Epílogo

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– Dunkenor –

Despierto en una mullida cama acolchada, como si todo se hubiese tratado de un mal suelo. Solo que aún siento las lesiones, y estoy conectado a máquinas y cristales sanadores en una habitación de hospital. Al apreciar por los detalles, no es una habitación barata.

Casi parece un piso acomodado, tengo baño, estanterías repletas de libros y papiros, junto a un gran ventanal desde el que puedo ver la inmensidad de la ciudad del Gran Árbol. Donde siempre es penumbra, pero la luz de los edificios da color.

La vida parece recuperarse poco a poco en aquella ciudad con heridas aún recientes, que, como yo, se están sanando.

Sobre una percha, descansa un nuevo uniforme de Cuervo, la capa oscura refleja la luz con colores púrpuras y un félix también color púrpura la adorna. El fénix vuela hacia arriba y su cola parece formar una L.

Jamás había visto esos símbolos en una armadura córvida.

En mi mesita de noche, reposa un casco de Cuervo, del cual salen voces, como si de los anuncios de megafonía de la ciudad se tratasen. ¿Un sistema de radio como el que usan los humanos?

Escucho las noticias de Krähennest mientras trato de despertar del todo, debo de estar anestesiado hasta las cejas.

En las noticias hablan de lo que ha pasado tras la amenaza duende, todos los duendes han sido llevados a campos para su estudio y comprobar si siguen influidos por el Juguetero. El Consejo aún no tiene claro que hacer con ellos.

El propio Juguetero había sido apresado por Nath Lake, y encarcelado en Krahenfort, la cárcel de máxima seguridad donde Fenrir fue encerrado tiempo atrás. Solo que tras su huida, había sido remodelada y renombrada.

Allí, el Juguetero y sus cómplices pasarían el resto de sus vidas.

Las noticias terminaron conque Fenrir, y los miembros de Fairy Luck: Michelle Smith, la demonio de Krähennest y la hada hormiga, habían desaparecido de nuevo sin dejar rastro alguno.

Seguramente, huyendo a través del mar Titán.

Una tonadilla musical relajante continuó a las noticias, lo poco que había conseguido despertarme se fue al garete y quedé postrado en la cama.

La puerta de mi habitación se abrió, una Cuervo de alto rango, notorio por sus hombreras plateadas sobre su capa, entró con paso firme. Se quedó observando el paisaje a través de mi ventana, sin saludarme siquiera. La puerta se cerró al poco rato.

– Vaya... Tienes buenas vistas. Te las has ganado. Parece que los del Memorial's Feline están en deuda contigo.  Aquí solo entran nobles de muy alta cuna, y por tu cabello verde, dudo que seas uno. Felicidades. – Me fijé que en su capa estaba el mismo símbolo del fénix púrpura en forma de L – Oh, no me he presentado. Qué falta de modales – La elfina se quitó el casco, mostrando cabellos azul marino hasta la cintura, y una tez tan pálida que se veía incluso en la penumbra. La elfina me miró con unos ojos rojos como la mismísima sangre.

Tragué saliva. Era imposible...

– No hace falta... Eres Nath Lake. – Expongo – No hay otra elfina igual. Es un honor, señora.

– El honor es mío. El logro más destacado de mi vida es nacer. Tú, has defendido Krähennest hasta el final, has defendido este hospital como te ordené. Tenía grandes esperanzas en tí, Dunkenor. Y las has superado con creces, vuelvo y lo primero que me dicen es que un Cuervo de la unidad de defensa ha logrado que Cuervos y Lobos colaboren. Insólito cuanto menos.

– Eso tengo entendido que se castiga como deserción dentro del elército córvido. Hacepto el castigo de buen grado, hice lo mejor que creí para Krähennest.

Tales of Fairy Luck: AutómataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora