Dia de celebraciones

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Llegó el día del cumpleaños de Dylan y el grupo de amigos que solía reunirse en el gimnasio llegaba a la casa con la intención de hacer una barbacoa en el jardín mientras de fondo una suave música chill out ambientaba la reunión de los jóvenes.
–Dylan ¿le has explicado a Débora dónde está tu casa?- preguntaba con impaciencia Lolo mientras se retocaba algunos mechones desordenados. –Sí, no te preocupes que tienen la dirección, ya vendrán.- Le contestó mientras repartía sobre la mesa unos platos con distintos snacks y unas cervezas recién sacadas del frigorífico, tratando de apaciguar por un momento el hambre voraz que empezaban a tener sus amigos, fruto del olor de a costillas de cerdo asándose en el fuego de la leña.
El jaleo de aquella reunión se paralizó por un momento cuando el timbre de la vivienda sonó avisando así de la llegada de las jóvenes que se unían a la fiesta. -¡Feliz cumpleaños Dylan!- le felicitó animada Shara mientras le plantaba dos sonoros besos en las mejillas a la vez que rodeaba su cuello con el brazo para sonrojo del chico que notaba las miradas curiosas de sus amigos mientras agradecía la felicitación de la chica animándola a unirse a la fiesta junto a sus amigas.
–Pasar al jardín, estamos terminando de cocinas las costillas-. Las chicas comenzaron a desfilar una tras otra como si de una improvisada pasarela se tratara poniendo de manifiesto el buen gusto con que tanto los unos como las otras habían elegido sus outfits para aquella ocasión.
Lolo se acercó para saludar a Débora quien conservaba un buen recuerdo de aquel muchacho rubio y de físico rudo, mientras que el resto de amigas se desperdigaron alrededor de la mesa donde se encontraban las bebidas y los snacks, para sumarse a la celebración, totalmente integradas.
–Muchas gracias por venir, Lolo estaba muy pesado con la idea de volver a ver a Débora- le confesaba Dylan a Shara mientras le acercaba la única coca cola que había entre las bebidas. –Vaya, te has acordado de que no bebo alcohol, que detalle- dijo ésta sonriendo mientras daba un trago a su refresco– si te apetece alguna más hay en el refrigerador, no quería que se calentaran aquí fuera- dijo el chico ante la dulce mirada de su amiga, agradecida por la atención dispensada. –Muchas gracias... oye y cuéntame ¿qué tal en el trabajo?- Dylan recordó entonces la propuesta de Marie y encontró en la pregunta de la chica el momento perfecto para escuchar una segunda opinión. –Pues la verdad que estoy bastante contento, las cosas se están haciendo bien y eso está poniendo en valor mi currículo, así es que por esa parte contento- Dylan tomó un trago de la cerveza que tenía ya a medias para continuar conversando con su amiga –esta misma semana me llegó una oferta de la empresa más importante de España en cuanto a producción de tejidos para la moda y la verdad que lo estoy valorando porque la propuesta es tentadora-. La chica abrió los ojos sorprendida –¡Waw! no podían haberte hecho mejor regalo de cumpleaños, enhorabuena- exclamó la joven compartiendo la felicidad que percibía en Dylan. –Si, la verdad que es una buena noticia, lo malo es que tengo que marcharme lejos de aquí ya que la empresa está en una aldea a unos pocos kilómetros de Madrid y tan sólo vendría los fines de semana, ese es uno de los problemas.- La chica torció el gesto extrañada de que su amigo encontrara alguna pega en desplazarse para trabajar en otra ciudad a pesar de que pudiera estar a varias horas de distancia. –Bueno, no es el fin del mundo... Madrid está a unas cinco horas de aquí y si vas a volver los fines de semana pues no hay ningún problema. Quién sabe, igual termina gustándote aquello y decides quedarte allí a vivir- apuntó Shara. –Quedarme en aquel pueblecito a vivir es complicado porque apenas tiene dos mil habitantes, por lo que me han comentado no tiene internet y apenas llega la cobertura móvil; y ya ni te cuento si quieres ir a un cine o a una discoteca... es como retroceder cien años en el tiempo- se lamentó el chico. –Dylan eso no son problemas, es cuestión de instalarte allí y poco a poco ir acomodándote para sentirte cada vez más a gusto, si es una buena oportunidad no la desaproveches porque en el futuro podrías arrepentirte- dijo la chica con tono reflexivo mientras Dylan la escuchaba con atención. –Tengo pensado visitar las instalaciones en unos días, así que cuando pueda ver como es aquello y tenga la oferta en firme entonces podré valorarlo definitivamente.- La chica cogió con brío el brazo de su amigo para zarandearlo en una muestra de ánimo tratando de contagiarle así su entusiasmo, fue el momento en que Lolo se acercó con una cámara de fotos y tras gritar "!una sonrisa¡" logró captar la instantánea de los dos amigos. –Oye Dylan, me descargo en casa las fotos de la fiesta y te las paso al correo de tu trabajo ¿ok?-informó Lolo. Dylan agradeció a su amigo que hubiera actuado de fotógrafo improvisado, mientras se separaba de Shara para seguir alternando con el resto de amigos, a pesar de que las miradas cómplices entre los jóvenes eran constantes.
El día comenzaba a llegar a su fin y algunos de los amigos ya abandonaban la fiesta, unos con intención de continuar en otro lugar y otros dispuestos a descansar después del ajetreado día. Shara se acercó a Dylan con ánimo de empezar a despedirse tomando asiento en uno de los sofás acolchados que amueblaban la terraza. –Me lo he pasado genial Dylan, muchas gracias por haber pensado en mi... aunque no se sí más bien tendría que dar las gracias a Lolo- bromeó. –Bueno, muchas gracias por venir, habéis ayudado a que sea un día muy bonito- contestó. –Si te marchas a la nueva empresa ¿me avisarás algún fin de semana de los que estés por aquí?- el chico enmudeció ante aquella propuesta ya que Shara se había esforzado en reiteradas ocasiones en explicarle por qué le resultaba imposible compaginar sus estudios con posibles relaciones sentimentales, por lo que no sabía muy bien cómo interpretar aquella propuesta. –Claro, tenemos nuestros números de teléfono, podemos mensajearnos de vez en cuando- contestó el chico algo incómodo por el desorden sentimental que tenía en su cabeza. Shara agradeció con una sonrisa aquellas palabras para acto y seguido dirigirse hacia su prima con la intención de rescatarla de los brazos de Lolo. –Lolo, lo siento pero Débora hace horas que tenía que estar en casa- sentenció entre risas Shara mientras con unos suaves tirones en el brazo guiaba a Débora en dirección a la salida de la casa.
Llegó el lunes y Dylan como cada mañana, ataviado de un café caliente y con su bufanda favorita anudada al cuello entraba a la oscura oficina de diseño donde tan sólo relucían las pequeñas luces led de las pantallas de los ordenadores. Tras encender los focos de luz blanca de la estancia y colgar en el perchero la ropa que lo resguardaba del frío, comenzó a encender uno por uno los equipos del despacho.
En el correo electrónico de diseño un mensaje con varios archivos JPG hizo aparición, Lolo había cumplido con su palabra y había enviado las fotos de aquella fiesta de cumpleaños tan agradable. En una de aquellas fotografías, Shara y él posaban ante la cámara justo en el momento en que ambos se encontraban charlando de las nuevas posibilidades laborales que habían surgido en su vida. Dylan decidió salvar aquella imagen en su escritorio para posteriormente ponerla como fotografía de perfil de su cuenta MSN movido por la cantidad de buenos recuerdos que recogía aquella instantánea.
Mientras ordenaba el resto de fotografías en una carpeta digital que tenía para temas personales, un mensaje a través de MSN hizo aparición. –Hola bebe- saludaba con el cariño habitual su amiga Mariela. Al joven le costaba olvidar aquél cúmulo de malas sensaciones con que terminó su última conversación con la chica, a pesar de lo cual trató de hacer un esfuerzo para que ella no lo notara. –Hola amor, cómo estás- contestó mientras seguía ordenando las fotos a las que iba aplicándoles pequeños ajustes con las herramientas de imagen de Photoshop. Mariela, se apresuró a contar a su amigo que por fin había visto la película de amor que un día le recomendó haciéndole llegar su sorpresa porque le gustara al chico aquél tipo de cinematografía. Sin embargo la actitud de Dylan no era la misma que en otras ocasiones aunque pusiera de su parte por disimularlo.

Cuando volvamos a nacer  -parte I-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora