El hombre que veía sin ojos y hablaba sin voz.

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En lo profundo de la brumosa tierra de verde esmeralda, como una delicada nota musical suspendida en el aire, emergió la figura enigmática de Pádraig. Un irlandés singular, que sin necesidad de ojos, veía más allá de lo tangible, explorando las profundidades invisibles del universo. Su sereno rostro, envuelto en una densa niebla plateada, era un libro abierto de sabiduría ancestral, con surcos invisibles marcados por el paso del tiempo.

Sus manos, como susurros antiguos, acariciaban el suave césped que se extendía frente a él, como si cada brizna de hierba le compartiera secretos de universos olvidados. Los hilos de su piel sin tacto físico narraban historias perdidas en el tiempo, mientras se entrelazaban con la tierra en una danza invisible.

Inmerso en la magia de la penumbra, Pádraig caminaba con pasos envueltos en misterio y encantamiento por las colinas onduladas. Su aura, una neblina vagabunda y evanescente, emanaba un fulgor que trascendía lo palpable. Aunque sus ojos no fueran ventanas hacia la realidad tangible, su espíritu erudito lo envolvía y liberaba, conectándolo con un reino etéreo desconocido para la mayoría.

Cada rincón de su mente era un escenario encantado, donde encontraba imágenes de intensa belleza anidando en su imaginación. Los pájaros entonaban melodías inaudibles, un coro invisible que solo él escuchaba en la danza del viento a su alrededor. Las flores, testigos mudos de la existencia, desplegaban susurros perfumados a su paso, bañando su presente en colores invisibles que se pintaban en el lienzo de su imaginación.

Un arroyo rocalloso, como una sinfonía en su eterno fluir, llamó su atención. Pádraig se detuvo cerca de sus aguas cristalinas, un murmullo sin lenguaje que solo él era capaz de percibir. Con las manos extendidas, acarició el agua invisible, sintiendo la frescura en su piel sin textura física. Un suspiro, como eco de su alma efímera, escapó de sus labios sin voz, transportándolo a un mundo donde los opuestos se entrelazaban y lo visible se envolvía en un manto de lo intangible.

El sol, un último destello de fuego celestial, se ocultó entre las nubes de plomo, dejando un rastro dorado en el cielo. Un tapiz colorido de amarillos y naranjas, creado solo en la mente de Pádraig, fue testigo de este adiós efímero. Las estrellas, destellantes puntos de luz en la vastedad del universo, emergieron tímidas, como guías que susurraban secretos ancestrales solo destinados a sus ojos ciegos.

De repente, el silencio fue interrumpido por una leve brisa, una caricia etérea que solo Pádraig sentía acariciando su piel blanca como la nieve. Él, como un espíritu sin huesos, se elevó hacia el horizonte invisible, permitiendo que su alma se adentrara más allá de los límites impuestos por el plano terrenal. Sus pensamientos enraizados con el mundo material se desvanecieron, dejando espacio a visiones infinitas de enigma y maravilla.

Con su mirada sin ojos, en la trascendencia de su existencia, Pádraig contempló un mundo donde los colores se disolvían en un arcoíris de emociones puras, y las palabras, como versos suspendidos en el aire, se elevaban sin necesidad de ser pronunciadas. En ese instante, la comprensión floreció en su ser inmaterial, revelándole que en su silencio poético, en su ceguera divina, yacía la esencia inaprensible de su alma irlandesa. Vibrando en la música eterna de su corazón sin pulsaciones físicas, se fundía con la eternidad misma.

Y así, en la belleza inasible de su existencia, Pádraig siguió caminando por los mágicos campos de su imaginación, dejando tras de sí un rastro invisible pero inolvidable. Tejiendo con hilos de pura poesía el tapiz de su vida sin límites, sin fronteras y sin fin. Su esencia, un eco poético tan vasto como el océano azul a sus espaldas, se entrelazaba con los corazones sensibles que anhelaban sumergirse en la profundidad de su mundo sin palabras, llevándolos a un viaje sin retorno a través de la belleza trascendental de su ser.

 Su esencia, un eco poético tan vasto como el océano azul a sus espaldas, se entrelazaba con los corazones sensibles que anhelaban sumergirse en la profundidad de su mundo sin palabras, llevándolos a un viaje sin retorno a través de la belleza tra...

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Relatos De Una Antología-Los Cuentos Poema.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora