El sueño que Olvidaste (PARTE II)

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—Mi Lord— Tocaste cuatro veces la puerta de madera oscura —Si no está ocupado, ¿podemos hablar un momento?

—Claro, entra.

El cuartel estaba en silencio y los pasillos a oscuras. Todos los soldados se habían retirado a dormir y los únicos que quedaban despiertos eran los guardias que vigilaban los puestos principales del campamento base y un tal Heraldo fatui en su oficina. Tú, por tu parte, se suponía que debías estar en tu oficina para prepararte para dormir, pero no podías cerrar los ojos sin ver la imagen del cuerpo de tu hermano sobre la nieve.

Durante las últimas horas, te encerraste en tu oficina fingiendo trabajar duro. Sin embargo, hacías todo lo contrario. Caminabas de un lado a otro por el perímetro de la habitación, con la cabeza entre las manos mientras luchabas por contener las lágrimas. Llegó un momento en que se pasó lista para la cena, pero ni siquiera eso te hizo salir de tu oficina.

Después de unas horas de pensar y elaborar una manera de hablar con tu jefe, finalmente se te ocurrió un plan. Del armario, tomaste tus dos pistolas de y te las colocaste en el lugar adecuado de tu cadera. Nunca en tu vida pensaste que tendrías que hacer algo tan drástico como esto... pero siempre había que pagar un precio si te metías con la familia de alguien.

Lo maravilloso de tener una Visión Cryo es que puedes utilizar tus pistolas sin necesidad de un tanque Cryo. Sin embargo, el tanque no es para mostrarlo, sino para controlar la energía Cryo que se introduce en las armas. Puedes disparar proyectiles de hielo afilados y explosivos a los objetivos sin problemas, pero el tanque te permite rociar a tus enemigos con la eterna escarcha Snezhnaya para dar a la víctima una muerte más lenta y dolorosa.

Entonces, aquí estabas, en la oficina del Heraldo Scaramouche, con las armas en la cintura y sin tu tanque Cryo. Cerraste la puerta lentamente y sentiste que se te caía el estómago en cuanto oíste el clic de la perilla. Aunque sus oficinas estaban conectadas por una puerta (separadas por una sola pared), tuviste la sensación de entrar en un territorio nuevo y poco acogedor.

Nunca dejaba de sorprenderte lo bien diseñado que estaba el espacio de trabajo de Scaramouche: había una estantería llena de libros detrás del escritorio, una chimenea crepitante a la derecha de la habitación y un perchero en el extremo izquierdo (allí descansaba su hermoso sombrero). La luz azul de la luna brillaba a través de los pequeños espacios de las cortinas y se notaba que fuera debía de hacer un frío que pelaba.

Al fondo, sentado cómodamente en su lujoso sillón, estaba un Scaramouche muy despierto y sin sombrero. Era el final del día, seguramente estaría un poco cansado, pero no, sus ojos oscuros no mostraban signos de querer dormir. Se dio cuenta de que lo estabas mirando y finalmente dejó la pluma estilográfica en el portalápiz de al lado, esperando a que pasara algo.

Tu mirada se desvió hacia su escritorio y viste una alta pila de papeles esperando a ser leídos y firmados. Casi automáticamente, frunciste el ceño y sacudiste la cabeza: —Señor, pedí hablar con usted si no está ocupado... Está claro que aún hay mucho papeleo por terminar.

—Siempre encuentro tiempo para continuar con mi trabajo. Como puedes ver, te estoy dando toda mi atención... ¿No es muy amble de mi parte? — Scaramouche entrelazó los dedos y apoyó la barbilla en el dorso de las manos, sonriendo con sutil encanto —Hablar contigo es mucho más entretenido que leer estos aburridos documentos.

Sentiste que la distancia entre tú y el escritorio de Scaramouche se acortaba. No sólo te estabas burlando de su mala actitud laboral, sino que además te salió el tiro por la culata en cuanto dijo su respuesta coqueta. Debe haber una manera de hacer que sea al menos un poco cauteloso. Debía tener una debilidad que sólo necesitaba ser descubierta. Y había que encontrarla rápidamente.

Dirty, Little, Traitor [Scaramouche x F!Reader]  ¡Español!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora