Como era de esperarse, muchos de mis compañeros alargaron sus vacaciones y faltaron el primer día de clases de este segundo bimestre. Luego de escuchar las palabras del director, subimos a los salones y nos ubicamos en nuestros sitios. Para buena suerte nuestra, el profesor de Razonamiento Matemático no había ido, así que tuvimos cerca de una hora libre. - Oye Joaquín, ¿leíste mi mensaje en el Facebook? - Quiero pedirte disculpas. - ¿Por qué? ¿Por abrazarme? - No sabía lo que hacía. Te vi con un poco de frío y yo solo quería protegerte... - Ya cállate. Te dije que no estoy molesta. Vas a hacer que me ruborice y eso no me gusta. - Natalia tenía la piel tan blanca como la nieve y se veía tan dulce cuando se sonrojaba. - Está bien. Al menos tuvimos unas buenas vacaciones. - Joaquín, te voy a hacer una pregunta y quiero que me respondas con sinceridad. - ¿Qué pasa? - Ya hablé con Yazmín acerca de esto, pero ella me dijo que mejor hable contigo. - Natalia, me estás asustando. - El día viernes hablé con Esteban y él me dijo algo que no esperaba. - ¿Qué te dijo? ¿Te fastidió? - No es eso... Me dijo que le gustaba y que quería que fuera su enamorada. - Sentí que esas palabras se clavaban en lo más profundo de mi alma, y mi corazón se fragmentaba en miles de pedazos. - ¿Qué... qué le dijiste? - Le dije que lo iba a pensar. No sabía que responderle. Apenas lo conozco, sólo sé algunas cosas de él. Dime, ¿qué debo hacer? - Eso... depende de ti, tú eres la que decide, no yo. - Eso no me ayuda, Joaquín. No sé qué hacer, estoy desesperada. - Entonces, cálmate y toma la opción que mejor te parezca: estar con él o no. - Más parecía que las opciones eran: Párteme el corazón o quédate conmigo. Si ella estaba desesperada, yo estaba ahogándome en un mar de angustias.
Entró el director y nos dijo que el profesor estaba por llegar. No hablé con Natalia si no hasta el recreo, pero esta vez estaban Yazmín, José, Sandro y Lucía. Al comienzo, yo no hablaba, solo escuchaba. - ¿Eso te dijo? - Si, José, y no sé qué hacer. - ¿Qué más te dijo? - Me dijo que lo pensara por unas semanas. - Vaya, eso sí que es inesperado. - Lo sé, Lucía. Una no puede decidir sobre este tema en tan corto tiempo, no lo conozco tanto como para dar una respuesta. - Oye, Joaquín. ¿Estás aquí? ¿Por qué no opinas? - Yo ya le di mi opinión y no pienso hablar del tema. - Como no quería seguir escuchando aquello que me hacía daño, me aleje de ellos. No sé qué más hablaron, pero sentí la mirada nostálgica de Natalia sobre mi espalda, pero lo peor no ocurría aun. - Oye, Joaquín. ¿Te puedo preguntar algo? - Al escuchar esa voz, me di la vuelta para ver de quién provenía. - ¿Qué quieres, Esteban? - Eres amigo de Natalia Paredes, ¿cierto? - Si, ¿por? - Quiero regalarle algo para cuando me dé una respuesta. Así, le demostraré cuanto la am... - Antes de que termine la palabra, mi puño ya estaba en su mejilla y, segundos después, Esteban La Rosa estaba tirado en el suelo. No pude contenerme, sentí que mi cuerpo se dejó llevar por la cólera; así como cuándo se dejó llevar por el amor y abracé a Natalia. Pero lo peor fue que ella, Natalia Paredes, vio toda la escena.
Me llevaron a la dirección y sólo me pusieron una anotación en el cuaderno de control. No me pusieron mayor castigo debido a que era la primera vez que accionaba de esa manera. Cuando llegué a mi casa, mis padres se preocuparon y dialogaron conmigo acerca del tema. Ellos me explicaron que nunca debo dejarme llevar por los sentimientos. Luego de esa conversación, les pedí disculpas y les prometí que nunca más pasaría algo igual.
Al día siguiente, Natalia no me quiso hablar, ni siquiera mis amigos. Con los únicos que pude hablar fue con Héctor Cruz y Ricardo Espinoza. - Oye, ¿por qué lo golpeaste a Esteban? - No sé, simplemente lo hice. - Debes de haber tenido un motivo muy fuerte para haber hecho eso delante de todos. - Tal vez sí lo tuve, Héctor. - Y, ¿cuál fue el motivo? - Para mí que fue por Natalia, ¿o no, Joaquín? - Tienes razón, Ricardo. Fue por ella. - Cuenta, pues, ¿qué pasó exactamente? - Esteban le dijo a Natalia para que sea su enamorada, pero ella no sabe qué decidir. - ¿Por eso le pegaste a Esteban? - No. El motivo fue que el muy idiota se me acercó a preguntarme qué le podría regalar a Natalia, si ella decía que sí, y eso me hizo explotar. - Te gusta, ¿verdad? - No sabes cuánto. Pero ahora ella está molesta conmigo.
Pasó la primera semana y su indiferencia se hizo más notoria y más grande. Al llegar a mi casa, cogí mi cuaderno y escribí en él.
Los impulsos son respuestas automáticas del cuerpo que te llevan a realizar acciones que realmente no esperas hacer. Esos impulsos fueron los que me llevaron a abrazarte el día que salimos. Pero, ahora, esos impulsos me llevaron a cometer la peor acción frente a tus ojos: Golpear a Esteban simplemente por celos. Realmente te amo y no quiero perderte. No sabes cómo me gustaría decirte que no aceptes a Esteban, pero esa es decisión tuya.
Solté el lapicero, leí rápidamente mis palabras y noté que ya no tenía oportunidad. Había caído en un profundo hoyo y todos los problemas que pasaran cerca caían y me aplastaban. Estaba totalmente destruido. Por suerte, mis notas no bajaron, pero si sentí que cada minuto estaba más lejos de Natalia y ella más cerca de Esteban. Ahora, me odio por no haber escuchado a Yazmín. Debí haberle dado el poema a Natalia cuando tuve oportunidad. Soy un completo idiota.
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Cartas de un joven enamorado
Romantik¿Cómo decirle a una chica que estás enamorado de ella sin decírselo? Si bien el habla es una forma práctica de hacer entender lo que sentimos, muchas veces escribirlas es una mejor opción. Joaquín se verá envuelto en una serie de azares para lograr...