CAPÍTULO 33

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Me estaba cambiando el pijama después de recién despertarme. Miré muy feliz el peluche de pingüino que me había regalado Celia y el que le compré yo estaba al lado de ese, yo le había comprado uno de una cabra sacando la lengua. Cuando acabase la reunión de hoy pensaba dárselo.

Terminé de desayunar junto a mis padres y nos fuimos al instituto por la reunión que tenían los padres con la profesora.

Al entrar vi a los padres de Celia con ella en la entrada, pero los adultos estaban discutiendo.

— ¿Esa no es la hija de puta que siempre venía a tu tienda?— mamá señaló con el dedo a la madre de Celia — Contéstame Cristóbal.

— Primero, no la insultes.— mi padre defendió a la mujer — Y segundo, ¿qué más te da que mis clientes vengan a pedir comida a mi tienda?

— Como me entere de que hay algo entre vosotros el precio a pagar será muy caro.— Luisa le amenazó a su propio marido.

Mamá se fue directamente a no sé dónde. No se presentó a la reunión.

Vi que Celia le estaba presentando a su madre a Diego. Apreté los puños para aguantarme las ganas de matarlo en ese instante. El falso estaba fingiendo ser un buen niño delante de la madre para ganarsela. Deberían de darle un premio como al mejor actor y luego me tocará a mí socorrer a Celia de ese maldito imbécil que ni si quiera sabe que le está poniendo los cuernos.

La reunión estaba siendo un caos. Los padres de mis amigos estaban discutiendo con la profesora por cualquier cosa y sobretodo porque eran unos maleducados grotescos.

Mamá todavía no volvía y seguramente tampoco pensaba hacerlo. El padre de Celia tampoco había vuelto. No sé qué cosa pero tenía el instinto de que algo malo estaba a punto de pasar.

— Papá,me voy un rato a buscar a mamá.— le susurré al oído.

Me levanto sigilosamente para no interrumpir a nadie y me voy de la clase. No sabía a dónde dirigirme, así que fui al baño, que era un sitio fácil de encontrar a las personas.

El baño de mujeres tenía la puerta cerrada, al igual que el de hombres, pero por esta última por el hueco de la puerta se asomaba la luz, había alguien ahí dentro. La abrí y lo primero que vi fue cómo mi madre le apuñaló en el pecho al padre de Celia.

Mamá dirigió la mirada hacia mí al ver que alguien había abierto la puerta y me pegó en toda la cara, haciendo que me sangrara la nariz.

— Niñata de mierda, tenía que haberte abortado.— se quitó los guantes llenos de sangre y se fue.

Entré al baño sin dudarlo e intenté detener la hemorragia del hombre, pero era demasiado tarde, ya había perdido mucha sangre y seguramente la hoja metálica le había dañado algún punto vital.

Le tomé el pulso del cuello y definitivamente estaba muerto. Tenía que hacer algo, si la policía interrogaba a los padres llegarían a la conclusión de que fue mi madre quien asesinó a Miguel porque sólo ellos dos no estaban en la reunión. Y si detenían a mi madre también descubrirían las drogas y toda nuestra familia se vería manchada.

Le quité el cuchillo con cuidado del pecho y me asusté cuando alguien abrió la puerta, era Celia y su amiga.

— Noa, ¿qué ha pasado?— rompió el silencio Laura con un hilo de voz.

— Yo...

No sabía que decirle, era mi madre quien hizo esto y no quería delatarla, lo desearía para que se fuera de la casa, pero si ella iba a la policía todos nosotros también nos veríamos perjudicados. Yo también había estado traficando drogas para mis compañeros y mi padre era el esposo de Luisa, y toda mi familia materna eran mafiosos.

— ¿Esto lo has hecho tú?— me preguntó furiosa Celia.

La miré con miedo, no sabía qué decirle y lo peor es no podía defenderme.

— Celia, pero si tú lo odiabas.— intenté buscar una excusa.

— ¡Que lo odie ahora no significa que nunca lo amé!— se alejó de mí — Tú no eres nadie para matar a mis seres queridos. Noa, yo pensaba que tú eras diferente a tus amigos. ¿Por qué esta traición?

Dejé el cuchillo en el suelo e intenté acercarme a ella para darle un abrazo,era lo único que necesitaba, esto no lo había hecho yo y ahora me iban a culpar de esto, pero ella retrocedió. Laura se puso delante suya para alejarla de mí. Que las dos se pensaran que fui yo quien lo mató me estaba haciendo hervir la sangre. ¿No he demostrado ya en varias ocasiones que yo puedo ser mala pero sólo para defender a la gente que quiero y no me pego con gente por la cara?

— ¿Qué te he hecho?— pregunté dolorida.

— Me has decepcionado.— soltó entre lágrimas — Noa, vete a la mierda.

Laura me miró con odio mientras negaba con la cabeza de la frustración y llevó a fuera del baño a Celia.

Me quedé frente al cadáver y sonreí de lo inverosímil que me parecía todo. Un día podía estar pensando en cómo defenderme de mi madre y ahora estaba defendiéndola a ella comiéndome todo el marrón.

La policía llegó de seguro porque Laura la llamó y entraron al baño. Me levanté de inmediato y les dije que yo no fui. Me creyeron.

ÁNGEL DEMONIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora