CAPÍTULO 22

23 7 26
                                    

Me levanto hoy con más ánimos y energía para ir al instituto. Ayer por la noche Diego me escribió que no iría a clases porque estaba enfermo y justamente minutos después me escribió Noa para decirme que ella vendría a mi casa a recogerme para irnos juntas al instituto.

Salí por la puerta y ya estaban las dos ahí de pie esperándome.

— Tardona.— se rió Laura.

— Hola.— me saludó Noa — Estaba a punto de derribar la puerta si no salías.

— Perdón por la tardanza.— me disculpé avergonzada.

Las tres fuimos juntas por el camino que siempre iba yo hacia el instituto. Noa se portó muy bien con nosotras. A Laura parecía también caerle bien y además entre las dos se hablaban más que conmigo.

— ¿Y Emma por qué no va contigo al instituto?— Laura añadió.

— Ella no estudia, tiene una año más que nosotros, trabaja.— aclara Noa.

— Claro, en el CFK de tu padre.— recuerdo.

— ¿Y qué haces saliendo con Raúl?— preguntó curiosa mi mejor amiga.

En mi mente suplicaba que ella continuara preguntando cosas para sacar información a la chica que nunca contaba nada sobre su vida.

Tú sigue preguntando.

— No pegáis en nada.— quiso entender Laura.

— Ya, intenté cortar con él pero parece Raúl no quiere.— Noa se encoge de hombros.

— ¿Entonces aún están saliendo?— pregunto.

— Oye, ¿en serio que te gusta Diego?— cambió de tema rápidamente la chica tomboy y luego atacó a Laura — ¿Y a ti te gusta Javier no?

Las dos nos quedamos calladas en seguida. Noa sonrió victoriasamente y su grupo de amigos desde el banco la vitorearon.

— ¡Eres la puta ama!— silvó Raúl.

La sonrisa de Noa se le borró automáticamente y se alejó de nosotras.

— Oye, ¿qué te pasa?— intento entender.

— Nada.— contestó fríamente.

Apartó mi mano de su hombro bruscamente y con desprecio. Ni nos miró y se fue con su grupo de amigos, para luego sentarse con ellos en el banco y compartir el cigarro con Ester la flaca.

— ¿Traes más cigarros? — le pidió Claudia a la recién llegada — ¿O una botellita de whisky?

La chica tomboy abrió su riñonera y le dio un paquete entero de tabaco aparte de una mini botellita a cada uno de sus amigos.

— Yo alucino pepino con esta pava.— Laura se quedó atónita.

— ¿Es la misma con la que antes nos hemos juntado?— yo también me quedo perpleja.

Sonó el timbre y subimos corriendo a clase para llegar a tiempo antes de que nos pusieran un retraso. Mientras que el grupo de Noa llegó 15 minutos más tarde y fueron expulsados fuera de clase.

En la hora del patio Laura accedió acompañarme a hablar las cosas con Noa, aunque creo que sólo aceptó porque ella estaba sola con Javier.

— Hola chicas.— nos saludó el rubio — ¿Se juntan con nosotros?

Él hizo un hueco en el banco para dejarnos espacio para sentarnos, pero Noa no movió un pelo.

— Oye, ¿te has enfadado conmigo? — le pregunto.

— ¿No puedo estar con mis amigos o qué?— sonrió sarcásticamente.

— ¿Tiene que ver con Die...?— llegaron sus amigos interrumpiéndome.

Laura se iba a sentar en el hueco que hizo Javier para sentarse adrede a su lado, pero Sebastián la empujó al suelo y se sentó al lado de su amigo.

— Ey, cabrones, veniros a jugar un partido.— Sebastián abrazó de lado al rubio con una mano.

El moreno Raúl se acercó a mí y me empujó hacia atrás.

— Aléjate de mi novia.— me amenazó con la mirada.

El grupo de amigos se llevaron a los dos que estaban en el banco y se fueron a jugar a fútbol.

Ayudé a Laura a levantarse del suelo, pobre de ella, la vergüenza que tuvo que pasar.

Durante el resto del día, Noa me ignoró, aunque tampoco hice el esfuerzo de buscarla, pues ella no tenía intenciones de hablar conmigo.

Mi amiga y yo salimos cabizbajas del instituto y no nos dimos cuenta de que una persona se acercó a hablarnos.

— Hola chicas. — nos saludó Emma — ¿Por qué esos ánimos?

— Nada.— suspiró Laura.

— ¿Sabéis dónde está Noa?— preguntó la amiga de la chica tomboy.

— Está en el baño fumando con sus amigos.— contestó Laura por mí porque si hablaba iba a llorar.

Creo que Emma se dio cuenta y le pidió permiso a mi amiga para que la dejara hablar a solas conmigo.

— Oye, ¿te ha pasado algo con Pingüino?— se rió.

— Demasiadas cosas para mí.— sollozo — Ayer estábamos muy bien y hoy hasta vino a llevarme al instituto. Pero luego, durante el resto del día me ha ignorado todas las horas como si no nos conociéramos. ¿Entonces por qué ayer me dijo que me consideraba como una buena amiga?

— Mira, Celia.— sonrió Emma — Noa no siempre actúa como es en realidad, no es ella misma. Te digo una cosa, si ella alguna vez te ha sonreído naturalmente, con una sonrisa verdadera, es que te considera de verdad como una persona importante para ella.

Me llegan los recuerdos de la primera vez que me sonrió naturalmente. Fue cuando me pidió ir a su casa para las disculpas y la segunda vez fue ayer, cuando me dijo que me consideraba como una buena amiga.

— Yo ya hablaré con ella para que solucionéis las cosas.— se alejó de mí cuando vio a su amiga salir por la puerta.

Noa la mira extrañada porque estaba conmigo y Emma se hizo de la desentendida. La chica tomboy no le dio más vueltas y le pidió a su amiga volver a casa. Antes de irse, Emma se dió la vuelta y me guiñó el ojo. Esperaré a que hable ella con Noa entonces, aunque tengo pensado una cosa mejor.

ÁNGEL DEMONIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora