La primera semana de junio, todo estuvo tranquilo: Hablaba con Natalia., conversaba con ella por el Facebook, por teléfono o por mensajes de textos. Todo era perfecto. Parecía como si ya había olvidado a Esteban. Al menos eso pensé yo. Era sábado por la tarde y me conecté al Facebook. Ella estaba en línea. – Hola, Joaquín, ¿cómo estás? – Hola, Nati. Aquí, pues, descansando. – ¡Qué bueno! – Oye, hiciste las preguntas de Biología. – Vamos, Joaquín. Es sábado. No me preguntes nada del colegio. – Ya, está bien, lo hago después. Y, ¿qué me cuentas? – No sé cómo decírtelo. Mejor, mira mi perfil y, después, hablamos. – Velozmente, abrí el perfil de Natalia y encontré lo peor: Había puesto que tenía una relación con... – Dime que no es cierto. – Claro que es cierto. Ayer me volvió a preguntar para que sea su enamorada y acepté. – Pero, ¿por qué? – No fuiste tú quien me dijo que tomara mi propia decisión. – Si, pero no pensé que lo aceptarías. – ¿Qué te pasa, Joaquín? ¿Me estás ocultando algo? – No le respondí. Apagué la computadora y me eché en mi cama. No podía creer lo que estaba sucediendo. Realmente, la había perdido. Ya no tenía ninguna oportunidad. Agarré mi cuaderno y comencé a escribir las últimas palabras que se me venían a la cabeza.
Sería mentirte decir que estaba listo para esto, pero no es así. Siento un tremendo dolor en el fondo de mí ser y mi corazón está partido en miles de pedazos que mueren en el vacío. Ahora, lo único que me importa es que seas feliz, no importa si es con Esteban o con otra persona, sólo te deseo lo mejor. En cuanto a mí, no sé si sobreviviré. Te has impregnado en mi alma y no te quiero dejar, pero ya no serás para mí. Te amo con todo mí ser y prefiero quedar como amigos a tener que olvidarte.
Quería seguir escribiendo, quería verla en mis palabras, pero ya era inútil. Escucho que mi celular suena y parece que lleva rato así. Es Yazmín. – Joaquín, ¿estás bien? – ¿Por qué preguntas? – Estaba hablando con Natalia y me dijo que te desconectaste sin decirle nada. ¿Pasó algo? – Ella me lo dijo. Me dijo lo de Esteban. – ¿Cómo te sientes? – Estoy... destruido. – Vamos, Joaquín, anímate. No es la única chica en el mundo. – Pero de todo el mundo me enamoré de esa chica. – Y, ahora, ¿qué piensas hacer? – No lo sé. – Por favor, Joaquín, no hagas una locura. – No te preocupes. Estaré bien. – Colgué el celular y, minutos después, volvió a sonar. Esta vez, era José. – Hola, Joaquín, ¿cómo estás? – Estoy hecho polvo. – Amigo, no te agobies tanto. Ya encontrarás a otra chica. – Eso es imposible. Yo la amo a ella y a nadie más. Pero ya nada puedo hacer. – Si lo piensas así, es cosa tuya. – Esta vez no colgué, pero ya no escuchaba la voz de José al otro lado de la línea. Una vez más, me eché en mi cama y cerré mis ojos. Habré estado así por cinco minutos y el celular volvió a sonar. Era Natalia. No contesté. Sentía que si hablaba con ella, le iba a decir mis sentimientos y no quería arruinar su nueva relación. El celular sonó cerca de media hora y yo seguía en mi cama, no podía moverme. Sentía que la tristeza y la soledad me asfixiaban. El timbre del celular paró. Todo quedó en silencio, solo oía el sonido de mi respiración. Era una respiración forzada, parecía como si en cualquier momento iba a morir.
Desperté. Ya había amanecido, estaba todo sudado y con mi ropa del día anterior. Me di un baño y bajé a la sala. Saludé a mis padres, tomé desayuno con ellos y al terminar, salí a caminar. Me sentí bastante calmado cuando llegué al parque. Todo estaba tan tranquilo. Sólo había unos cuantos niños jugando con una pelota. Me acerqué al árbol más frondoso y me eché en el césped. Logré ver un par de aves paseando por las ramas del árbol y, después, cerré mis ojos. Habré estado cerca de cuarenta minutos en el pasto cuando, de pronto, una silueta femenina se aproximó en mi dirección. Por causa del Sol, no pude identificarla. – ¿Puedo sentarme a tu lado? – Cuando se sentó, vi que era Natalia. Su cabello recién lavado olía realmente bien. – ¿Cómo supiste que estaba aquí? – Te llamé y tu hermano contestó. Pregunté por ti y me dijo que estabas en el parque. ¿Quieres que me vaya? – No, quédate, por favor. – ¿Te pasa algo? ¿Tienes algo que decirme? – No sé cómo expresarme, no sé cómo decirte lo que siento. – Sólo dilo, no me ocultes nada, por favor. – Bueno, está bien... Natalia, tú me gustas y, la verdad, sentí que el mundo se destruía cuando me enteré que estabas con Esteban... – Pero, ¿por qué no me dijiste nada antes? – Porque soy un idiota. – No digas eso, tal vez... – Claro que lo soy. Tenía miedo de perder tu amistad, por eso no te dije nada y, ahora, me doy cuenta que no era tan difícil. – Joaquín, realmente me agradas, pero debiste haber hablado antes. Ahora, estoy con Esteban y... – ¿En verdad te gusta Esteban? – ¿De qué hablas? – Puse mi mano junto a su mejilla y me acerqué a ella. – Dime qué sientes por él. – No... sé. Estoy... confundida. Con esto que me has dicho, siento que no debería estar con él, pero, en el fondo, pienso que sí, y... – ¿Qué sientes por mí? – Ella se quedó en silencio. Sabía que mi pregunta fue muy directa, pero quería saber la verdad. Ahora, ella estaba más confundida. La entiendo, yo también estaba así. La tenía frente a mis ojos y no sabía qué hacer.
Una vez más, mis sentimientos se apoderaron de mí. Me acerque lentamente hacia ella, la mire fijamente a los ojos y la besé. Ella se sorprendió, mas no apartó sus labios de los míos. Pero, cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo, me aparté inmediatamente. – Discúlpame... yo... no quise... – Me levanté y me fui corriendo en dirección de mi casa. – ¡Joaquín, espera! – No quise voltear. No sabía si ella se había quedado allí o intento seguirme o se fue a su casa, pero lo que hice era inaceptable: Ella eestaba con Esteban y yo me aproveché de la situación.
Cuando llegué a mi casa, subí a mi cuarto y agarré mi cuaderno para escribir lo que podría ser mi última carta.
Hoy sentí lo que es tocar el cielo, pero al despertar y volver a la realidad, me di cuenta de que fue un error. Te amo con toda mi alma, pero tú ya tienes pareja. Lamento que mis sentimientos me hayan dominado otra vez. No sé si te habrás molestado, pero ahora nuestra amistad ya no será igual.
A la semana siguiente, llegué tarde al colegio. Entré y ella me miró fijamente. Yo la quedé mirando también y, luego, me senté en mi carpeta detrás de ella. Toda la mañana, estuvimos sin hablar. Ninguno de los dos decía nada. De vez en cuando, ella miraba a Esteban y éste le sonreía. No sé si ella lo hacía para olvidar lo sucedido o para hacerme sentir mal.
A la hora de recreo, ella estaba de un lado del patio y yo del otro. Esto le preocupó a Jenny, Yazmín, José y Diego. – Oigan, ¿qué tienen esos dos? – No lo sé, Diego. No creo que la noticia de que Esteban es el enamorado de Natalia haya afectado tanto la amistad entre ellos. – Me preocupa mucho Nati. Ya no hablamos mucho desde su nueva relación. – ¿No le has preguntado nada, Yazmín? – Lo intente, pero no me quiere responder, siempre me dice que es algo sin importancia. – Para que ellos estén así, debe ser algo serio. – Hola, muchachos, ¿han visto a mi amorcito? – Hola, Esteban. Natalia está por allá. – Gracias, Jenny. – Vi como ese sujeto caminaba en dirección de Natalia. De inmediato, le cambió la mirada y él le dio un beso en la mejilla. Sólo veía sus labios moviéndose. No sé por qué los observaba sabiendo que esto me causaba dolor.
No sé cuantos días pasaron para que yo volviera a hablar con Natalia. Creo que fueron seis o siete días, pero no fue lo que esperaba. Estábamos en clase de Relaciones Humanas y teníamos que hacer un trabajo en parejas. Por algún motivo Esteban trabajó con Ana Palomares y no con Natalia. – ¿Puedo trabajar contigo? – Claro. Como gustes. – ¿Cómo has estado? – Bien, todo ha estado bien. – Que bueno. – Bueno, empecemos a trabajar. ¿Cómo responderías la primera pregunta? – Déjame pensar... Creo que el enamoramiento es una etapa donde dos personas expresan sus sentimientos y los aceptan mutuamente. – Fue rara coincidencia que el tema que estábamos trabajando sea el enamoramiento. Su respuesta me sorprendió mucho, por ello, la quedé mirando a los ojos. – ¿Pasa algo? – Nada... Sólo quería ver si realmente sentías lo que decías. – ¿Crees que juego con mis sentimientos? – No, pero estás jugando con los míos. Sabes lo que siento por ti y no puedo creer que coquetees con Esteban frente a mis ojos. – Ella me quedó mirando, no sabía que decirme. Luego de eso, ya no hablamos. Sólo movíamos los lapiceros para resolver las preguntas que había dejado el profesor.
Realmente estaba enfadado con ella y con Esteban. Ya no me reconocía, estaba tirando por la borda todo lo que había conseguido durante este tiempo. No sabía que había pasado conmigo: Por un momento estoy totalmente enamorado de Natalia y, al otro, la tristeza profunda me llevaba a la ira. Para mi mala suerte, mis notas bajaron este mes y eso no era lo que esperaba.
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Cartas de un joven enamorado
Romans¿Cómo decirle a una chica que estás enamorado de ella sin decírselo? Si bien el habla es una forma práctica de hacer entender lo que sentimos, muchas veces escribirlas es una mejor opción. Joaquín se verá envuelto en una serie de azares para lograr...