Capítulo 12

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Aleksandra.

Oh por dios. Oh por dios. Oh por dios.

Intento respirar profundamente mientras que mi mente trata de borrar lo que acabo de ver, pero me es imposible. Ni siquiera era capaz de procesar todo lo que acaba de suceder en menos de cinco minutos.

Observo con más interés la salamandra que se encuentra en una de las esquinas de la pared, evitando a toda cosa mirar el cuerpo desnudo de mi jefe mientras que su cosa, apunta directamente hacia mí.

No lo veas, Alek.

Hagas lo que hagas, no lo mires.

Sigue mirando esa bonita salamandra de la pared, y podrás fingir que nada ha pasado.

¿Es un buen momento para plantearme la idea de huir?

¡Sí, sí, sí!

Me daré la vuelta y me iré, fingiendo que no he visto a mi jefe desnudo. Mismo que me ha besado más veces de las que puedo contar y por mucho que lo golpeara en el rostro, no cambiaba el hecho de que me había gustado cada uno de los besos descarados que me ha dado.

Sin embargo, este no es el tema en cuestión.

Si no el hecho de que tuve la brillante y obtusa idea de venir a su apartamento entrada la noche. Solamente para preguntarle una duda, misma que podría haberle preguntado mañana en el trabajo, pero una parte de mí, no quería esperar hasta mañana.

Una excusa bastante tonta de mi parte.

Ahora, mis acciones tienen una vergonzosa consecuencia.

La peor que he pasado probablemente en todos mis veinticuatro años.

El carraspeo de mi jefe, me saca de mis pensamientos y por acto de reflejo, vuelvo a mirarlo a la cara, pero mi escrutinio no dura demasiado, cuando de forma inconsciente mis ojos se deslizan hacia el camino de toda su piel y me detengo un momento en su...cosa.

Es...grande.

¿Todas las cosas que tienen los hombres entre las piernas son así de grandes?

Frunzo el ceño ante el pensamiento de mi mente, antes de que sacuda mi cabeza y nuevamente, mi mirada por una fracción de segundo se detiene en la cosa que tiene en medio de las piernas.

Aparto la mirada en un movimiento seco, y esta vez, son los ojos grises azulados los de mi jefe, los que me miran.

Por la expresión de su rostro, estaba seguro que compartía el mismo sentimiento acerca de esta bochornosa situación, antes de la oculte rápidamente detrás de esa sonrisa de asno satírico y arrogante, mientras que un brillo ligeramente divertido se asoma en su mirada gris azulada.

—Miren nada más lo que tenemos aquí...— ladea su cabeza, mientras recarga su cuerpo carente de ropa en el marco de la puerta—, ¿quién es la acosadora y asesina serial ahora, señorita Death?

La burla en su tono de voz, finalmente, hace que desvíe mi atención del momento bochornoso que estamos pasando. Estrecho mis ojos levemente en su dirección, antes de que los coloque en blanco.

—Afortunadamente, nadie ha sido tan obtuso para quitarle el puesto aún, señor Stirling— respondo con una falsa alegría. Esta vez, sus ojos son los que se estrechan fijamente en mi dirección—. Y dudo que llegue alguien con la misma nula capacidad de supervivencia, para tan siquiera querer superarlo en el aspecto de acosador y asesino serial.

—Lo dice la que se encuentra en la puerta de mi apartamento.

—Lo dice el lunático exhibicionista.

Diablo Ruso (HDLF #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora