CAPÍTULO 5

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Diego apareció otra vez en la puerta de mi casa junto a Laura para esperarme ya que yo era el de los tres quien siempre más tardaba.

— Perdón,me estaba haciendo la coleta. — me disculpé con ambos.

— Un poquito más y te pasabas la hora en casa haciéndote hasta las uñas. — se rió Laura.

— Venga, hay que darnos prisas. — Diego me ayudó a ponerme bien la mochila y los tres a pasos apresurados nos dirigimos al instituto.

Iba a tanta velocidad y concentración en mis pasos que ni si quiera me estaba enterado de lo que pasaba a mi alrededor.

No fue hasta que sentí un tremendo golpe que me dio justamente donde mi cadera en el moratón de mi cintura y caí al suelo.

— Ay ay ay.— me quejé mientras estaba todavía tirada en el suelo.

— ¡Celia!— me novio corrió hacia mí — ¿Estás bien?

— Ay ay ay el moratón.— cerré los puños intentando aliviar el dolor de alguna manera.

Abrí los ojos y miré a la persona con la que me estrellé. Era una chica que no parecía muy lejos de nuestra edad y era muy bonita, no tenía muy buenos aspectos pero que si se arreglaba un poco seguramente era una persona muy hermosa.

Ella también estaba sentada en el suelo y mi amiga la ayudó a recoger las pancartas que se le cayeron de la mano.

— Pollos CFK, ¿alguien quiere? — la chica se preocupó más por vender su producto que lo que acababa de pasar.

— Perdón, no te había visto.— me disculpé por el accidente.

— No pasa nada, son cosas que suelen pasar.— se levantó del suelo para quitarse el polvo de sus pantalones que le quedaban oversize y tomó las hojas que recogió Laura — Gracias.

Mi amiga sonrió.

— ¿Cómo te llamas? — pregunté — Así alguna vez voy a tu tienda para comer y te busco.

— Soy Emma.— me sonrió y me dio una pancarta — Ven cuando quieras.

Antes de que abriera el papel para ver las comidas Diego me lo quitó de la mano y lo arrugó para luego arrojarlo al suelo.

—¿Qué haces?— me asusté de su comportamiento.

— Es amiga de Noa, no puedo permitir que te metes en más líos.— el chico me susurró al oído para que no nos escuchara Emma.

— Ella es muy amable, es imposible que sea amiga de la chica tómbola o lo que sea.— empecé a enojarme — Estás siendo muy celoso conmigo.

— Que no es eso.— Diego perdió la paciencia y se fue sólo.

Laura me señaló la hora de su reloj y también fuimos corriendo al instituto o llegaríamos tarde como consecuencia.

Estuve toda la mañana distraída pensando en lo que sucedió y el comportamiento de Diego, ¿era normal?

En la hora del patio pude liberar mi estrés hablando un poco con mi amiga.

—¿Tú crees que está siendo celoso y por eso no me deja tener más amigos?— pregunté preocupada.

— A ver, yo no sé si de verdad Emma es amiga de Noa o no.— Laura estaba más concentrada en su propio bocadillo que en mí — Pero te digo una cosa , Diego fue amigo de ellos así que debería de saber quiénes se juntaban con ella y quienes no. — se quedó callada al verme que estaba todavía pensativa — Celia, no le des más vueltas. Las discusiones en una relación es normal, luego lo hablas con tranquilidad con él, hacéis las paces y punto final.

— Tienes razón.— sonreí.

— Ven, mi pequeñín.— Laura abrió los brazos y yo me acosté en su pecho para que me diera un abrazo.

Ahora durante el resto de la clase ya no me importó lo que hizo Diego, sólo quería que se acabaran pronto las clases y poder salir del instituto para arreglar las cosas con él, no quiero que nuestra relación se vaya a la basura por una simple tontería. Aunque pensándolo, creo que Noa ya nos ha fastidiado varias veces, muy sospechoso, ¿no estará celosa ella?

Tras tres clases que parecieron siglos por fin sonó el timbre y salí corriendo tras él para disculparme.

No corrí muy lejos, debido a que lo que vi en la entrada me dejó petrificada y Diego ya había clavado los ojos sobre mí, sonriendo con orgullo, por lo que yo acababa de ver y él esperaba que yo viese.

— ¡Noa! — Emma, la chica de esta mañana que conocimos, abrió los brazos y se abalanzó contra su amiga para darle un abrazo — ¿Qué tal el día?

Con incredulidad me quedé ahí de pie donde estaba al igual que Laura observando lo que nos costaba tragar.

— Bien, nada interesante.— Noa encogió los hombros.

— Bueno, mejor el aburrimiento que alguna otra pelea o desastre.— Emma se descolgó de Noa y la cogió de la mano para alejarla de la entrada del instituto — Volvamos a casa, sin ti mi vida no tiene sentido.

Las dos se fueron y Diego en vez de irse como antes quería, se acercó a nosotras.

— Lo siento, perdóname por no creerte.— me disculpé.

— Tranquila, no pasa nada. — mi novio me sonrió y me besó en la frente — No te preocupes, yo sólo quería protegerte. ¿Ahora confías en mí?

Asentí la cabeza como una niña pequeña que había sido recién reñida e hice un puchero.

— No me mires así o moriré de diabetes.— Diego bromeó.

— Vosotros dos sí que me vais a matar de diabetes con tanto amor.— se rió Laura.

Se puso en medio de nosotros dos y nos cogió a los dos del brazo para llevarnos a nuestras casas.

ÁNGEL DEMONIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora