Capítulo 1

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– Michelle Smith –

El mundo mágico es diferente en muchos aspectos a la vida que ya conocía. Eso ya lo sabía, pero es curioso que en todos los lugares hayan costumbres tan similares.

El frío del invierno domina el exterior, y la nieve cae ligera sobre el terreno, formando una mullida alfombra color blanco impoluto.

En la ciudad de Brinchexter rara vez había visto la nieve en su máximo esplendor salvaje. Los quitanieves se aseguraban rápidamente de limpiar los caminos de la ciudad humana de acero y fuego

Todo en el exterior parece dormido, pese al frío, incluso yo me empiezo a viajar al velo del sueño, mientras miro a través de la ventana de nuestra pequeña caravana que ahora es nuestro hogar.

Hemos cerrado la persiana de Fairy Luck,  nuestra tienda de antigüedades y artículos mágicos no puede vender nada en medio del bosque, el pueblo más cercano está a un dia de camino.

Y tampoco debemos llamar mucho la atención, Krähennest, el reino de los elfos, aún nos seguía la pista de cerca.

Tras lo ocurrido hacía ya unos pocos meses, nos habíamos convertido en los criminales más buscados; pese a que habíamos sido nosotros quienes los habían salvado de la destrucción. Detuvimos el despertar del dios de la muerte, Vortrex. Uno esperaría por lo menos un “Gracias”. No un “Tu cabeza, ya sea viva o muerta”

Me recuesto observando con anhelo el exterior, pensando en como hemos acabado en esa situación. El calor de la estufa me adormece aún más, y el chisporroteo del fuego impide que solo se escuche el absoluto silencio del invierno.

Normalmente dormimos en el exterior con tiendas de campaña, pero con el frío y la densa capa de nieve que hay en el exterior ya me veo que volvemos a dormir los cuatro ahí dentro.

No es problema, salvo por el espacio. Pero al menos se está calentito.

Como piromántica y portadora del fuego del dios Kail-un apruebo eso. Me gusta el calor.

A mi lado, Ari está tumbada en el suelo mientras mueve sus ojos de un lado a otro, haciendo ruidos con su boca, como si estuviese viendo una pelota que rebota.

Ari era una hada hormiga, un insecto del tamaño de un ser humano. Como su nombre indica, similar a una hormiga.

Pese a ello tiene rasgos humanos, como dos ojos enormes verdes o una boca similar a la de un humano. En su cabeza hay placas picudas similares a una tiara color plateado, su exoesqueleto es purpura y en su frente hay dos antenas emplumadas.

Pese a que podría ser, a simple vista, amenazante. La hada era todo lo contrario. Literalmente no haría daño ni a una mosca si no fuese necesario.

¿Por qué no decirlo? Era una monada.

Acaricié la gema del colgante que llevaba al cuello, sentí el palpitar del dios Kail-un. Dormitaba en su interior, y gracias a su poder mantenía encendido el fuego de la estufa.

Kail-un era el dios creador del mundo, pero era todo lo contrario a lo que te podrías esperar del dios que lo creó todo

Aquel dios podía ser una molestia por su ego y narcisismo desmesurado e incluso infantil, que ya nos la había liado en más de una ocasión,  pero por lo menos podía llegar a ser útil.

Tales of Fairy Luck: AutómataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora