Patrick.
La expresión de Aleksandra, era digna de una fotografía al conocer a Calipso.
Muerdo el interior de mi mejilla, tratando de ocultar la sonrisa que se quiere formar en mis labios al ver la expresión llena de sorpresa en mi pequeño angelito. Admito que no se me había pasado por la cabeza que Aleksandra conociera a mi hermana pequeña, dado que Cal, venía de entrada por salida sólo por el fin de semana, no vi necesario que se conocieran.
Ahora, viendo cada una de las emociones que cruzaban por su bonito rostro, lo hubiera hecho antes con tal de ver esa sorpresa e inocencia rebosando en todo su esplendor en sus ojos color chocolate oscuro, mismos que me había gustado verlos nublados por el deseo y la lujuria como hace una semana.
No había día en que no pensara en el fin de semana pasado. Desde su llamada telefónica un sábado a las tres de la mañana, hasta la cantidad de veces que la hice correrse sobre mi boca en diferentes posiciones que se me ocurrieran, hasta que terminó completamente cansada sobre mi cama.
Cada segundo de ese fin de semana pasado, ha estado fresco en mi memoria a todas horas durante toda esta semana de locura en la editorial. Por un momento, podría hasta jurar que es lo único que me ha mantenido cuerdo para no matar a todos mis empleados— menos a ella — por ser unos inútiles e ineficientes al cumplir unas simples órdenes.
Recordaba cada sonido, jadeo y gemido que salía de su boca e incluso, había memorizado cada maldito sinónimo que había usado para insultarme, halagarme y maldecirme por todo el placer que le había dado sólo con mi boca.
No podía esperar a escuchar los nuevos sinónimos que tenía para mí, una vez que perdiera mi verga por completo contra su coño.
Maldita sea, que me condenen si no estoy ansioso que nuevos sinónimos insultantes haya aprendido para cualquier motivo que tenga contra mí.
De tan sólo pensar los suaves gemidos, jadeos y sinónimos que emitirá contra mi oído una vez que rompiera la delicada barrera que la mantenía en estatus de ángel puro e inocente, toda mi verga se ponía tan dura contra mis pantalones que hasta las pelotas me dolían y me remuevo en mi silla, buscando una manera de luchar contra la creciente erección que tenía a simple vista.
En mi defensa, diré que la culpa la tiene el bonito angelito de ojos chocolate que se ha puesto un pantalón que le ciñen muy bien las piernas.
Demonios, lo mucho que me gustaban sus piernas torneadas, no tenía precio alguno.
Probablemente, tendré que masturbarme con sus bragas en mi baño...otra vez.
A pesar de que Aleksandra estaba perdida en el placer que le estaba dando, cumplió con su palabra de dejarme sus bragas como regalo de una buena sesión de sexo oral, mismas que he usado durante esta semana para darme placer a mi mismo como un puto adolescente hormonal de preparatoria, debido a nuestra falta de tiempo con todo el trabajo que se ha venido encima.
Ella me dejó de regalo sus bragas empapadas de sus orgasmos, y mi Diablo interno esperaba que tuviera el descaro y la intención de irse a su casa sin ropa interior, hubiera sido un espectáculo digno de ver y pagar de ser necesario, pero no fue así.
Cuando menos me di cuenta, se había robado uno de mis boxers favoritos y no tenía la intención de regresarlos, a menos que estuviera dispuesto a regresarle sus bragas lavadas y limpias.
Entonces, mis boxers han pasado a mejor vida, y yo he tenido que masturbarme con sus bragas.
Un trato justo, ¿no creen?
Sin embargo, no me bastaba por completo.
Quería más de Aleksandra.
No, no quería más de mi pequeño ángel.
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Diablo Ruso (HDLF #2)
Ficción GeneralHerederos de las Flores #2 El Diablo y un ángel. Dos mundos completamente opuestos. Ella era el cielo en la inocencia, él era el infierno en persona. Sus caminos no debieron juntarse, pero por alguna razón, el destino lo ha querido así. Patrick Stir...