10. La Excursión

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   Ya estábamos en el segundo día de nuestro viaje de promoción y debo decir que mucho no pasó en este día. A la hora de levantarnos, tomamos desayuno como el día anterior y después nos encaminamos a un tour por el Valle de los Incas. Primero, visitamos el pueblo de Pisac, donde se realizaba una feria artesanal. Luego, continuamos nuestro recorrido por los pueblos de Ccoya, Lamay, Calca y Urubamba. Lo único que puedo rescatar de este recorrido es que tomé muchas fotos de construcciones antiguas.

   Volvimos al hotel para el almuerzo. Antes de ir al comedor, me fui a dar un duchazo en mi habitación y, nuevamente, encontré a Ana sentada junto a Esteban. Esta vez, estaban conversando. Yo no les hice caso. Agarré mi ropa y me metí a la ducha. Mientras me bañaba, escuché parte de la conversación. – Y, ¿qué piensas hacer con Natalia?Voy hacer que me prometa que cuando le pregunte para ir a la fiesta de promoción, me diga que sí. De esa forma, ya aseguro pareja para ese día.Y, luego, pasas toda la noche conmigo.Eso te lo prometo, cariño. – No podía creer lo que esos dos estaban tramando. Tenía que decirle a Natalia todo lo que sucedía antes de que sea demasiado tarde. Salí del baño y ellos ya no estaban en el cuarto. Agarré mi cámara y mi billetera y me fui a comer.

   Luego de un breve reposo, continuamos nuestra visita y llegamos al Parque Arqueológico de Ollantaytambo. Luego de la explicación del guía, la profesora de Literatura nos narró la historia del Ollantay, antigua representación teatral del tiempo de la Colonia. Para el retorno, pasamos por el pueblo de Chincheros, el cual destaca por su Iglesia Colonial. Ya en el hotel, cenamos y nos fuimos a nuestros cuartos. Cuando estuve en mi cama, agarré mi cuaderno y me puse a escribir.

   No puedo creer lo que está sucediendo. No cabe en mi mente por qué te enamoraste de él sin saber quién era en realidad y cuáles eran sus intensiones. Quisiera olvidar todo lo que vi y lo que escuché. Pero, también, quisiera prevenirte de lo que está por pasar, de lo que te puede llegar a suceder si te enteras acerca de esto. Es por ello que cualquiera de estos días te lo diré. Sólo espero llegar a tiempo.

   Creo que esta fue la primera carta que no tenía sentido para mí. Era muy misteriosa y prácticamente no decía nada. – Oye, ¿qué estás haciendo?Yo... Nada.¿Qué tienes allí, Joaquín?Un cuaderno.Que gracioso. Ya sé que es un cuaderno.Ven conmigo y te lo mostraré.Salí con José de la habitación y fui al cuarto de Diego y Sandro.¿Qué pasa, Joaquín?Llama a Sandro y vengan al lobby. Quiero hablar con ustedes. – Cuando todos estuvimos en el lobby del hotel, puse el cuaderno sobre le mesa de centro y me senté. – ¿Qué es eso?Chicos, el contenido de este cuaderno sólo lo sabe Jenny y yo. Pero, hoy, ustedes también lo sabrán. – Los tres cogieron el cuaderno y lo comenzaron a leer. – Realmente estás enamorado de ella.¿Qué te puedo decir, Sandro?Y si que te afectó lo de Esteban.Fue lo peor que me pasó en la vida, Diego.¿En serio la besaste?Fue algo que yo no esperaba.Y, ¿a qué te refieres con que sabes algo que ella desconoce?Eso es algo que no les puedo decir.Vamos, ¿nos has comentado sobre tu cuaderno y no nos vas a decir sobre esto?Ya déjalo, Sandro. Joaquín debe tener sus motivos. Bueno, mejor nos vamos a dormir antes de que los profesores noten que no estamos en nuestros cuartos.

   Después de volver a nuestras habitaciones, todos estaban durmiendo menos yo, pues aún pensaba en Natalia. ¡Maldición! Esos sentimientos que logré eliminar han vuelto a mi mente. No soporté más e hice todo lo posible por quedarme dormido.

  Al día siguiente, nos levantamos a las 4 de la madrugada, porque a las 5 teníamos que partir a la estación de trenes. Tuvimos que salir bien abrigados porque corría mucho viento y había mucha neblina. A las 5:45, el tren partió de la estación. El viaje duró una hora y 45 minutos. Fue muy emocionante ver cómo salía el Sol y cómo se disipaba la neblina. – No puedo creer que ya vamos a llegar a Machu Picchu, José.Pues créelo, Diego.¿Tú no sientes esa emoción, Joaquín?¿Qué? Disculpa. No te escuché.Olvídalo, Joaquín. – Estaba muy distraído pensando en Natalia. Ella estaba sentada junto a Esteban. No sé de qué hablaban, pero de rato en rato, ella me miraba. Sentía en su mirada una tremenda confusión, como si ella tratara de verme en el rostro de Esteban. Cuando llegamos a la estación de Aguas Calientes, tomamos un bus privado hasta las ruinas. Usamos los andenes como escalinatas para llegar al sector urbano, el cual alberga los mayores centros arquitectónicos de la ciudad inca: El Templo del Sol, el Intiwatana, las Rocas Sagradas, el Templo de las Tres Ventanas, el Mausoleo, etc. Luego de este agotador, pero reconfortante tour, fuimos a Aguas Calientes para degustar un almuerzo americano. Ya comenzando la tarde, retornamos a la estación de trenes rumbo a Ollantaytambo, donde un bus nos esperaba para ir a la Plaza de Armas de Cusco. Y para cerrar la noche, cenamos en el hotel. Ya en mi cuarto, me puse a escribir.

   No puedo creer que tuve que cambiar de ciudad para darme cuenta de que no puedo sacarte de mi mente. También me di cuenta que tu relación con Esteban no está unida por amor y, esta vez, estoy dispuesto a luchar por ti. Pero aún persiste en mi mente una pregunta: ¿Qué sientes tú por mí?

   Cerré mi cuaderno y me asomé a la ventana del hotel. Ver las estrellas a través del cielo cusqueño era un espectáculo mágico. Pero mi mirada se dirigió por un momento a un lado y vi una silueta apoyada en una de las ventanas del hotel: Era Natalia. Traté de pasarle la voz, pero ella no volteó. Me hubiera gustado decirle que tenga dulces sueños, pero no se pudo. Al día siguiente, haríamos nuestro último tour por Cusco.

Cartas de un joven enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora