Relatos De Una Antología-Los Cuentos Poema.

Ni siquiera los endulzo

En este jardín de la vida, Ni siquiera los endulzo, si tienen sal y se les echa azúcar, sabrán horrible.

Donde las sombras se entrelazan con la luz, los engaños florecen como espinas retorcidas. Los hipócritas, como serpientes astutas, se deslizan entre las verdades a medias y las sonrisas forzadas. Sus máscaras, tejidas con hilos de engaño, ocultan sus almas fracturadas, y sus ojos reflejan un brillo falso, como el acero bruñido.

Yo, en cambio, soy un eco de la antigüedad, un susurro de verdades incómodas. No endulzo mis palabras con miel ni las disfrazo con enigmas. Mi discurso es un cuchillo afilado, cortante y directo. Prefiero herir con la verdad que consolar con mentiras. ¿Qué es la sinceridad sino la desnudez del alma? Y yo, desnudo y sin reparo, enfrento la tormenta de miradas y juicios.

No soy un dulce caramelo que se derrite en la boca. Soy el amargo licor que quema la garganta y deja una huella imborrable. Si tengo sal, la arrojo con desdén sobre las heridas abiertas. No hay azúcar que endulce la realidad cruda que habito. La paciencia es para los que temen la verdad, pero yo no temo. Mi esencia es un vendaval de autenticidad, un huracán que arrasa con las ilusiones y las máscaras.

En este jardín de dualidades, prefiero ser la flor sincera, aunque mi aroma sea fuerte y perturbe los sentidos. Las abejas pueden buscar néctar en otros lugares, pero yo no me doblego ante sus expectativas. Mi pétalo es una espada desenvainada, mi raíz se hunde en la tierra de la realidad cruda. No oculto mi claridad, ni siquiera cuando la tormenta arrecia y los truenos rugen.

Porque ser auténtico es un tesoro que no se devalúa. Es la moneda de cambio en un mundo de falsedades. Y aunque algunos me miren con desconfianza, yo sostengo mi verdad como un estandarte. En este jardín de engaños y máscaras, soy la flor que no se marchita, la voz que no se apaga. Mi virtud es la honestidad, y mi legado es la autenticidad que perdura más allá de las estaciones.

En este jardín de la vida, Ni siquiera los endulzo, si tienen sal y se les echa azúcar, sabrán horrible.