El ángel de Varsovia.

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La fría ciudad de Varsovia después de la Segunda Guerra Mundial estaba sumida en la desolación. Los escombros, los edificios derruidos y la gente sin hogar marcaban la atmósfera sombría y desesperanzada. En medio de esta escena desoladora, una joven niña llamada Zofia, de apenas diez años, luchaba por sobrevivir después de perder a su madre en un bombardeo.

Con el corazón lleno de tristeza, Zofia se vio obligada a desprenderse de todo lo que tenía y emprender una vida de vagabunda. Pero una tarde, después de pasar varios días sin un bocado de comida, un hombre vestido de blanco se acercó a ella en la plaza, llevando consigo una cesta llena de pan y frutas frescas.

"¿Estás hambrienta, niña?" -preguntó el hombre con una voz suave y tranquilizadora mientras le tendía el alimento.

Zofia, sorprendida por la presencia repentina de aquel hombre en medio de la plaza desierta, asintió tímidamente y tomó la comida con manos temblorosas. El hambre la había consumido por tanto tiempo que casi había olvidado el sabor de la comida. Devoró el pan con avidez y se llenó el estómago con las frutas, mientras el hombre la observaba con una mirada compasiva.

"¿Cómo te llamas, niña?" preguntó el hombre, inclinándose hacia ella con amabilidad.

"Zofia", murmuró ella con voz tímida.

El hombre le sonrió con ternura, acariciándole suavemente el rostro. "Zofia, sé que has sufrido mucho. Pero yo puedo llevarte a un lugar mejor. Un lugar donde no tendrás más hambre, ni frío, ni dolor."

Zofia levantó la mirada, encontrándose con los ojos del hombre llenos de comprensión y bondad. Un escalofrío recorrió su espalda mientras asentía con un atisbo de esperanza en sus ojos.

El hombre le ofreció su mano y la ayudó a ponerse de pie. Juntos emprendieron un caminar sin rumbo, entre las sombras de las ruinas de la ciudad. A medida que avanzaban, Zofia sentía que el peso de su sufrimiento comenzaba a disiparse, como si la presencia del hombre la cubriese con un manto de tranquilidad.

Caminaron a través de las calles desiertas, envueltos en un silencio reconfortante. A medida que avanzaban, el hombre le habló a Zofia sobre un lugar lejano y maravilloso, dónde el dolor y la miseria no existían. Allí, le prometió el hombre vestido de blanco, encontraría paz y felicidad eternas.

Al final del camino, Zofia se sentía reconfortada por la presencia del hombre. A medida que el sol se ponía y las estrellas comenzaban a brillar en el cielo, llegaron a una hermosa pradera llena de flores y árboles frondosos. El aire estaba lleno del aroma dulce de las flores y el susurro tranquilizador de una suave brisa.

Finalmente, el hombre se detuvo y se dio la vuelta hacia Zofia. "Aquí es, Zofia. Este es el lugar que te he prometido. Un lugar donde encontrarás la paz que tanto anhelas."

Zofia miró alrededor con asombro, maravillada por la belleza del lugar. "Pero ¿cómo llegaremos allí?" preguntó, sintiendo que la alegría y la esperanza llenaban cada rincón de su ser.

El hombre sonrió suavemente y extendió su mano hacia el cielo. "Ven conmigo, Zofia. Te llevaré en mis alas hacia ese lugar maravilloso."

Zofia tomó la mano del hombre y juntos, se elevaron lentamente hacia el cielo. Mientras el suelo se alejaba, la niña sintió una paz inmensa y una sensación de ligereza y calidez. Sus preocupaciones, su dolor y su sufrimiento se desvanecieron en la distancia mientras ascendían hacia las estrellas.

En la plaza de Varsovia, los transeúntes observaron cómo la niña dormía plácidamente en el banco, con una suave sonrisa en los labios. Unas horas después, descubrieron que Zofia había partido hacia un lugar mejor, lejos de las penurias y el sufrimiento terrenal.

Mientras tanto, en el cielo, el hombre vestido de blanco adoptó su verdadera forma de un ángel magnífico, llevando a Zofia de la mano hacia el cielo, donde finalmente encontró la paz y la felicidad eterna.

Mientras tanto, en el cielo, el hombre vestido de blanco adoptó su verdadera forma de un ángel magnífico, llevando a Zofia de la mano hacia el cielo, donde finalmente encontró la paz y la felicidad eterna

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