—Adiós, gracias por venir. —Zee finalmente cerró la puerta detrás del último invitado, asegurándola con un giro firme de la llave. Un suspiro de alivio escapó de sus labios, el sonido de la cerradura resonando en la tranquilidad que comenzaba a invadir la casa. Había sido un día largo, lleno de risas, música y conversaciones, pero también de pequeños momentos incómodos y tensión no resuelta. Pero finalmente, todo había llegado a su fin.—Listo. —Dijo Zee, dando un último vistazo a la casa antes de girarse hacia NuNew, que se acercaba con una expresión cansada pero suave.
—Al fin... —NuNew sonrió con un aire de agotamiento, sus ojos brillando con una mezcla de cansancio y satisfacción. Había pasado todo el día ayudando, organizando, y asegurándose de que todo saliera bien, pero la verdadera misión del día había sido poner a Ton a dormir. Había sido un esfuerzo constante, como siempre. —Acabo de lograr que Ton se durmiera.
—Esa niña tiene mucha energía. —Zee comentó, un toque de diversión en su voz, aunque la verdad era que, detrás de sus palabras, se encontraba la misma admiración que NuNew sentía por su hija. Ton era como un pequeño torbellino de curiosidad y entusiasmo, siempre saltando de un lado a otro, nunca cansándose, nunca dejando de reír. Su energía era contagiosa, pero también agotadora.
NuNew asintió con una sonrisa cansina, sabiendo que lo decía en tono de broma, pero comprendiendo perfectamente lo que su alfa quería decir. Justo cuando pensaba que había encontrado su momento de paz, Zee lo rodeó con sus brazos, abrazándolo con ternura.
—Faltan muy pocos días, cariño. —La voz de Zee era suave, pero había algo de preocupación en su tono. El día de la llegada estaba cerca, y con ello la realidad de lo que significaba para ellos. Los días se deslizaban rápidamente, y aunque intentaban no pensar demasiado en ello, la incertidumbre estaba presente en cada conversación, en cada gesto.
—Lo sé, estoy asustado. —NuNew confesó, su voz apenas un susurro mientras se apoyaba un poco más en el abrazo de Zee, buscando en él la calma que tanto necesitaba. A pesar de la confianza que mostraba ante los demás, ante su hija, ante la familia, la ansiedad lo invadía cada vez que se quedaba solo con sus pensamientos. El miedo de no estar a la altura, de que algo saliera mal, se colaba en su mente sin previo aviso.
Zee, sintiendo la tensión de su omega, acarició suavemente su espalda, buscando transmitirle su apoyo, aunque también se sentía perdido en sus propias inseguridades. No era fácil hablar de estos miedos, de las expectativas que pesaban sobre ellos, pero ambos sabían que no podían ignorarlas.
—No te presiones. —Zee susurró, su voz calmada, aunque sus propias palabras también estaban llenas de un leve temblor. —Incluso si no lo logramos en el primer intento, no tienes por qué sentirte mal, ni mucho menos pensar que eres menos omega.
NuNew levantó la cabeza, encontrándose con la mirada firme de su alfa, y en ese instante, sintió cómo su pecho se aliviaba un poco. No era solo el amor lo que Zee le ofrecía, sino una comprensión profunda, una aceptación de las inseguridades y miedos que ambos compartían.
—Mi linaje es el más fértil. —NuNew continuó, su voz perdiendo algo de la confianza habitual mientras las palabras fluían. —Si no puedo dar a luz cachorros, significa que no sirvo para lo que se me creó. Soy un omega defectuoso.
Zee negó inmediatamente, un gesto tan rápido como instintivo, casi como si no pudiera permitir que esas palabras siguieran en el aire. Se acercó a NuNew y lo besó suavemente, de forma breve pero cargada de significado. No podía soportar que su alfa pensara de esa manera.
—No eres defectuoso, Nu. —Dijo Zee, separándose ligeramente, sus ojos llenos de ternura. —Y no tienes que darme hijos para ser valioso. No eres una máquina de parir. No tienes que cargar con esa presión.
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El favorito del jefe [ZEENUNEW] OMEGAVERSE
FanficUn omega cómo NuNew, viudo, desempleado y con una hija, nunca creyó volverse el objetivo principal del empresario más cotizado de toda Tailandia, un alfa malhumorado de 30 años, soltero y con un inexplicable odio por los niños. Zee Pruk Panich, lo q...