justificaba mientras dirigía la mirada hacia dos jóvenes que encaraban el pasillo del metro. –Desde que entraste a trabajar en New Fashion no te veo ni siquiera los fines de semana. ¿Ya no vas al Pub Bow?- siguió, interesándose en conocer cómo se estaba desarrollando el día a día del que fuera uno de sus mejores amigos de la Universidad tras entrar a trabajar en aquella empresa de moda que pese a ser de pequeño tamaño se caracterizaba por ser un referente nacional en el sector. Mientras Dylan seguía con la mirada clavada en unas jóvenes que recientemente habían tomado asiento delante de ellos. – Bueno... si....- afirmó casi ajeno a la conversación que trataba de mantener Javi con él. – Tio... jajajaj- sonrió –estás en otro mundo, no me estás haciendo ni puto caso-. Javi se inclinó entonces persiguiendo la mirada de Dylan hasta que dio con el motivo de su distracción. – No.... Jajaj.... Dylan...- Era muy característico de aquel chico alegre que acompañara la mayor parte de sus frases con contagiosas risas. Javi se tapaba con las manos la cara mientras sonreía a la vez que agitaba la cabeza. -¿Qué pasa?- Preguntó Dylan sonrojado –joder, me ha llamado la atención la chica del pelo largo- dijo a modo de disculpa y volviendo de nuevo la mirada hacia una de las jóvenes que destacaba por unos enormes ojos marrones y pelo castaño a la altura de la cintura. Las chicas, ajenas a la conversación que mantenían Dylan y Javi, seguían compartiendo vivamente anécdotas sólo interrumpidas por sonoras carcajadas que no eran capaces de reprimir. -Es vecina mía, se llama Shara. Y la que está con ella con el pelo más corto y rubio es su prima Débora.- Y fue así como Javi consiguió captar de nuevo la atención de Dylan.- ¿Qué?, ¿las conoces?- preguntó invadido por el entusiasmo. –No, no he dicho que las conozca. Sé quién son porque viven cerca de mi casa.- Dylan volvió de nuevo la mirada hacia ellas, atrapado por los profundos ojos oscuros de Shara mientras Javi volvía a llamar la atención de aquel muchacho aparentemente hipnotizado - Creo que es más joven que las chicas con las que sueles andar tú, tendrá unos diecinueve años.- Aquel dato rescató a Dylan de su estado de absorción. –Diecinueve años.... – repitió con cierta incredulidad. –Sí tío, diecinueve- repitió Javi. Tras un breve silencio los dos amigos estallaron en una sonora carcajada que retumbó en todo el vagón. Esta vez sí, las chicas se percataron y mirando de un lado a otro trataban de encontrar el origen de aquellas sonoras risotadas. Fue entonces cuando los ojos celestes de Dylan se cruzaron con la penetrante mirada de Shara. Unos escasos segundos que a Dylan le parecieron toda una eternidad.
El metro comenzaba a reducir su velocidad y tanto Javi como las dos primas empezaron a levantarse de sus asientos preparándose así para abandonar el vagón de aquella línea uno que los había llevado a su destino. –Oye Dylan- dijo Javi mientras acomodaba una mochila vintage de piel marrón sobre su hombro -el sábado va el tío este que ganó el reality de música del canal siete. Cómo se llamaba....- siguió tratando de hacer memoria mientras pasaba la mano por una pequeña barba tono castaño que cubría su mentón.- ¡Ah! Si, Daniel Ribera, yo te recomendaría que fueras. -¡¿Qué?!- exclamó Dylan tratando de encontrar el sentido de aquello que entendía como una broma –¿me lo estás diciendo en serio?- contestó con cierta incredulidad. -¿Desde cuándo me gusta a mí ese tipo de música?- preguntó de nuevo con indignación impostada, a lo que Javi guiñándole el ojo contestó –a tí no, pero ella sí-.Amaneció un nuevo día y Dylan aún conservaba en su memoria aquella penetrante mirada de Shara. Javi le había dado de forma sutil una indicación para que pudiera volver a ver a aquella chica del cabello por la cintura. Tras poner el dedo índice en el detector de huellas dactilares con que New Fashion Enterprise contralaba el acceso de sus trabajadores, Dylan volvía un día más a la oficina de diseño aún con cierto malestar, fruto del desafortunado comportamiento de Luís el día anterior. Como era habitual en el muchacho, paró a saludar a los operarios del laboratorio de muestras por el que accedía a su oficina, sin dedicar esta vez más tiempo del necesario ya que quería volver a encontrarse con Fran para comprobar si la discusión que se produjo llegó a hacer mella de alguna forma a su estado de ánimo.
-Buenos días Fran, ¿qué tal has descansado?- preguntó con un trasfondo de preocupación. – Buenos días Dylan- contestó totalmente animado para su sorpresa. -La verdad que he terminado tan cansado estos días que anoche dormí como ya no recordaba-. Dylan lo miró unos segundos tratando de descifrar cuánto había de cierto en aquella afirmación y lo curioso es que al conocer perfectamente a su compañero, le dio la sensación de que hablaba con sinceridad. –Hoy te invito yo al café- dijo Fran mientras metía la mano en uno de los bolsillos de sus desgastados jeans en busca de unas monedas. – Perfecto, en cuanto vengas con los cafés te cuento qué me pasó ayer en el metro. Tío, creo que me he enamorado- dijo entre risas Dylan ante la incredulidad de su compañero. – Será verdad- contestó éste con curiosidad y cierto grado de incredulidad. –Vengo enseguida, quiero que me cuentes todos los detalles-
La ventaja de haber concluido el trabajo que los había mantenido tan ocupados, era que se podían permitir la licencia de tomarse unos días con algo más de calma, a la espera que Cool Clothes recibiera la colección mediante la empresa de mensajería con la que New Fashion Enterprise trabajaba.
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Cuando volvamos a nacer -parte I-
RomanceExiste una leyenda oriental sobre un hilo rojo que nos conecta en su otro extremo con aquella persona con la que estamos destinados a encontrarnos. Según esta antiquísima historia, cada vez que nace un bebé, un anciano baja desde el cielo para atar...