El teléfono de la oficina de Dylan comenzó a sonar. El chico cerró definitivamente el chat que tenía abierto con su amiga venezolana desde primeras horas de la mañana para atender la llamada y poner así todos sus sentidos en dar solución a los problemas que le fueran surgiendo a lo largo del día. –New Fashion Enterprise, buenos días-, contestó. –Hola Dylan, buenos días soy Pilar. Simplemente comentarte que te he organizado una reunión para esta misma mañana con di Alessandro Studio-. Dylan echó mano de una agenda donde iba anotando los temas a resolver durante el día y tras tomar nota del aviso que le dejaba la secretaria de la firma, se despidió para continuar con la colección en que se encontraba trabajando.
Cada tres meses, estudios principalmente franceses, italianos y británicos visitaban las empresas de moda para tratar de venderles bocetos con los que éstas completaban sus colecciones. Luís era reacio a que Dylan comprara diseños de estos estudios, ya que lo consideraba un gasto innecesario. El gerente incidía constantemente en que la función del joven diseñador en las reuniones donde los estudios presentaban sus creaciones, debía ser la de memorizar los diseños que les interesaran para luego replicarlos, algo con lo que Dylan no estaba en absoluto de acuerdo, puesto que para él comprar los mejores diseños era además un movimiento estratégico para así evitar que la competencia los adquiriera. Este tema solía crear bastante momentos de tensión entre Dylan y Luís por la forma tan distinta de entender el trato que había que establecer con estos estudios. No habían pasado si quiera veinte minutos cuando Luís abrió la puerta de la oficina de diseño con la intención de supervisar el trabajo que estaba realizando.
–Buenos días Dylan, ¿cómo va todo?,- saludaba de esta forma el gerente sin mirar si quiera al muchacho, mientras se dirigía a la mesa donde Dylan iba apilando las impresiones de los diseños que iba realizando. –Buenos días Luís, estoy avanzando bastante rápido con las colecciones de Suecia, Noruega y Dinamarca. Ahí puede ver una muestra de lo que tengo cerrado hasta el momento-. Luís escrutaba con gesto serio las impresiones tamaño A1 que tenía preparadas el diseñador.- Me ha llamado Pilar y me ha comentado que esta mañana nos visitará Marie, de Studio di Alessandro...- Luis levantó la mirada de aquellos papeles para dirigirse a Dylan -pero si es jueves... ¿cómo se le ocurre quedar hoy con un estudio?. Hay que organizar las reuniones lunes o como muy tarde martes porque de lo contrario nos traen lo que no se ha quedado ninguna empresa. Parece mentira que con los años que lleva trabajando aquí siga cometiendo esos errores-. Dylan no podía más que estar de acuerdo en esta ocasión con su jefe. A pesar de ello trató de disculpar a su compañera para que el enfado de Luís no fuera a mayores. –Bueno, realmente hoy atenderemos a Marie por cortesía porque como ve, la colección en que estamos trabajando está muy avanzada y no nos hace falta comprar nada en esta ocasión.- Luís gesticulaba con la cabeza dando por bueno el argumento de Dylan al vez que hacía evidente su molestia con la gestión que había realizado su secretaria. –Bien, para que esto no vuelva a pasar voy a hablar con Pilar y a partir de ahora serás tú quien organice las reuniones.- A Dylan le pareció bien la propuesta de su jefe y tras aceptar el encargo, Luís abandonó la estancia con la intención de informar a la secretaria de las novedades en lo que a la agenda de visitas de diseño se refería.
Llegaron las doce de la mañana cuando el teléfono de la oficina volvió a sonar para advertir a Dylan que Marie había llegado. El chico salvó en su Mac los avances que tenía hasta el momento y tras abrir la puerta de la oficina para dirigirse a la sala de reuniones, se encontró de frente con la agente que representaba al estudio italiano.
–Hola Marie, cuanto tiempo sin verte- se apresuró Dylan a saludar a aquella señora francesa de algo más de cincuenta años. Si algo llamaba su atención era el buen gusto con que vestía siempre aquella mujer de pelo rubio y pequeña estatura. Marie se acercó para dar dos besos en las mejillas del joven con quien había llegado a establecer cierto grado de camaradería, conmovida en parte por la paciencia que mostraba el muchacho, tan joven a sus ojos, a la hora de lidiar con los arranques de ira de Luís. –Hola Dylan, cuanto me alegro de verte. Cada vez que me marcho de aquí pienso que cuando volvamos a coincidir será en otra empresa -. Dylan sonrió ante el comentario cómplice de Marie. –Déjame que te ayude con las maletas, pesan muchísimo- se ofreció presuroso para subir hasta la sala de juntas aquellas dos grandes maletas repletas de diseños que portaba la mujer. Marie tomando al joven por el brazo ante aquel gesto de amabilidad, le contaba mientras avanzaban hasta su destino las últimas anécdotas de su último vuelo de Milán a Valencia. Tras alcanzar la sala de juntas Dylan dejó las maletas en el suelo para que Marie pudiera empezar a sacar los diseños que había de presentarles. –Marie, discúlpame un momento, voy al despacho de Luís para avisarle de que has llegado-. El muchacho se acercó al despacho de gerencia el cual se encontraba justo al lado de la sala donde se encontraba la mujer. Dylan se asomó por la puerta medio abierta del despacho y tras darse cuenta que su jefe se encontraba sólo repasando unas facturas como era costumbre, accedió pidiendo permiso previamente. –Luís, disculpe, ha llegado Marie y espera en la sala-. Luís, dejó por un momento lo que estaba haciendo y tras frotarse suavemente los ojos se dirigió a Dylan para informarle que había decidido no atender la visita.
–Dylan, no voy a entrar a la reunión-. El muchacho sorprendido, cerró la puerta para evitar que Marie pudiera escuchar nada. –Pero Luís, Marie se lo podría tomar como un desplante y podría sacarnos de su agenda de clientes. Es el mejor estudio de los que nos visita.- Luís con un tono sereno no tardó en reafirmarse con la decisión que había adoptado. – Dylan, si di Alessandro quiere que New Fashion Enterprise sea cliente suyo, debe acostumbrarse a visitarnos antes que a nuestra competencia porque de lo contrario no se les atenderá-. Dylan entendía el malestar de su jefe, pero por otro lado comprendía que los estudios como di Alessandro visitaran antes a otras empresas, ya que New Fashion Enterprise pagaba los diseños a un precio más bajo que el resto y eso les restaba atractivo frente a este tipo de estudios, pero por su carácter conciliador, Dylan prefería resolver ese tipo de situaciones de forma dialogante. – Si le parece bien la atenderé yo para que no se sienta ofendida y la informaré de nuestras condiciones a la hora de programar nuevas visitas.- Luís, tras escuchar al joven, volvió a coger las facturas en las que se encontraba trabajando mientras le confirmaba con cierta desgana que aceptaba su propuesta ante el notable alivio de Dylan, quien no podían permitir perder a un estudio como di Alessandro, por lo que tendría que emplearse a fondo disculpando el desplante de su jefe. De regreso a la sala de juntas, Dylan cerró la puerta tras él y se dispuso a revisar las colecciones que Marie había organizado cuidadosamente sobre la mesa. Ésta, al darse cuenta que Dylan entraba sólo, miró extrañada hacia la puerta como esperando la aparición de alguien más. Con cierta incertidumbre se dirigió al muchacho -¿vamos a empezar ya? ¿no viene Luís?-. Dylan tratando de disimular, tomó asiento en una de las sillas dispuestas en la sala y comenzando a mirar los diseños mientras confirmaba a Marie que en esta ocasión y de forma excepcional, él sería quien seleccionaría los diseños que le pudieran interesar. –Marie, Luís me ha pedido que le disculpes pero está atendiendo una visita muy importante y esta vez no nos podrá acompañar.
ESTÁS LEYENDO
Cuando volvamos a nacer -parte I-
RomanceExiste una leyenda oriental sobre un hilo rojo que nos conecta en su otro extremo con aquella persona con la que estamos destinados a encontrarnos. Según esta antiquísima historia, cada vez que nace un bebé, un anciano baja desde el cielo para atar...