Capítulo 16

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– Dunkenor –

La situación es desesperada, ya ha caído gran parte de las fuerzas de apoyo coloniales, el centro de Krähennest es el maldito reino de Vortrex, y los duendes lo invaden todo.

Hemos planificado la retirada, el Lobo Leo guía las rutas de escape para evacuar a los heridos.

Pese a que hemos perdido los alrededores de las fábricas, y ya se está ordenando a la población y a los Cuervos evacuar al Segundo Círculo para resguardarse tras lo que queda de las murallas, donde los Cuervos fronterizos se reagrupan para evitar el avance de los diablillos.

Yo, aún tengo una misión, avanzo malherido hacia el hospital donde Nath me convirtió en líder de unidad.

Aún no han evacuado, a todos, los pacientes de las alas altas son los que están en estado más grave y no pueden abandonar el hospital. Por lo que aún quedan Cuervos allí, resistiendo. Incluso los Ciervos Blancos; sanitarios sin experiencia real en combate, aguardan armados, esperando la llegada inminente de los autómatas araña.

– Debo... Proteger el hospital... Soy un Cuervo Defensor... Es... Mi... Misión...

Apenas me tengo en pie, mi brazo derecho cuelga lacio, con un horrible color morado. Mi visión se tiñe de rojo.

Estoy solo, no pocos han sido los intentos de detenerme en mi empeño. Pero soy un Cuervo, y debo cumplir mi misión hasta la última consecuencia.

No hay sacrificio demasiado grande.

Me desplomo al llegar a la entrada del hospital, junto a las barricadas. Los nobles abren un hueco en su barrera protectora, y los Cuervos Blancos me recogen, aplcando hechizos curativos sobre mis heridas.

– ¿Cómo está vivo? Esas heridas no son normales...

– Debe de tener una voluntad muy fuerte.

– Magia negra. Eso lo explicaría todo.

Se me cierran los ojos, de forma parpadeante,como una ilusión, un gigantesco búho sombrío de ojos brillantes se aparece ante mí.

¿Es el devorador, suplicando por mi alma?

Mi visión se aclara, desde lo alto del edificio vuelvo a ver a esa sombra de humana. Sonriendo.

– Mary... – Soy capaz de pronunciar, y la “humana” desaparece, como si nunca hubiese estado allí, solo una pluma de cuervo que flota en el aire y se desvanece antes de tocar mi piel.

El avance de los autómatas es continuo, ya se ven en el horizonte, y sus disparos impactan contra las barreras de los nobles, que dan todo por resistir, pero no lo harán por mucho más.

Los Cuervos Blancos que me han atendido vuelven a sus armas, salvo uno.

– ¡Este todavía se muere!

– ¡¿Si no ayudamos morirán muchos más?! Hay que dejarlo.

El sanitario suelta un insulto al aire, para luego suplicarle a los dioses. Cree que va a morir...  En realidad, no está muy desencaminado.

Logro aferrar mi arma, y levantarme. Avanzo trastibilleado hacia las coberturas y me derrumbo junto al resto de soldados. Apunto con el rifle Testla, mis balas no van a hacer nada contra el blindaje de esas cosas, ¿pero que más puedo hacer?

Me tiemblan las manos, tengo miedo. Se me empañan la vista, debo de quitarme el casco para poder limpiarme los ojos.

Apunto, tomó aire, y disparo. Una, y otra, y otra...

Nada.

Las máquinas son imparables, pronto, mi arma se queda sin energía. Agarro escombros, y las lanzo utilizando mi propia magia como proyectil, como si fuese un salvaje.

Tales of Fairy Luck: AutómataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora