Cuando desperté, estaba en el cuarto de Jennifer. Ahora que recuerdo, Jennifer le pidió permiso a su papá para que yo pueda dormir con ella. A lo largo de estos 5 meses, esta era la primera vez que sentía tan de cerca el cuerpo de Jennifer. Era muy cálido y suave. – Buenos días, amor. – Hola, Joaquín. ¿Qué tal dormiste? – Muy bien. – Sí que estabas cansado. Ni bien te cambiaste y te echaste en la cama, te quedaste dormido. – Si, fue una noche muy agitada. Además, la pasamos bien. – Gracias, amor, por ser mi pareja de promoción. – Gracias a ti por haberme invitado. – Fue la mejor cita de aniversario que haya tenido. Te amo, Joaquín. – Y yo a ti, Jennifer. – Bueno, será mejor que nos levantemos, ya son las 12 de la tarde. – Está bien. – Jennifer se levantó de la cama y se fue a darse una ducha. Por mi parte, me quedé un rato en la cama. Estaba pensando en la noche anterior y en la noche que venía. Si bien me divertí mucho con Jennifer y sus amigos, sabía muy bien que al estar cerca de Natalia y mis amigos, la iba a pasar de maravilla, más porque Natalia era mi pareja.
Me levanté de la cama y busqué entre mi ropa mi cuaderno de cartas. No sé por qué lo llevé a la fiesta, sabiendo que estaba cerca de Jennifer y que en él estaban escritos mis más profundos sentimientos hacia Natalia. – Amor, ¿aún estás acostado? – No, mi amor. Ya me levanté. Estaba buscando algunas cosas en mi ropa. – Ah ya... Tu billetera y tu celular están en el cajón de mi velador. – Gracias. – Amor, ¿te puedo pedir un favor? – Dime, Jennifer. – ¿Puedes ir a la sala con mi papá? – ¿Por qué, mi amor? – Porque en un rato salgo y no me voy a cambiar delante de ti. – Está bien, Jennifer. – Salí de la habitación y me fui a la sala. El señor Javier no estaba. Tal vez, se había ido a comprar o estaría durmiendo en su cuarto. En ese momento sonó mi celular y era mi madre. Hablé un rato con ella y le dije que me iba a quedar en la casa de Jennifer hasta la hora que ya tenía que ir a mi fiesta de promoción.
Cuando terminé de hablar con mi madre, subí al cuarto de Jennifer y abrí la puerta. No pude creer lo que estaban presenciando mis ojos. – Joaquín, ¿esto es tuyo? – Jennifer ya estaba cambiada y tenía en su mano mi cuaderno con las cartas para Natalia. – Sí... sí es mío. – Descuida, mi amor, no lo he leído. Seguro es algo muy privado para ti. – Me acerqué a ella y la besé. Rodeó mi cuello con sus brazos aún húmedos y el cuaderno cayó sobre la alfombra. – Bueno, amor, estaré abajo con mi papá. – Está bien, mi amor. Yo me daré una ducha, llamaré a mis amigos para coordinar lo de esta noche y después soy todo tuyo hasta la hora que tenga que irme. – Te amo. – Te amo, mi amor. – Jennifer se fue a la sala y yo me quedé solo en la habitación. Me di una ducha, me cambie y llamé a José. – Hola, Joaquín. ¿Listo para esta noche? – No lo sé, José. – ¿De qué hablas? ¿Dónde estás? – Estoy en la casa de Jennifer. – Ya veo por dónde va esto. Ayer fue su fiesta de promoción, ¿cierto? – Si. Y también fue nuestro aniversario de cinco meses. – Joaquín, amigo, yo sólo puedo decirte una cosa: Debes pensar qué vas a ganar y qué vas a perder. Ya te diste cuenta cuanto te ama Jennifer y no sería correcto que termines con ella para estar con Natalia, quien posiblemente te ve como un amigo y nada más. – Creo que ya entendí lo que debo hacer. Nos vemos en la noche, José. – Piénsalo bien, Joaquín. Nos vemos. – Apagué el celular y fui a la sala.
Toda la tarde estuve viendo películas con Jennifer. De cuando en cuando nos besábamos o nos hacíamos caricias. No podía creer que en unas cuantas horas todo esto se podría intensificar o podría desaparecer. – Amor, ya son las 6. Creo que ya debes alistarte para salir. – Tienes razón. Subiré a tu cuarto a cambiarme. – Le di un beso a mi enamorada y subí a su cuarto. Puse mi ropa en su cama y comencé a cambiarme. Cuando sólo me faltaba ponerme el saco, Jennifer entró en la habitación y se sentó en la cama. – Te ves apuesto. – Gracias, amor. – Que tengas una linda noche. – Claro que sí. – Y, por favor, Joaquín, no olvides que te amo. – Esas últimas palabras me dejaron helado. No sabía que responderle, así que solo la tomé de la mano, la acerqué a mí y le di un fuerte abrazo. Ambos bajamos a la sala, me despedí del señor Javier y salí de la casa de mi enamorada en dirección a la mía para ir con mis padres a recoger a Natalia.
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Cartas de un joven enamorado
Romantizm¿Cómo decirle a una chica que estás enamorado de ella sin decírselo? Si bien el habla es una forma práctica de hacer entender lo que sentimos, muchas veces escribirlas es una mejor opción. Joaquín se verá envuelto en una serie de azares para lograr...