Prólogo

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Advertencia

Es recomendable haber leído Fairy Luck: La Marca del Fénix

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Érase una vez que se era, la historia de
un lejano pueblo allí en el norte.

En aquel pueblo habitaba una pequeña criatura, un duende, de profesión juguetero. Famoso en el mundo entero por sus asombrosos juguetes, fabricados con una tecnología tan avanzada que solo podía ser considerada como magia.

Niños de todo el mundo viajaban a aquel pueblo con la esperanza de poder ver con sus propios ojos con que nuevo invento los sorprendería el inventor.

El juguetero adoraba su trabajo, ver la ilusión en la mirada de aquellos seres inocentes. Construía para ellos, pero sobre todo, para su mejor cliente. Su hijo.

Era un niño lleno de ilusión y alegría, con una imaginación desbordante. Convirtiéndose en la inspiración del relojero.

Todo era alegría, y el juguetero vivía una vida tranquila.

Pero un día, en una noche tormentosa, el envidioso cuervo, deseoso de los magníficos inventos del juguetero, invadió la aldea. Su graznido fue símbolo de muerte y tristeza en aquella noche amarga.

Al llegar el amanecer, solo quedó la tristeza. El cuervo se había llevado entre sus garras a los niños de la aldea, entre ellos, el hijo del juguetero.

Desesperado, el juguetero pidió al cuervo que le devolviese a su hijo. El mentiroso y travieso cuervo, conociendo del miedo del juguetero, lo engañó.

Le dijo que construiría inventos para él y, si lograba crear el juguete perfecto su hijo se le sería devuelto. El juguetero, confiado de sus habilidades, aceptó.

Pero los años pasaron, y ningún intento satisfajo los exquisitos criterios del cuervo. El juguetero comprendió que el el cuervo nunca estaría satisfecho. Siempre querría más, con el fin de no devolverle aquello que ansiaba y verlo sufrir.

Debido a esto, el juguetero perdió la pasión por la juguetería. El cuervo lo notó, y al ver que no le era útil se deshizo de los servicios del juguetero. Y para disfrutar de su dolor, le desveló la oscura verdad: El hijo del juguetero hacía tiempo que ya había muerto, nunca se lo habría devuelto, pues había sido su cena en aquella noche tormentosa.

Furioso y hundido, el juguetero volvió a su aldea. Derrotado. La felicidad de aquella aldea ya no existía, y solo quedaba la tristeza.

El relojero se aisló en la montaña, donde nadie lo volvería a ver en mucho tiempo.

Una primavera, el juguetero regresó, trayendo de nuevo aquellas maravillosas invenciones a los niños de la aldea. El juguetero en ese tiempo de aislamiento se había prometido que nadie volvería a sentir el terror del cuervo, y ahora sus inventos servirían para alejar a los malvados pájaros.

Y lo logró. Los cuervos cayeron en desgracia y nunca más se supo de ellos. Satisfecho, el juguetero volvió a la montaña, pero antes, los aldeanos le hicieron una pregunta, ¿que harían si el cuervo regresaba?

A lo que el juguetero respondió:

"Cumpliré su deseo. Se cómo completar su prueba, como crear el juguete perfecto. Y nunca más podrá pedirnos nada"

De eso, hace ya 500 años, cuando los Cuervos de Krähennest fueron olvidados y el Juguetero volvió a la montaña.

Hoy, los Cuervos volvieron a alzarse en vuelo y las sombras de sus alas vuelven a cubrir el cielo de Gran Britania.

Yo, solo puedo rememorar está historia, una y otra vez en mi mente, en mis sueños.

Soy un soñador, al que le gusta preguntarse como terminará esta historia.

Si los dioses son reales, si el que me creó está ahi fuera, querría preguntarle lo que sueño preguntar:

¿Nos amas? ¿O solo éramos juguetes para tí?

Hace mucho que estoy solo. Esperando una respuesta tuya, Creador.

Tales of Fairy Luck: AutómataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora