– Fey Latrom –
Tu vida siempre se pone patas arriba cuando menos te lo esperas. Es cuando más tranquilo estás que el golpe es más fuerte.
Estaba contando las ganancias que había tenido ese día, invirtiendo una parte en la Guarida y reorganizando la información del círculo cercano de Odín.
Ya había pasado un año y pico desde que iniciamos nuestro movimiento, y este no se detenía, cada vez estábamos más cerca. Pronto daríamos el golpe final. O esa habría sido la idea.
Alguien llamó a la puerta de mi oficina con la energía de una mariposa que no quiere dañar a la flor en la que se posa.
– Adelante. – Tras mi permiso, una elfina entró, tan tímida como siempre y con el mismo paso nervioso. Cabello anaranjado corto y ojos púrpuras, siempre con ropas livianas. Se acercó con timidez a mí mesa y dejó una buena bolsa de lírkenes. Nota la satisfacción en mi rostro y esconde la mirada – Nada mal... ¿Por qué te escondes monada? Este fruto es obra de tu trabajo.
– Señora... ¿Tengo permiso para hablar? – La pregunta de la elfina me hace reir. Es bastante joven, apenas habrá superado los veinte, y su aspecto frágil... Pedir permiso le pega
– Chica. Esta es tu casa. Recuérdalo. Aquí no tienes que pedir permiso ni perdón
– Perdón, señora.
– He dicho que no te disculpes. Y no me llames señora, apenas soy cinco años mayor que tú. ¿Y ves que tenga algún collar de compromiso como para llamarme señora?
– No, señora...
– Bien. – Dejo mi escritorio, el calor de la chimenea y su crispación es sumamente relajante. ¿Había algo más cercano al reino de Virsha? Lo dudo. Me paseo alrededor de mi nueva empleada, viéndo sus puntos flacos o fuertes. Se estremecía nerviosa cada vez que me colocaba detrás suya. Eso era divertido. Me quedo detrás suya para observar su reacción, ella tiembla nerviosa mientras trata de mantenerse formal – Entonces deja de llamarme “señora”. Llámame Lady Fire...o Fey si quieres ser amiga mía. ¿Quieres ser mi amiga? – Apoyé mis manos sobre la tersa y suave piel de sus hombros con la mayor dulzura que pude. Incluso desde esa distancia podía sentir el poderoso latido de su corazón. Ella trató de mirarme, noté rubor en sus mejillas – Shhh, vista al frente.
Ella obedeció, como era de esperar.
– S...sí... Por favor.
– ¿Como debería dirigirme a tí?
– Liarya... Señ... Fey...
– Un nombre bonito, puede que ni necesites un pseudónimo para trabajar aquí. – Abandoné a la chica para volver a mi escritorio, me relajé y descorché una botella de vino – ¿Bebes?
– N... No.
– Mmm... ¿A los pelirrojos no os va o qué? Mientras no seas tan muermo como F... – Vertí un poco de vino sobre una copa y meneé el líquido para saborear el adorable olor a uvas fermentadas. Su color rojo sangre era sumamente hipnótico.
– ¡¿Quieres que beba?! ¡Beberé! – Exclamó la elfina desesperada.
Levanté un dedo y, con solo eso, la detuve.
– Primera regla de la Rosa de Fuego. No haces nada que no quieras... Cada uno es dueño de su empresa y decide hasta donde llegar. Te veo falta de convicción, entiendo que ese sea tu rollo, pero no puedo tolerar conductas que lleven a abuso. ¿Entiendes? Aceptarías una copa, ¿pero aceptarías que te denigrase?
La elfina pareció dudar ante mi pregunta, mientras se lo pensaba, bebí del vino con toda la calma del mundo.
– Lo siento... – Acabó respondiendo.
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Tales of Fairy Luck: Autómata
Adventure¿Aman los dioses a sus creaciones o somos solo un juego para ellos? La tienda Fairy Luck viaja a las tierras de Hambi con el fin de pasar las fiestas invernales, donde es conocida la historia del Juguetero de Hambi; un famoso inventor que desaparec...