Cuando Natalia salió de su casa, parecía una princesa salida de un cuento. Llevaba un vestido turquesa largo con corcel recto y aplicaciones bordadas. Además, llevaba unos guantes blancos hasta la muñeca y unos tacos altos color turquesa. – Hola, Joaquín. – Ho... hola, Natalia. Te... te ves hermosa. – Gracias. Tú también te ves apuesto. – Gracias. Bueno, creo que ya nos vamos. José y Yazmín nos deben de estar esperando. – Está bien. Vamos. – Le abrí la puerta a la mamá de Natalia, después subió ella y al final yo. Habremos llegado al local a las 8:10. José y Yazmín estaban en la puerta, esperándonos para entrar los cuatro. Bajamos todos del carro y nuestros padres entraron primero. Yo me quedé con Natalia y fuimos a saludar a nuestros amigos. – Nati, te ves preciosa. – Tú también te ves preciosa, Yazmín. – Hola, Joaquín. – Hola, José. – Casi de inmediato, llegaron Diego y Jenny. Se acercaron a nosotros y nos saludaron. Luego, tomamos a nuestras parejas del brazo y entramos los seis a la enorme sala del local. Nos acercamos a nuestra mesa y tomamos asiento.
La sala principal estaba dividida en dos espacios: uno para los alumnos y otro para los padres. En la parte de los alumnos había seis mesas, cada una para dos parejas. En la primera mesa se encontraban César Navarro y Roxana Torres; y Miguel Silva y Andrea Cárdenas. En la segunda, Héctor Cruz y Mary del Castillo; y Gustavo Cárdenas y Gabriela Soto. En la tercera, Ricardo Espinoza y July Rojas; y Alex Rojas y Estefanía Lozada. En la cuarta, Sandro Castro y Lucía Díaz; y Diego Quiroz y Jenny Alvarado. En la quinta mesa, Julián Álvarez y María Cisneros; y Esteban La Rosa y Ana Cuadros. En la última mesa, estábamos, José Vásquez y Yazmín Gutiérrez; y Natalia Paredes y yo, Joaquín Martínez. – Estamos aquí reunidos para celebrar el término de la vida estudiantil de estos jóvenes, los cuales han logrado grandes expectativas a lo largo de este tiempo. Estoy muy seguro que ellos lograran las metas que ellos se han propuesto ya que cuentan con el apoyo de este centro educativo y del apoyo y amor de ustedes, padres de familia. Quiero pedir un fuerte aplauso para ellos. – Los aplausos comenzaron a retumbar por toda la sala y creo que se podían escuchar hasta el exterior. – Sin nada más que decir, doy inicio a esta ceremonia. – Luego de las palabras de bienvenida del director, nuestro tutor nos indicó que era hora del baile. Todos los hombres nos pusimos de pie y tomamos a nuestras parejas de la mano para llevarlas a la pista. Cuando empezó la canción a ritmo de vals, olvidé quienes estaban alrededor y únicamente sentía que estaba solo con Natalia. – Te ves tan hermosa, Natalia. – Gracias, Joaquín. Tú también te ves apuesto. – Gracias. – ¿Qué tal estuvo la fiesta de promoción de Jennifer? – Estuvo bien. Bailamos, conversamos, reímos... – Y, se besaron. – ¿A qué viene ello? – En ese instante, cambiamos de pareja y me toco bailar con Yazmín. – ¿Qué tanto hablas con Nati? – Me estaba preguntando acerca de la fiesta de promoción de Jennifer. – Ah ya. Ya me contarás que tal estuvo todo. – Seguí bailando con Yazmín, y para la parte final del baile, todos volvimos con nuestras respectivas parejas. Cuando finalizó el baile, todos nos fuimos a sentar a nuestros asientos.
Para terminar la parte de la ceremonia, el director dio unas últimas palabras hacia nosotros y se retiró del local, dejándonos con nuestros padres y nuestro tutor. Finalmente, los alumnos nos dirigimos a un ambiente especial para nosotros para bailar. Allí, nos esperaba un D.J. que comenzó a reproducir música variada, desde salsa hasta baladas.
Como es costumbre, nadie se atrevía a bailar, así que me dirigí hacia la barra y pedí un vaso de limonada. De pronto, José se acercó y pidió un vaso también. – Oye, Joaquín, ¿qué tal te fue ayer? – Bien, José. Todo salió bien. – Que bueno... ¿Así que ya van 5 meses? – Así es. – Y, ¿le diste el poema? – ¿Qué poema? – El que... Un momento. Tú no me pediste el poema para Jennifer por tu aniversario de 5 meses. Tú me lo pediste para dárselo a Natalia esta noche. – Escúchame, José. Sé que en este momento me quieres decir muchas cosas, pero ahora mi mente ya no puede más con este enredo sentimental. Por ello, esta noche le preguntaré a Natalia si quiere ser mi enamorada. – Ay, Joaquín. Haz lo que quieras, amigo. Si te resulta, me cuentas. – José se alejó de la barra y se fue a sentar junto con Yazmín, Daniel, Jenny y Natalia. Bebí el contenido de mi baso y me reuní con ellos. – Bueno, chicos. ¿Qué planes para el próximo año? – Por mi parte, voy a prepararme para postular a la universidad. ¿Tú, Yazmín? – Yo creo que voy a tomar un descanso de los estudios y después me prepararé. – Creo que yo también haré lo mismo. – Ay, Diego. No deberías perder el tiempo. Yo me voy a preparar para postular a Educación. – ¡Qué lindo! Ya te veo dando clases en un buen colegio. Yo me voy a preparar para postular a Ciencias de la Comunicación. – Sé que lo vas a conseguir, Natalia. Yo seguiré estudiando para poder postular por segunda vez a la UNMSM. Y sé que esta vez sí lo voy a lograr. – Sabes que cuentas con nuestro apoyo. – Gracias, Diego. – Oigan. ¿Por qué no dejamos la charla y vamos a bailar? – Cada uno tomó a su pareja y nos dirigimos a la pista de baile.
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Cartas de un joven enamorado
Romance¿Cómo decirle a una chica que estás enamorado de ella sin decírselo? Si bien el habla es una forma práctica de hacer entender lo que sentimos, muchas veces escribirlas es una mejor opción. Joaquín se verá envuelto en una serie de azares para lograr...