Capítulo 07

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Patrick.

Aún con el dolor punzante de mi cabeza y rostro, entro en mi oficina para caminar hacia el baño privado que tiene. Una vez adentro, saco el pañuelo que siempre llevo conmigo y abro el grifo del agua fría para mojarlo y terminar de limpiarme la sangre que sale de la parte trasera de mi nunca.

Hago una pequeña mueca ante el dolor punzante que me recorre en la base de mi nunca, mientras que un poco de sangre, sigue saliendo de la herida y hago un poco de presión, antes de abrir el botiquín de primeros auxilios que hay detrás del espejo y tomo algo de antiséptico.

—Joder...— gruño un poco, cuando el escozor me recorre en toda la nuca por la herida, pero no puedo evitar que una risa baja salga de mis labios al recordar a la persona responsable de mi estado de dolor—, se lo reconozco, señorita Death. Ese ha sido un buen golpe.

Demonios, eran las pocas veces que recordaba haberme quedado inconsciente por un golpe en mi cabeza. Una de ellas, fue la vez que estuve a manos de los talibanes y sus torturas, pero desde entonces, siempre me he caracterizado por tener reflejos rápidos para evitar ese tipo de situaciones.

En mi mundo, quedarse en la oscuridad de la inconsciencia, podría significar tu muerte y perdición.

Nunca es bueno perder el conocimiento en la mafia. Tus enemigos se aprovechan de eso, hasta que te tienen suplicando de rodillas por piedad, pero no conmigo.

El Diablo, no suplica, ni se arrodilla.

Yo vivo para que se arrodillen y supliquen ante mí, no para que me arrodille ante los demás.

A excepción de mi hermana menor, con esa mujer, sí tengo que llevarlas con cuidado, si no quiero sufrir una sus venganzas como el año pasado, con los condones llenos de salsa picante.

Un estremecimiento involuntario me recorre en la columna, al recordar ese hecho de la mini guerra que traíamos Calipso y yo, cuando Ethan, se encontraba de viaje por los asuntos de la mafia junto a Anastasia.

No gracias.

No pienso volver a pasar por lo mismo.

Mejor llevar la fiesta en paz con la renacuaja, si quiero conservar la integridad de mis pelotas otro par de años.

Después de unos diez minutos, finalmente, termino de curarme la herida de mi nuca y tiro a la basura lo que he usado, antes de cerrar el botiquín, para caminar en dirección al armario que también tiene el baño, mismo que se encuentra despejado de la ropa inservible de Kirk Gastrell, para ser reemplazada por algunos cambios de mi ropa para casos de emergencia.

Sin embargo, no pensé que ser golpeado por una enciclopedia formaría parte de una emergencia.

Me quito el saco y la corbata junto a la camisa para cambiarla y la alzo, notando la mancha de sangre en el cuello de la tela y parte de mi espalda, antes de que la doble de forma cuidadosa para guardarla en el bolso negro que tengo con la ropa sucia, misma que le llevaré a la ama de llaves de mi apartamento.

Cambio mi camisa por una nueva y al final, decido dejar la corbata de lado y la guardo en el mismo bolso, antes de mirarme frente al espejo que tiene el baño. Hago una pequeña mueca que me envía una punzada de dolor en la mandíbula, al ver que casi todo el lado derecho de mi rostro se encuentra inflamado.

En definitiva, la señorita Death, no midió la fuerza de sus golpes contra mí.

No es que me molestara, en realidad— bueno, solo un poco —solamente, me hizo algo de gracia que ni siquiera dudó en defenderse ante una posible amenaza, incluso aunque se encuentre con una evidente resaca de los mil demonios.

Diablo Ruso (HDLF #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora