Dirty, Little, Traitor [Scaramouche x F!Reader] ¡Español!

La Recompensa de Diez Millones de Mora

El tiempo transcurrido te dio la oportunidad de concentrarte en quién culpar.

Más que nada porque no tenías mucho en qué pensar ya que prácticamente te arrastraban contra tu propia voluntad fuera de la ciudad. La tensión de la cuerda alrededor de tus brazos y piernas hizo que tus extremidades se entumecieran de miedo, no era una sensación agradable, especialmente porque todo esto era evitable. Además, la polvorienta bolsa de cáñamo que estaba sobre tu cabeza hacía que fuera aún más difícil respirar, incluso una pequeña inhalación era suficiente para secarte la garganta.

Era sorprendente que los Ladrones de Tesoros, de todas las facciones en Teyvat, fueran los únicos en secuestrarte con éxito. Honestamente, para empezar, no eras un blanco fácil, pero con todos los secretos que de repente estaban apareciendo a la luz, no estaban mejorando las cosas para ti. Se podría decir que todo lo relacionado con tu hermano, tu jefe y tu viaje planeado de regreso a casa (más la Viajera y el trío de mejores amigos) fueron tus mayores debilidades y distracciones. Los Ladrones de Tesoros no eran más que molestias de terceros.

¿Cuánto tiempo tardaría el grupo de la Viajera en darse cuenta de que me habían raptado...? Tal vez ni siquiera se darían cuenta. Eso no sería una sorpresa, de todos modos, sentías que estaban mejor sin ti. No sólo te sentías fuera de lugar, te sentías como una carga. Solías ser tan útil, tan confiable, pero dejaste esa vida atrás. La gente solía admirarte y respetarte... pero tal vez solo porque trabajabas directamente bajo las órdenes de uno de los Heraldos Fatui más temidos.

Reprimiste el impulso de soltar un gemido de dolor cuando de repente te arrojaron al suelo y te hicieron rodar con fuerza sobre tu estómago. Incluso con un paño envuelto alrededor de tu boca (te habían amordazado hacía un rato ya que no dejabas de amenazarles para que te soltaran), dejaste escapar duras palabras por el duro trato. Obviamente, a los hombres que te tiraron al suelo ni siquiera pareció importarles.

Por las siluetas borrosas que podías distinguir a través de la bolsa de cáñamo, casi podías saber que había otras personas paradas donde estabas acostada. Más Ladrones de Tesoros, lo supiste. Si no estuvieras atada con todas las cuerdas con nudos complicados, habrías luchado para liberarte, incluso sin tus pistolas.

—Tenemos a la pequeña novia de ese asesino —Esa voz que sonaba arrogante pertenecía a ese imbécil que te golpeó en el trasero, Li Dang —¡Puede que se haya librado de dar el primer puñetazo, pero me gustaría decir que vino conmigo sin negarse!

Los hombres de los alrededores aplaudieron, algunos incluso soltaron silbidos intrigados al verte en el suelo.

—Ese consejo que nos dio Bao'er era cierto... —Aquel hermano cobarde, Li Ding, tartamudeaba después de cada palabra —No puedo creerlo... Probablemente deberíamos retener a esta soldado hasta que ella venga... Creo que deberíamos encontrar un lugar donde escondernos antes de que aparezcan los Fatui...

—¡Todo va según lo planeado! Una vez que el Heraldo Scaramouche caiga en el cebo, ¡lo capturaremos como lo hicimos con su secretaria! Parece que de verdad le gusta, ¡será como matar dos pájaros de un tiro! Sin embargo, aún debemos tener cuidado cuando le tendamos una emboscada. Todavía recuerdo el día en que luchó contra nuestros hombres más fuertes y ganó. Lo derribaremos mientras no esté mirando.

—¡¿Mmm?! —Tus palabras fueron amortiguadas por el paño en tu boca. Escucharlos hablar tan despreocupados sobre sus futuras acciones era suficiente para ponerte nerviosa. Había demasiadas cosas sucediendo al mismo tiempo: ¿Qué iban a hacer contigo los Ladrones de Tesoros? No parecía que estuvieran dispuestos a matarte todavía. ¿Realmente iba a venir Lord Scaramouche?

—¡Cállate!

Una patada en tu estómago fue suficiente para silenciarte, por ahora. Tu espalda se dobló al sentir que tosías contra la mordaza de tela. Todo lo que podía hacer era dejar escapar un gemido incómodo y dejar que el dolor persistiera un poco más antes de que finalmente desapareciera, iba a ser un día largo.