Capítulo 3

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– Feanor Lake –

– Entonces... ¿A dónde decías que vamos?

Michelle lleva un tiempo comportándose extraño. Está demasiado enérgica y apasionada, sí, incluso para ser ella.

– Es una sorpresa. – Dice canturreando – Te va a encantar.

– Empezamos mal. No me gustan las sorpresas.

– Venga, jefe. Sonría un poco. Ari ya se lo está pasando genial.

Ari da saltitos, pisando la nieve tan fuerte como es capaz, dibujando formas en la misma mientras entona una melodía.

– Pero Ari se emociona con todo... – Comento.

Seguimos a Dolby, mientras avanzamos por un sendero de montaña. Las copas de los árboles están cubiertos de una capa blanca que se despriende cuando los pequeños animales que en las copas habitan se mueven.

Las pisadas mecánicas de la pesada armadura de Festo ayudan también a esto.

En habitáculos cavados en la corteza de los árboles veo el brillo de algunas hadas pixie que hibernan. Las hadas pixie apenas miden diez centímetros y pueden habitar en cualquier árbol, por lo que es muy común verlas en cualquier bosque cercano a la civilización, donde pueden conseguir azúcar con facilidad.

Al sentir nuestra presencia, una de esas hada pixie se asoma de su madriguera. Son parecidas a Ari, salvo por la diferencia de tamaño, su aspecto más insectoide, sus colores más vivos y sus alas del doble de largo que su cuerpo.

Debe de ser la matriarca del enjambre, porque es más grande que una hada pixie normal.

Ari se acerca a la pequeña hada con curiosidad, ambas mueven sus antenas casi a la par. La hada pixie extiende sus alas, Ari cree que es un juego y comienza a toquetear a la hada con sus patas, lo que provoca que la pequeña suelte un chillido ensordecedor para su tamaño mientras hace vibrar sus alas a toda velocidad e ilumina el ambiente con la luz que desprende de su espalda.

Ari se asusta por la reacción de defensa de la pixie y se esconde tras de mí.

– ¡Reina! Quiere hacer daño a Ari. – Lloriquea.

– Eres consciente de que eres como cien veces su tamaño, ¿verdad? – Pregunto algo divertido.

La hada pixie mira con condescendencia y superioridad como la hada hormiga se esconde tras de mí, y vuelve al interior de su nido, satisfecha

No hay nada que una hada pixie disfrute más que demostrar su superioridad ante otros.

La maleza se abre ante nosotros y llegamos a otra explanada nevada, una montaña reina el lugar.

Es una montaña extraña, parece partida en dos, como si un canal la recorriese entre medias. Parecída a las fauces se un gigantesco animal que emergen del suelo. A los pies de la montaña, un agradable pueblo descansa.

Son casas muy parecidas a las que ya conocemos de Hambi, de hecho, en realidad es una continuación del propio Hambi que está separada por el denso bosque.

Al lado del pueblo, separándolo de la montaña, un río cruza el lugar, un río que está congelado, al igual que el agua del puerto.

La diferencia principal erradica en algunos edificios de piedra con chimeneas enormes de las que sale humo negro. Deben de ser fábrica o herrerías. También, aquí no solo hay elfos de las nieves, sino que también hay duendes.

Es raro verlos deambular por las calles,  las pequeñas criaturas de apenas treinta centímetros suelen preferir vivir en lugares cerrados y aislados del aire libre. Además, en Krähennest todos viven en las fábricas de Odín.

Tales of Fairy Luck: AutómataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora