No podía creer que sólo faltaba un mes para terminar el año escolar. Sin duda, éste sería uno de los años que no olvidaré, ya que en él conocí a uno de mis mejores amigos, me enamoré de una nueva amiga y entablé una relación con la primera persona que amé. Pero, poniéndome a pensar, aún quedaba en mi mente esa enorme decisión acerca de mis sentimientos. – Necesito tu ayuda, José. – Claro, Joaquín. ¿En qué te puedo ayudar? – Sé que vas a pensar que estoy loco o que estoy haciendo mal, pero no se que decidir. – ¿Es acerca de Jennifer y Natalia? – Estoy enamorado de las dos. Sólo que yo inicié mi relación con Jennifer justo cuando Natalia decide darle una oportunidad a nuestros sentimientos. – Joaquín, como amigo tuyo que soy, déjame decirte que tienes que analizar bien la situación. – No te entiendo. – Mira, déjame decírtelo con una pregunta: ¿Vas a renunciar a Jennifer por estar con Natalia, luego de lo que te costo demostrarle a Jennifer el valor de tu amor? – Gracias a Jennifer supe lo que es estar enamorado, pero lo que siento por Natalia es algo diferente. – En ese caso, Joaquín, la decisión queda en tus manos. Piensa bien lo que vas a decidir y quiénes pueden resultar lastimados. – Bueno, José. Gracias por tu ayuda. – De nada, amigo. – Colgué el teléfono y me eché en mi cama.
Creo que a lo largo de ese año, mi cama ha sido muy tolerante con mis sentimientos: Ha soportado mi amor por Natalia, mi odio por Esteban, mis lágrimas por pensar que iba a perder a Natalia, mi cólera por lo que le hizo Esteban a Natalia, mi amor por Jennifer y, ahora último, la confusión en mi mente a causa de esos dos amores que siento. Cerré los ojos. – Joaquín, sígueme. – Escuchaba la voz de Natalia, pero no la veía. Miraba a todos lados, pero no reconocía un rosto familiar. – Amor, ven conmigo. – Ahora, era la voz de Jennifer, pero no lograba divisarla. De lo único que estaba seguro era que ambas voces provenían del mismo lugar. Caminé por un sendero semi alumbrado y llegue a dónde provenían las voces. El ambiente se aclaró y reconocí fácilmente el lugar en el que me encontraba: Era el balcón donde abracé a Natalia y donde besé a Jennifer. Ambas estaban allí. – Hola, Joaquín. – Hola, Natalia. – Hola, mi amor. – Hola, Jennifer. ¿Qué hacen aquí las dos? – Estábamos hablando de aquellos momentos que compartimos en este lugar. – Como la vez que me abrazaste con tanto cariño y amor. – O como para nuestra cita de aniversario de tres meses nos dimos aquel beso tan apasionado. – Lastima que te haya besado pensando en mí. Recuerda que tú misma lo mencionaste. – Pero, él me besó porque es mi enamorado. No como a ti, que sólo te abrazó por ser su amiga. – Joaquín no sólo me abrazó por ser su amiga. Me abrazó porque el me ama y yo lo amo también. – Creo que te estás equivocando. Noto en cada uno de sus besos su amor por mí. Él solo ve en ti una linda amistad. – El único que puede afirmar eso es Joaquín. Vamos, dinos a quién amas de verdad. – Si, mi amor, dinos hacia quién están dirigidos tus sentimientos. – No sabía que responder. Ambas reconstruyeron en mí el sentimiento del amor, el cual una vez creí haber perdido. Lo que me pedían responder era sumamente difícil. – Soy un idiota. Nunca pensé que mis sentimientos por ti, amor, volverían a surgir luego de pedirte que seas mi enamorada la primera vez. Pero, tampoco pensé que, en un corto lapso de tiempo, pudiera conocer a Natalia y enamorarme de ella. Ambas son muy importantes para mí y aún no puedo decidir. Perdónenme. – Caí de rodillas a causa de la duda y, lentamente, la imagen de las dos se fue alejando de mi vista hasta desaparecer. Me levanté y toqué mi cara; estaba llena de lágrimas. Todo había sido un sueño, el cual me pedía que tome una pronta decisión.
A la semana siguiente, no quise hablar con ninguna de las dos. Quería comprobar a quién estaban dirigidos mis sentimientos. Así que, por una semana, extrañe las bellas palabras de Natalia y los dulces besos de Jennifer. – ¿Así que ese fue tu sueño? – Si, Roxana. – Bueno, Joaquín. No conozco muy bien a Natalia, pero, si realmente te gusta, deberías estar con ella. Más si sabes que tu amor es correspondido. – Pero, ¿qué hay de Jennifer? ¿No crees que le haría daño a ella? – Uhm... En ese caso, tienes que tomar una sabia decisión. Sé cuánto tiempo estuviste enamorado de ella y cuán bien se llevan entre los dos ahora que son enamorados. – Tienes razón. Gracias por tu ayuda. – De nada, Joaquín.
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Cartas de un joven enamorado
Romance¿Cómo decirle a una chica que estás enamorado de ella sin decírselo? Si bien el habla es una forma práctica de hacer entender lo que sentimos, muchas veces escribirlas es una mejor opción. Joaquín se verá envuelto en una serie de azares para lograr...