Parte 16: Un Día Único

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— ¡Buenas, buenas! ¿Qué va a llevar? ¡Llévele, llévele! — gritó Leonardo antes de cerrar el puesto de flores en el que estaba.

Leonardo había ido hacia la ciudad de México en compañía de All Might debido a unas cuantas investigaciones y procesos legales que tenía que hacer, pero estando allí, su tía le pidió que se hiciera cargo de su puesto de flores en el mercado de Jamaica.

En la ciudad, el joven se pudo relajar con su familia, sintiéndose cómodo por estar en su país, ya que podía hablar en su idioma natal, a pesar de estar en una de las ciudades más escandalosas del mundo.

— ¡Leonardito! — dijo un señor muy mayor al lado del puesto de Leonardo

— ¡Don Chui! Qué bueno verlo — respondió el joven amablemente.

— Ya no te había visto por aquí en mucho tiempo.

— Sí, fui pa' los Estados Unidos a estudiar.

— ¡Ah no manches! Pues bien, pero te regresaron, te deportaron o qué pasó ahí.

— No, cómo cree. Vine de visita a atender un asunto familia, mi Chui. De hecho, orita que cierre, me lanzo a resolver eso precisamente.

En la noche de ese mismo día, Leonardo estaba caminando junto a Logan yendo hacía un club de un barrio oscuro y muy peligroso.

— Espero que la información que conseguiste sea correcta — comentó Leonardo —. ¿Por qué el profesor no pudo leer la mente del tipo que estamos buscando?

— Dijo que tenía que resolver unos asuntos con un conocido, así que tendrás que conformarte conmigo — respondió Logan.

— ¿Conformarme? La verdad contigo me atrevo a venir a estos lados — contestó el chico.

Al acercarse al club, el cadenero los detuvo al ver a Leonardo, pero con solo el gesto intimidante de Logan se apartó permitiéndoles el paso a ambos.

La música a todo volumen, gente bailando y luces de flash hicieron un ambiente nada agradable para Leonardo, pero eso era lo de menos pues los dos mutantes avanzaron hasta llegar con un señor vestido muy elegante y con un sombrero negro.

— ¿Tú eres Santos? — preguntó Logan.

— ¿Quién pregunta? — respondió el mafioso con otra pregunta.

— Lo estamos buscando para hacerle unas cuantas preguntas — Logan volteó a todos lados viendo como hombres armados los rodeaban poco a poco.

— ¡Váyanse a la chingada! ¿Qué no ven que estoy bebiendo? — tras decir eso, el mafioso se tomó de un tragó el vaso de cerveza que tenía.

— Escúcheme señor, necesitamos que conteste ahora — intervino Leonardo —. Por favor, prefería hacer esto por las buenas de una.

— A ver, pendejito. Me vale una chingada tus pinches necesidades así que los dos, lléguenle a la verga los dos o me los quiebro — dijo el mafioso.

Al ver que el ambiente no paraba de tornarse peligroso, Leonardo sacó las manos de los bolsillos y vio directamente a los hombres que lo rodeaban.

— No quiero hacer esto, pero si tantas ganas tienen de rifarse un tiro, entonces les aviso de una que, aunque no sea doctor, si les ando sembrando jardinero, si les voy a sembrar un vergazo.

Antes de que se armaran los guamazos, una explosión sacudió el establecimiento seguido de varios disparos alarmando a la gente que empezó a correr hacia la salida.

— ¡Es hora de las putas chimichangas! — dijo una vez emocionada con un ligero acento canadiense.

— Hay, no pude ser — exclamó Logan con molestia.

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