12. El Retorno

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   Estuve despierto desde las 5:30 de la mañana. Tal vez me desperté temprano porque era nuestro último día en Cusco. Tomamos nuestro último desayuno juntos y antes de levantarnos de la mesa, nuestro tutor nos felicitó por nuestro comportamiento durante el viaje – Bueno, chicos, espero que durante estos días que han pasado juntos, hayan aprendido a convivir. También espero que la hayan pasado fenomenal y que un poco de esta cultura haya ingresado en ustedes. – Luego de estas palabras, nos dirigimos a los cuartos para acomodar nuestros equipajes. Pero, lo que me sorprendió fue que mi cuaderno de cartas no estaba en mi maleta. Comencé a buscar rápidamente por el cuarto y, al no encontrarlo, lo di por perdido. ¡Qué mal! Toda muestra de lo que sentía por Natalia había desaparecido. Terminé de alistar mis maletas y las dejé al pie del camarote. Luego, salí de la habitación y fui al cuarto de Natalia. Toqué la puerta y Yazmín me abrió. – Hola, Joaquín. Pasa.Gracias.Nati se está bañando y Jenny y yo estamos alistando las maletas.¿Cómo estuvo Natalia anoche?Estaba bien triste. Cuando subió, no paraba de llorar. ¿Sabes lo qué paso?Yo estuve allí cuando eso pasó.¿Y no hiciste nada?Crees que no hice nada. De no ser por mí, Natalia estaría bien ahora, pero su sufrimiento iba a ser peor después.Discúlpame. Verla así me altera. Siento como si lo que le sucede a ella, también me estuviera pasando a mí.No tienes que interiorizar mis problemas, Yazmín. Hola, Joaquín.Pero, soy tu amiga...Ya sé que lo eres. Sólo... no quiero que sufras por mí.Está bien.Gracias, Joaquín, por hacer lo último que te pedí. Me hizo bien sentir la presencia de un amigo durante ese momento.No te preocupes. Cuando gustes. – Estaba por salir de la habitación y Natalia me tomó de la mano. Me dio una cálida mirada y luego se aproximó para darme un beso en la mejilla.

   A las 2, el bus nos estaba esperando para llevarnos al aeropuerto. Para las 4 ya estábamos en el avión directo a Lima. Esta vez, no me senté cerca de Natalia. Me toco sentarme con Sandro y con Diego. Igual que de ida, el viaje de retorno duró una hora y quince minutos. Esta vez, si logré quedarme dormido. Llegamos al aeropuerto a las 6:45 y nuestros padres nos estaban esperando. Me acerqué a los míos y ellos me abrazaron. Creo que es lo más lógico después de no verme por una semana. Antes de que abandonemos el aeropuerto, el director nos reunió y nos dijo que no tendríamos clases hasta el martes. Eso sí que era una buena noticia, mas me hubiera gustado escribir en mi cuaderno lo fabuloso que fue realizar este viaje y todo lo que aprendí en él, así también escribiría lo que sentía por Natalia y que sospechaba acerca de sus sentimientos hacia mí. Luego de recoger nuestras maletas, subimos al bus que habíamos contratado y nos llevó al colegio. Cuando llegamos, llamé a mis amigos y le pedí al director que nos tomara una foto con nuestro tutor. Esa foto la tengo en un cuadro junto a otros recuerdos de mi vida estudiantil.

   Habiéndonos despedido, cada uno se fue para su casa y, así, terminó nuestro viaje de promoción y nuestras vacaciones de medio año.

Cartas de un joven enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora