Una cara conocida

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Unos pequeños golpecitos en la puerta de diseño captaron la atención de Dylan. –Hola ¿se puede pasar?- preguntó la inconfundible voz de Isabel. –Hola Isabel, por supuesto, pasar- se apresuró Dylan a invitar así a la comitiva de Rose ́s Bags a quienes acompañaba Luís. Mientras en el hilo musical de la oficina sonaba de fondo Bonnie Tyler con su Total Eclipse of the Heart, Luís charlaba de forma animada con Joan sobre el modelo industrial que el propietario de la empresa de bolsos había visto en su último viaje a Asia; Isabel mientras tanto esperaba a que el diseñador ordenara la colección que había preparado para ellos a pesar que en esta ocasión fue Luís quién decidió hacer las veces de anfitrión y presentar la propuesta que había elaborado New Fashion para ellos. –Joan, Isa, aquí podéis ver la colección que hemos preparado a partir de las fotografías que nos facilitasteis. Como observaréis los diseños son exactamente iguales que lo que nos pedisteis con la particularidad que en las esquinas de cada bolso aparece vuestro logo corporativo.- Dylan miraba de reojo a Isabel y a Joan, quienes observaban los diseños con evidentes gestos de contrariedad. –Luís, pero estos diseños son iguales que los de las maletas que os enseñamos, esa no era la idea. Lo que os pedimos es que os inspirarais en ese tipo de diseño, no que lo plagiarais-. Isabel miraba a Dylan sin llegar a explicarse qué es lo que había pasado ya que nunca habían recibido un trabajo de tan poca calidad por parte del departamento de diseño de New Fashion. –Dylan esto no es lo que os pedimos. Nuestra firma ha conseguido el prestigio que tiene gracias a años de innovación y calidad, no podemos tirar tanto trabajo de años por la borda presentando una colección que no es original-. Dylan entendía perfectamente la decepción de los dirigentes de Rose ́s Bags por lo que era incapaz de disculpar esta vez a su jefe, el cual en un acto de cierta honorabilidad decidió asumir toda la responsabilidad de tan estrepitoso fracaso –Lo sentimos mucho Joan, la idea de crear una colección como la de las maletas que fotografiaste fue mía, pensé que queríais unas réplicas exactas y por tanto con esas pautas desarrollamos los diseños.- Isabel y Joan se disponían a abandonar la reunión con evidentes signos de desencanto, algo que Dylan no podía permitir ya que era el único cliente que tenían de bolsos y uno de los más importantes en cuanto a proyección internacional dentro del mundo de la moda.
-Luís creo que aún conservo los diseños que descartamos ¿le parece bien que se los enseñemos a ver si les encaja mejor con lo que buscaban?- el gerente dio luz verde a la propuesta del joven diseñador con un gesto que denotaba cierto escepticismo. Dylan abrió el cajón donde guardaba los diseños que descartó de tan malas formas el gerente y uno a uno fue apilándolos mientras al lado ponía cada una de las simulaciones correspondientes. El rostro de Joan comenzó a iluminarse y el gesto de Isa se empezó a notar mucho más relajado. –Esto sí, esto sí...- comenzó a decir Joan casi susurrando mientras Luís contemplaba la escena sin articular palabra y con rostro inexpresivo. Los directivos de Rose Bag ́s volvieron a tomar asiento y comenzaron a debatir entre ellos en tono amable sobre cuál de las propuestas les gustaba más, dejando notar cierta dificultad para decantarse por uno sólo de los diseños. – Joan, si no lo tenemos claro ¿por qué no hacemos una excepción y ampliamos la colección este año? En lugar de lanzar un solo modelo de este tipo, basamos nuestra colección en esta tendencia y nos quedamos todos los diseños.-
Luís comenzó a traducir en euros aquella propuesta de Isabel mientras buscaba con la mirada a Joan expectante de su decisión final, quien con actitud reflexiva dejaba notar algunas dudas sobre si era prudente apostar el trabajo de una temporada a una sola tendencia. –¿Y si nos hemos equivocado de tendencia Isa?- preguntaba Joan mientras se frotaba mentón con su dedo pulgar en un evidente gesto de tensión. –No nos hemos equivocado Joan, esta colección va a ser un éxito, nos va a abrir la puerta a un público joven que todavía no tenemos- terminó por confirmar Isabel, quien siempre se mostraba mucho más segura a la hora de tomar decisiones. –De acuerdo. Dylan, has hecho un gran trabajo, este año fabricaremos el cien por cien de la colección con vosotros.-
Luís tuvo que contenerse para no saltar de alegría. Asegurarse la exclusividad de toda la colección de Rose Bag ́s era algo que en veinticinco años de historia de New Fashion Enterprise no había pasado. Exultante, Luís estrecho con brío la mano de Joan y propinó dos sonoros besos a Isa, quienes compartían en parte la felicidad de Luís convencidos de que aquella colección pondría a la empresa de bolsos como referente internacional en la industria de complementos para moda.- Acompañarme Joan, voy a por las llaves del coche y nos vamos a almorzar al mismo sitio de la última vez ¿Dylan, nos vas a acompañar hoy?- preguntó Luís al muchacho embriagado por la emoción del momento. –No Luís se lo agradezco, me queda algo de trabajo aquí- se disculpó el chico, quien estaba viviendo aquella situación de una forma mucho más serena. Para el Dylan, la desconfianza del gerente en su trabajo era más que evidente y que los resultados fueran finalmente sobresalientes no era suficiente para conseguir un salario más equilibrado con su nivel de responsabilidad, que en definitiva era lo que mantenía viva la producción en New Fashion Enterprise. Tras despedirse, Dylan cogió su teléfono móvil con la intención de llamar a su amigo Lolo para proponerle salir esa misma noche a cenar y tomar algo posteriormente, propuesta que Lolo aceptó de inmediato.
Tras aparcar el descapotable negro en una las calles más transitadas de Valencia, Dylan y Lolo pusieron rumbo al restaurante Mexicano Mamá Juana, un lugar especializado en comida mexicana y ambientado de forma minuciosa. Unos farolillos de papel de colores llenaban el techo de aquél lugar especializado en fajitas, y caracterizado hasta el más mínimo detalle. Unas pequeñas mesas de madera de colores dispuestas por la sala y acompañadas por unas sillas de mimbre restauradas, creaban el clima perfecto para iniciar la noche con unos tequilas José Cuervo. –Por nosotros Dylan, por lo que ha de llegar- proclamaba Lolo alzando un diminuto vaso segundos antes de iniciar el ritual de la sal y el limón. –¡Amén!- exclamó Dylan bebiendo de un trago el tequila con la mirada fija en una bonita catrina blanca que tenía frente a él, decorada con vistosos colores rosas, naranjas y verdes.
–Oye ¿tú no tenías una amiga mexicana precisamente?- preguntó Lolo imbuido en aquél mágico ambiente tan característico. –Sí, pero hemos decidido darnos un tiempo por ahora- confirmó Dylan mientras observaba como el gesto de Lolo se iba enrareciendo. -¿Un tiempo? ¿erais novios y no me lo habías dicho cabrón?- preguntó mientras trataba de localizar a algún camarero para pedir otra ronda de tequilas. –No, qué va tío. Sería imposible que Elena y yo tuviéramos algo, somos muy distintos. Es muy guapa, la verdad. Es blanquita de piel, pelo castaño claro liso, un cuerpo súper cuidado... pero a ella le gusta vivir intensamente. Le gustan las carreras callejeras de coches, salir muchísimo por la noche, bebe más de lo que le permite el cuerpo... en fín, que no tío. Es muy guapa, pero no la veo como algo más que como una amiga. –Lolo acercó otro vaso con tequila a Dylan con la intención de que su amigo siguiera explicando qué había podido quebrar aquella amistad. –Elena conoció un chico por internet y al parecer como el chico quería algo más que amistad con ella no le hacía mucha gracia que hablara conmigo así es que decidí hacerme a un lado.- Lolo dio un sorbo más pequeño esta vez al licor mexicano mientras prestaba atención a lo que le contaba su mejor amigo. –Tío, ¿cómo puede alguien enamorarse por internet? ¿estamos locos?-
Esta vez sí, Lolo no pudo reprimirse e interrumpió a Dylan. -¡Tío!, vamos a entrar en el año 2006, ¿en qué siglo te has quedado?. Las cosas están cambiando Dylan y la gente ahora tiene un abanico más amplio para elegir pareja. Sobre todo la gente como tú que se pasa la vida encerrada en una oficina. Internet se ha convertido ya en una herramienta más no sólo para trabajar, sino para cualquier cosa que necesites, entre esas cosas también encontrar pareja-. La cena comenzaba a llegar mientras tanto a la mesa. Unos dorados nachos de maíz tostados con frijoles norteños salteados y una riquísima y picante carne picada cubierta de pico de gallo, todo recubierto con una grasienta salsa de quesos mexicanos y aderezado con chipotle y cilantro. Las fajitas de cerdo que pusieron ante ellos las acompañaba un elaborado guisado de verduras salteadas que hacía de aquél bocado algo sublime.
Entre bocado y bocado Lolo iba explicando a Dylan las bondades de conocer gente nueva por internet. –De verdad que te estás perdiendo un mundo de posibilidades. Ya sabes que yo he quedado con varias chicas que he conocido por internet. Si no hubiera sido a través de la red, seguramente nunca las habría podido conocer.- Dylan escuchaba lo que decía su amigo mientras rebañaba la salsa mexicana que bañaban los nachos. –Lolo tú no buscas novia, a ti lo que te interesa es "pinchar en caliente"-apuntaba Dylan consciente de la agitada vida sexual de su amigo. –¿Cómo quieres que sepa si me gusta algo si antes no lo pruebo?- preguntó con cierto aire cómico. – ¿Lo ves cómo no buscamos lo mismo?- apuntó Dylan poniendo de manifiesto las distintas prioridades de uno y del otro en lo que a cuestiones sentimentales se refería. –Dylan, pero deja que la vida te sorprenda... no hace falta que te acuestes con alguien que has conocido por internet, pero no te cierres a que pueda surgir algo que poco a poco se pueda ir convirtiendo en algo más. Hoy por hoy hay trenes, metros, aviones... hasta submarinos si hace falta para acercar a dos personas que se quieren. Lo importante es que "nooo teee cierres"- enfatizó el chico que por un momento dio la sensación de haber recuperado la cordura que tanto se esforzaba por camuflar.
La copiosa cena siguió su curso para terminar con unos exóticos cóctels. Dylan optó por una copa de ron con piña, fruta de la pasión y crema de coco mientras que Lolo prefirió una bebida a la que llamaban "agüita de calzón" que se componía de tequila, zumo de mango, licor de mandarina y unas gotas de limón. Entre las risas inducidas por el ritmo de la noche, los dos amigos llegaron a una de las discotecas de moda donde la gente se agolpaba en la puerta a la espera que la seguridad del local permitiera el paso a los nuevos clientes que esperaban impacientes por entrar. Una vez ya dentro, una elegante música house ambientaba un local decorado con lujosas lámparas de araña de cristal negro, a juego con unos aparentemente cómodos sofás chéster de terciopelo, distribuidos por la zona reservada para los clientes VIP. Unas luces de color que oscilaban entre el azul turquesa y el amarillo iluminaban tanto la sala como a la gente que bailaba al ritmo de unos tambores tribales acompañados de sonidos electrónicos. La dulce melodía de una voz femenina otorgaba cierto toque místico a aquella mezcla de sonidos que fascinaba a Dylan.
En aquél ambiente de casi éxtasis algo devolvió al joven al plano terrenal. Frente a él una silueta que le resultaba familiar. Una chica fina de largo pelo castaño hasta la cintura bailaba junto a otra chica rubia de pelo más corto. Dylan seguía mirando a las dos chicas convencido de que ya las había visto antes en algún otro lugar. Sin perderlas de vista, comenzó a caminar buscando un lugar desde el que poder distinguir mejor a las dos jóvenes hasta darse cuenta que efectivamente era Shara, la joven de diecinueve años con la que un día se cruzó en el metro. Sus inconfundibles y enormes ojos color café y aquella inocente sonrisa no dejaban lugar a la duda.
–Oye Lolo, a esa chica que hay ahí bailando me la crucé hace algunos meses en el metro y hasta hoy no la había vuelto a ver- explicó a su amigo. –Pues ve y pregúntale su número de teléfono... hoy la has visto por casualidad, pero quién te asegura que te la vas a volver a cruzar.-
Dylan decidió dejara un lado la vergüenza para acercarse a la chica que bailaba distraída.- Hola, te llamas Shara ¿verdad?- preguntó el chico sin rodeos para tratar de captar así la atención de la joven, quien entornó levemente los ojos tratando de reconocer al chico que la había abordado por sorpresa. –Si, ¿nos conocemos?- preguntó. –Pues la verdad que no, lo se porque tu vecino es muy amigo mío y un día por casualidad coincidimos en la línea uno del metro.- La chica seguía mirando con rostro de extrañeza al no entender muy bien qué era lo que estaba sucediendo. Tras la confusión inicial el rostro de la joven se fue relajando de forma evidente, lo que otorgó más confianza al chico para seguir con la conversación mientras Débora miraba la escena tomando cada vez más distancia, entendiendo que su prima no corría ningún peligro y que estaba viviendo un momento dulce que nadie de los allí presentes sabía en qué podía acabar.
Lolo no desaprovechó la oportunidad para acercarse a Débora con el pretexto de no dejarla sola y acompañarla a tomar algo mientras Shara y Dylan hablaban amistosamente, una invitación que la chica aceptó encantada. Con un leve gesto con la mano, Débora se despedía de forma pícara de Shara quien comenzó a ser invadida por un agradable nerviosismo. -¿Te apetece tomar algo?- preguntó Dylan. –Pues la verdad que no bebo alcohol, una coca cola tal vez- Dylan invitó a Shara a acercarse a la barra tomándola por la cintura, mientras ella avanzaba en la dirección que le indicaba el chico. –Pareces muy joven ¿qué edad tienes?- prosiguió Dylan a sabiendas de la edad que tenía la chica, pero con el único objetivo de mantener viva la conversación. –Tengo diecinueve años. ¿Y tú?- preguntó con curiosidad. - ¿Qué edad dirías que tengo?- preguntó Dylan con cierto tono de intriga mientras acercaba la coca cola a su nueva amiga. –Dieciocho- afirmó la joven de forma un tanto ingenua. –Jajaja, nooo pero muchas gracias por el cumplido- la corrigió mientras daba un sorbo a un combinado de Ron Matusalem con coca cola. -¿Más?- preguntó Shara que al parecer no contemplaba la posibilidad de que el joven fuera mucho mayor que ella. –Bastante más, si. Tengo veinticuatro años, cinco años más que tú-. La chica abrió aún más aquellos enromes ojos café – siempre me han echado menos edad, la verdad, no es la primera vez- Aquella cara ligeramente infantil de Dylan contrastaban con el cuerpo ligeramente musculado que sumado al cuidado y juvenil atuendo del chico, creaba cierta confusión respecto a su edad. –No me lo puedo creer, veinticuatro años... me suena haberte visto antes. ¿Tú no salías con una chica de mi ciudad?- Dylan cayó entonces en la cuenta que Alice vivía en la misma ciudad que Shara y que era más que probable que en alguna ocasión se hubieran cruzado. –Sí, se llamaba Alice- comentó el chico de forma escueta y sin muchas ganas de seguir hablando del tema. –Es una chica guapísima- afirmó Shara dejando entrever sinceridad en sus palabras -¿ya no estáis juntos?- siguió preguntando mientras daba unos sorbos a su coca cola. –No, hace ya tiempo que lo dejamos... pero si te parece, mejor no hablamos de ese tema.- Shara aceptó de forma comprensiva la petición de su amigo tomando las riendas de la conversación que se había iniciado con aquél inesperado saludo.

La noche seguía su curso, Dylan y Shara se sentaron en un par de taburetes esmaltados de color negro mientras Lolo y Débora avanzaban en su toma de contacto hasta alcanzar el momento de los besos apasionados, mientras Dylan y Shara observaban de lejos la escena sin poder contener la risa.
-¿Y tú tienes novio?- preguntó Dylan. -¿Yo?, que va... de hecho no te burles por lo que te voy a contar pero nunca he tenido novio como tal. Estoy muy ocupada con mis estudios y esas cosas la verdad que no me interesan en estos momentos.- La entrañable confesión de Shara le hizo percatarse de que la chica reunía aparentemente muchas de las cualidades que Dylan valoraba en una pareja. La conversación siguió transcurriendo entre anécdotas de la joven estudiante en su instituto y del chico en su trabajo, algo que había creado fascinación en Shara.
Débora se acercó entonces a su prima para informarle de la hora que era con la intención de recordarle que se comprometieron a no llegar tarde a casa. Dylan y Shara decidieron entonces intercambiar sus números de teléfono con la idea de estar localizados por si en algún momento a alguno de los dos les apetecía retomar la conversación en el punto en que se había quedado. Con dos besos en las mejillas se selló el punto y final a aquella primera toma de contacto ante la atenta mirada de Lolo. –Oye ¿qué pasa? ¿es tu hermana?- bromeó ante aquella despedida tan correcta mientras la mirada de Dylan no se separaba de la joven, la cual iba alcanzando la puerta de salida gesticulando con su prima con visibles muestras de emoción.
-Oye Dylan, tu amiga es muy guapa- apuntó Lolo mientras seguía con la mirada a las jóvenes que ya se encontraban abandonando aquél local de moda. –Sí, la verdad que es guapa- confirmó Dylan. –Pero hay algo que me gusta más y es que es una chica muy corriente y parece tener la cabeza muy bien amueblada. Más allá de sus ojos oscuros o esos labios gruesos que me han encantado, si algo me ha gustado de ella es que es una persona que inspira confianza.-
Tras aquél breve intercambio de opiniones, Lolo y Dylan siguieron disfrutando de aquella sana noche de fiesta hasta que finalmente llegara la hora de regresar a casa y así, poner fin a aquél día que Dylan jamás olvidaría.

Cuando volvamos a nacer  -parte I-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora