Conexiones

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-Hola loquita- saludó Mariela a su hermana. En el tono de voz con que Marina articuló un escueto "¿ocupada?" pudo intuir las ganas por ponerla al día en las novedades que probablemente habrían surgido recientemente en su vida.
-Sí, un poco pero cuéntame- contestó Mariela, a lo que Marina comenzó a informarle de algunos acontecimientos recientes como el hecho de haber adoptado un cachorro de labrador color beig, algo que la tenía realmente emocionada. Tras contarle este acontecimiento tan importante para ella y tratar también temas referentes al trabajo de una y de la otra Marina pasó a informar a su confidente del último contacto que había hecho a través de un chat. –Te cuento, he conocido a un chico súper interesante. Conoce todas las revistas de moda que compro porque a él también le gustan. Está al día de todas las tendencias que van a aparecer en las próximas temporadas, los colores de moda, los desfiles más importantes...- Mientras Mariela trazaba en su ordenador unas paredes a base de líneas amarillas, fucsias y verdes, Marina le pormenorizaba los detalles de aquel nuevo amigo. –El chico que he conocido tiene la misma edad que yo, vive también en España, en Valencia concretamente, y me ha parecido súper loco que tuviera esos gustos por el mundo de la moda-.
Mariela seguía la conversación con cierto tono de broma y tratando de restar importancia a lo que le estaba contando su hermana –no me digas que ya has conocido al amigo gay que siempre quisiste tener-. Marina atajó la broma al instante –sí, encontré un amigo pero no es gay. Conoce el mundo de la moda porque es diseñador. Y además es muy bueno. A veces me enseña sus trabajos y de verdad que son súper bonitos-. Mariela seguía encauzando la conversación entre bromas mientras daba forma al proyecto que se había propuesto terminar al final del día. Mientras tanto, Marina le iba dando más detalles de su nuevo amigo.- Conversamos prácticamente todos los días de temas relacionados con la moda, el cine, la música...-.
Mariela dejó a su hermana que le explicara todo lo que tenía que ver con aquel chico y una vez terminó, centró la conversación en conocer algo más sobre cómo estaba discurriendo su vida tan lejos de Perú. Era frecuente que aquellas conversaciones entre hermanas se alargaran y esa ocasión no fue distinta. Tras un par de horas charlando llegó el momento de la despedida, acordando volver a comunicarse lo antes posible.
Tras cortar la llamada y guardar los progresos del proyecto que la tenían ocupada se dispuso a iniciar las tareas del hogar como cada día en compañía de su tía y de su madre. Mientras Esteban se encargaba de podar unos setos que bordeaban el perímetro de la casa, Mariela departía con su madre sobre lo caro que estaba poniéndose el precio de la verdura. Se acercaba ya la hora del almuerzo y entonces sonó el timbre, Mariana de nuevo llegaba a casa antes que su sobrino. Cuando Mariela abrió la puerta, Mariana hizo ademán de entrar en la casa pero Mariela se interpuso en su camino. –Mariana, ¿dónde está Santi?- preguntó a sabiendas de cuál era la respuesta. –Pues mira Mariela, Santi se quedó un ratito por ahí atrás hablando con unos amiguitos.- Mariela miraba a su hermana pequeña con gesto de incredulidad, lo que provocó el sonrojo de la niña, la cual llegó a un estado de nerviosismo en que ya no sabía qué argumentar. –Mariana dime, se quedó hablando con unos amiguitos o se quedó hablando con su amiguito el que le vende el ceviche?- Mariana miró a su hermana mayor endureciendo el gesto –¿pues cómo tengo que saber con quién se ha quedado hablando? yo sólo sé que me dijo que ahora venía, que iba a ver a unos amigos.-
Fue en el momento más tenso de lo conversación cuando un poco más atrás comenzó a distinguirse la silueta de Santiago con la corbata en la frente como cada día y con su vaso de ceviche en la mano. El muchacho caminaba comiendo a dos carrillos, consciente que en cuanto pusiera el pie en el jardín de su casa, aquel vaso de ceviche iba a ser requisado por su madre. Mariela fijó entonces la mirada en su hermana, -bueno, creo que ya hemos salido de dudas sobre el amiguito con quien se había quedado Santi, ¿no?- Mariana miraba a su sobrino con gesto de enfado y los brazos entrecruzados, pues el niño no es que hubiera colaborado de nuevo en ocultar el motivo por el que quedaba rezagado otra vez.
-Mariana creí que ya habíamos tratado este tema de comprar comida en la calle. Entra, luego hablaremos tú y yo-. La pequeña obedeció manteniendo los brazos cruzados a la altura del pecho y con paso acelerado. Santiago, que empezaba a ver desde donde estaba la escena, ralentizó su marcha aprovechando cada segundo para saborear la leche de tigre, la lubina cocida por el ácido del limón, el choclo que aun crujía entre mordisco y mordisco... -Santiago, no te hagas y ven aquí ya- le instó su madre a escasos metros desde donde se encontraba ya el niño. Tras avanzar hasta la posición de ésta y sin necesidad que articulara palabra, Santiago alargó su mano para dar el vaso a su madre, con lo que restaba de ceviche. Mariela siguió con la mirada al muchacho quien tan pronto soltó el vaso corrió a refugiarse en su abuelo, el cual ya había terminado sus labores de jardinería y se dirigía a darse una ducha antes de sentarse a la mesa. -Oiga, ¿pero dónde va usted caballero?- exclamó Esteban a su nieto el cual trataba de esconderse entre sus piernas mientras Mariela hacía intención de darle caza sin éxito –¡ya te cogeré señorito!- Exclamó su madre esforzándose por mantener el rostro serio.
Sentados ya a la mesa, esta vez Esteban decidió no ser quien narrara las experiencias vividas en sus viajes de trabajo. Tras la conversación que mantuvo por la noche con su hija, pensó que tal vez lo más adecuado fuera que la muchacha pudiera compartir con su familia cómo se encontraba, tras sufrir noche tras noche aquellos sueños recurrentes que al parecer le inquietaban tanto.
Mientras Nanys servía un rico ají de pollo aderezado con huevo cocido y aceitunas negras, acompañado de arroz blanco y papa roja hervida; Esteban preguntaba a su hija con la intención de seguir la conversación que iniciaron la noche anterior pero que el cansancio les obligó a interrumpir. –¿Cómo te encuentras Mariela?, ¿te están dejando descansar esos sueños que tanto te inquietan?-. Mariela encontró en aquella pregunta la oportunidad de poder conversar sobre los nuevos detalles.- Pues mira papi, ahora que lo dices anoche hubo un cambio significativo en la dinámica de esos sueños-. Los miembros de la familia, conocedores de los sueños que tenía la joven, comían atentos a la conversación.- Como te comenté al llegar a casa, la música, las imágenes que aparecían en aquél canal que estabas viendo, me resultaban muy familiares. No sé si eso me condicionó de alguna forma o abrió algún tipo de puerta en mi memoria. La cuestión es que cuando me dormí, ese sueño donde me noto corriendo a través de la arena caliente por el sol, cambió. Tenía mucha más información y el escenario era distinto-. Esteban asentía sin perder detalle de cada palabra de su hija y con más atención puesta si cabe en su lenguaje no verbal, hasta el momento tranquilo pero reflexivo. – Esta vez el sueño discurría en otro lugar, había una habitación oscura de techos altos y con una cama muy grande en el centro. Una chica joven, de unos veinte años y de rasgos árabes miraba aquello como si estuviera perdida. Yo lo veía todo como si estuviera allí, pero realmente sólo estaba aquella chica. Hubo un momento donde la joven que inspeccionaba aquél lugar se giró y miraba como si me estuviera viendo a mí. Me fije en cada detalle de aquel rostro porque me resultaba familiar, hasta que al final la reconocí. Resulta que era yo pero distinta, en otra época y con otro aspecto.
Mariana y Andy se miraban con los ojos como platos mientras Santiago sin embargo comía sin entender mucho de qué estaban hablando. Esteban seguía expectante al relato de su hija quien tras invertir un tiempo en ordenar lo que estaba escuchando, la interrumpió.- Bueno hijita, está claro que ese sueño no es realmente un sueño como tal. Estás viviendo el recuerdo de alguna vida anterior. Una vida que por un motivo que desconocemos, sigue formando parte de tu presente-. Mariela estaba totalmente de acuerdo con las conclusiones de su padre. –Papi ¿y qué crees que debería hacer en este caso? ¿Debería investigar sobre qué me pasó en una vida anterior?, ¿Debería olvidarme de esto y no prestarle atención?
Esteban que había sido testigo de numerosos acontecimientos inexplicables en sus expediciones en la selva peruana así como en recónditas aldeas en el África profunda, había adquirido un fuerte carácter espiritual que junto a sus convicciones religiosas, provocaban en la familia una mezcla de respeto y admiración. Precisamente por ese contacto cotidiano con el mundo espiritual, no era partidario de que las personas se implicaran de forma activa en temas místicos o esotéricos. –Mira hija, el mundo espiritual es un mundo que desconocemos, en él moran numerosos peligros, fuerzas oscuras que somos incapaces de entender y mucho menos dominar. Nacemos en este mundo para ocuparnos de aprender a través de las experiencias que nos va presentando la propia vida y si aquella otra vida que ves en sueños tiene alguna relación con esta, no será necesario que tú busques nada porque todo se ordenará de forma casi mágica para que sanes, aprendas y enmiendes lo que en algún momento pudieras haber hecho.

Cuando volvamos a nacer  -parte I-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora