De regreso a Valencia Dylan elucubraba sobre el amplio abanico de posibilidades que se abrían ante él. Con lo que ganaría en Spanish Fashion podría comprar una vivienda propia y decorarla a su gusto, podría cambiar de coche a pesar que el auto apenas tenía tres años y estaba en perfectas condiciones... El muchacho se sentía feliz, lo que no le impedía acordarse de Mariela y la decepción que sintió en los últimos momentos de aquella relación virtual. Fue entonces cuando recordó la promesa que le hizo de conectarse algún día desde un locutorio para que ésta pudiera verlo a través de una cámara web. Si había un momento apropiado para ello sin duda era aquel ya que disponía de más tiempo al haber pedido permiso en la empresa para poder atender asuntos propios, por lo que no tenía que regresar a New Fashion. Eran algo más de las siete de la tarde cuando el chico llegó a su ciudad para dirigirse a un locutorio cercano al lugar donde él vivía. Tras acercarse a un pequeño mostrador que se encontraba junto a la puerta de acceso, el muchacho pagó los pocos euros que le pidieron por conectarse a internet durante una hora. A pesar del malestar que recorría su interior pesaban más para el joven los buenos momentos que había pasado hablando con su amiga, por lo que con una sonrisa en la cara se conectó a su MSN desde donde comprobó que Mariela también estaba conectada. Esta vez no le enviaría un saludo sino que directamente y sin avisarle previamente le enviaría una invitación para que aceptara una videollamada.
– !Bebé eres tú¡- exclamó la chica obviando los saludos previos con los que comenzaban cada conversación.
–Hola ¿cómo estás?- preguntó Dylan mirando el objetivo de la cámara. En la pantalla de MSN, Mariela tapaba su boca en un gesto de emoción contenida. –Eres igualito a las fotos- apuntó acercándose a la pantalla de su ordenador tratando de distinguir cada una de las facciones del muchacho. –Pues claro que soy igual que en las fotos, soy la misma persona jajaja- contestó restando importancia a la observación de su amiga. –Dylan no me lo esperaba, que alegría poder verte- insistía la chica agradeciendo la sorpresa que le había preparado su amigo. –Bueno, te prometí que haría lo posible para que pudieras verme y lo prometido es deuda- afirmó el muchacho sin apartar la mirada de la limeña. –Acércate a la cámara que vea tus ojos- pidió Mariela con el ánimo de confirmar el color celeste de aquellos ojos que tanto le habían llamado la atención en las fotografías –siiii son igual de bonitos-. Dylan seguía sin saber muy bien que decir. Todo el trabajo de desconexión con que se había programado durante semanas, tirado por la borda en tan sólo cuestión de minutos, para terminar recobrando muy a su pesar aquella extraña y agradable sensación que se producía a la altura de su pecho cada vez que interactuaba con la limeña.
–¿Desde dónde te has conectado?- preguntó la chica al comprobar que el escenario desde donde le estaba llamando su amigo era muy distinto al de la oficina de una empresa. – Hoy me tomé el día libre para arreglar algunas cosas y de camino a casa paré en un locutorio como me recomendaste- explicó Dylan sin entrar en más detalles. –Que loco, me has hecho caso- apuntaba aún incrédula la chica. –No puedo hacerlo muy largo porque aún tengo cosas que hacer Mariela. Quiero aprovechar para ver alguna cosa más ya que tengo el día libre- explicó a la chica quien se acompañó de gestos afirmativos con la cabeza aprobando lo que le decía su amigo. –¿Mañana volveremos a hablar?- preguntó la peruana tratando de rescatar la relación tal y como era en sus inicios.
–Por webcam va a ser complicado, tal vez desde mi oficina como siempre ¿te parece?- propuso Dylan para alegría de Mariela. –Ok, me parece perfecto. ¿Hasta mañana entonces?- preguntó de nuevo Mariela para confirmar que efectivamente Dylan volvía a conectarse a ella tal y como lo había estado durante los meses en los que habían conversado. –Ok, hasta mañana- se despidió Dylan mirando por última vez la imagen en directo de la que sin duda consideraba que era la mujer más especial que había conocido.
Tras cerrar la sesión, Dylan se dirigió a uno de los centros comerciales que había en la ciudad y que se caracterizaba por tener la mejor y más variada oferta en tecnología. Atento a la hora para asegurarse que disponía de tiempo suficiente para encontrar lo que había ido a buscar, el chico llegó al stand de los ordenadores portátiles para estudiar la oferta que tenían expuesta en un mostrador de acceso público. Uno de los dependientes algo mayor que él se acercó a atenderle. –Buenas tardes ¿está interesado en un portátil?- preguntó. Dylan seguía observando los modelos y sobre todo los precios de los equipos. –Sí, tengo que irme a trabajar fuera y buscaba un ordenador portátil con suficiente capacidad como para poder instalarle programas avanzados de diseño y para poder conectarme a internet-. El dependiente guió a Dylan hasta uno de los apartados donde destacaban los últimos modelos que había presentado la marca SONY. –Mira, estos Sony Vaio son lo más avanzado que tenemos. Si lo quieres para diseñar, lo más recomendable es que tengas una buena tarjeta gráfica y sobre todo mucha capacidad de memoria para que la imagen no se ralentice. A nivel de internet no tendrás ningún problema con ninguno de ellos-. El chico miró los distintos modelos que tenía ante él donde destaca un VAIO con un sutil color dorado. -¿Qué tal ese?- preguntó. El joven dependiente sonrió al haber optado por el portátil más potente de los que tenían en el establecimiento.
–Es el mejor que tenemos, pero no es barato. Viene con su ratón y te regalamos una mochila para transportarlo, su precio es de mil quinientos euros- señaló el trabajador. Dylan dedicó unos instantes a pensar si sus cuentas mensuales le cuadraban para poder hacer efectiva aquella adquisición y tras comprobar que podía permitírselo decidió concretar la compra. Ya con el ordenador portátil bajo del brazo, el chico pidió información al mismo dependiente sobre el lugar al que debía dirigirse para poder contratar el servicio de internet. El amable vendedor acompañó al chico hasta un espacio algo más pequeño donde una joven señorita de la edad de Dylan esperaba sentada en un taburete del color de la imagen corporativa. –Buenas tardes, quería información para contratar servicio de internet- explicó Dylan a la chica.
–Mira aquí tenemos varias tarifas- dijo la muchacha alargando la mano hasta unos coloridos dípticos que se encontraban sobre la mesa. Dylan los leyó atentamente. –Disculpe, aquí dice que entra la instalación en casa... router... la cuestión es que yo quiero un router portátil porque tengo que irme a trabajar fuera y no voy a estar en un punto fijo-. La chica escuchó las necesidades que le exponía el muchacho sin saber muy bien qué decir.
–Buf... la verdad que sí tenemos routers portátiles pero es un poco complicado, además de caro- explicó. -Primero tendríamos que asegurarnos que donde vas a estar hay cobertura de la compañía, porque aunque tengas un router como el que quieres, si no hay internet no sirve de nada. ¿Sabes si hay internet de esta compañía donde vas a ir?- preguntó la muchacha tratando de ir resolviendo posibles inconvenientes. –Pues la verdad que donde voy a vivir es un pueblo pequeño y aún no tienen internet.– contestó Dylan defraudado. – Claro, es que eso funciona igual que la cobertura móvil, si no hay cobertura es imposible que tengas internet a pesar de que tengas el router- explicó la chica con tono didáctico. Dylan se resistía a aceptar un no por respuesta a pesar de que las explicaciones de la chica tenían toda la lógica del mundo. –¿Entonces me está diciendo que es imposible?- insistió Dylan. – Imposible- sentenció la joven.
Aquella negativa fue recibida como un jarro de agua fría, una ilusionante espiral de optimismo lo había engullido desde el momento en que realizó el videochat con Mariela, llegando a pensar por unos instantes que sería capaz de solucionar gran parte de los problemas que dificultaban aquella relación, tan sólo adquiriendo un buen equipo informático y reforzando la comunicación con la chica, pero las cosas no iban a ser tan fáciles.
La noche se hizo más larga de lo habitual a causa de todos los acontecimientos que se habían producido durante el día. En la tranquilidad de su habitación y acostado ya en su cama, el chico había conseguido resolver la forma en que iba a plantearle a Luis su marcha de New Fashion Enterprise, pero sin embargo aún quedaba pendiente saber qué iba a pasar con Mariela.
En un ejercicio de sinceridad consigo mismo, Dylan tuvo que admitir muy a su pesar que se encontraba terriblemente enamorado de la limeña pese a que a la vez tenía que afrontar con realismo los condicionantes que impedían que pudieran estar juntos; entre esos problemas y los que para el chico destacaban en importancia, se encontraba la relación de la peruana con los amigos que había acumulado tras varios años haciendo uso de las redes sociales.
El reloj no dejaba de sumar horas hasta que el cansancio se apoderó finalmente de él. Tras unas breves horas de descanso, la alarma de su teléfono móvil le animaba a levantarse en lo que sería uno de los días más importantes de su vida por la cantidad de decisiones que debía tomar.
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Cuando volvamos a nacer -parte I-
RomanceExiste una leyenda oriental sobre un hilo rojo que nos conecta en su otro extremo con aquella persona con la que estamos destinados a encontrarnos. Según esta antiquísima historia, cada vez que nace un bebé, un anciano baja desde el cielo para atar...