Capitulo 15

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🌑... La guerra mas absurda, puede dejar grandes consecuencias.  



Circe ingresaba a la habitación donde tenían cautiva a Liz, cada vez que podía ingresaba al lugar y descargaba su veneno sobre aquella loba. La bruja era consciente de que aquella loba tenia un destino en el cual sería más grande que ella. Y eso para aquella avara bruja no estaba permitido, ella quería el poder supremo sobre los hijos de la diosa, ella quería a dos hombres, ella tendría el control de cada ser sobrenatural y de aquellos Alphas de los cuales ella estaba obsesionada.

Circe era una bruja hambrienta de poder, disfrutaba de los placeres más oscuros, ella tenía una mente perversa, hacer daño era uno de los placeres, torturar y esperaba ansiosa el día donde ella pudiera disfrutar del deseo carnal con aquellos dos lobos.

Miro a Liz amarrada de manos y pies, el cabello rojo lo tenía pegado a su rostro y frente, sus labios partidos ante la deshidratación. Y esto solo era obra de Circe, ya que Ethan la había dejado al cuidado de la pequeña mujer, confiando en que estaría privada de su libertad, pero no se le seguiría torturando.

—¡Despierta maldita!— grito a la vez que dejó caer su mano contra la mejilla de la loba. Una sonrisa de superioridad se dibuja en el rostro de la morena, al ver abrir lentamente los ojos de su víctima, ya sin fuerzas. Estaba tan debilitada que aún no comprendía porque seguía con vida.

—¡Muérete bruja de mierda!— siseo Liz.

Circe agarro en puño su rojo cabello, la tomo por el cuello enterrando sus uñas en el delgado cuello.

—¡La que se va a morir serás tu perra!— se aparto de ella, camino hasta la puerta, llamo a uno de los custodias para que desatarán a Liz.

—¡Quiero que la desaten y la amarren al barral e inyectan esto para debilitar a su loba, la quiero con sus manos extendidas y desnuden su torso!— exijo, mientras camino a paso firme, haciendo resonar sus tacos agujas sobre aquel piso de color blanco. Quedó frente a una pequeña mesa donde tenían todos los elementos para torturar y tomo entre sus manos un látigo con pequeños pinches.

Se colocó detrás de Liz, mirando la diminuta espalda, bañada de pecas.

—¡Yo no sé dónde está mi Luna!— susurro, pensando que aún la estaban torturando para sacarle información. La bruja soltó una carcajada y se coloco frente a ella, toma con fuerza el mentón de la lobo y la hizo mirarla a los ojos.

—¡Ya no estás siendo torturada por tu Luna, estás siendo torturada hasta morir porque eres a mi a quien le estorbas!— soltó con brusquedad el rostro, para acto seguido dejar caer un latigazo en el vientre de Liz y luego en su espalda.

Los gritos desgarradores se escuchaban en toda la habitación, el piso blanco se teñía con manchas rojas, la garganta de Liz ardía y las lágrimas mojaban su rostro, sin comprender el porque de su tortura.

—¡Morirás mientras me veas follar a tu compañero!— susurro Cicer en el oído de una débil mujer, que dejó escapar un suspiro de dolor.


***

Una empleada de la mansión Black ingresaba a la habitación donde estaba encerrada Shadai.

La mujer mayor se acerca a la cama dónde estaba la pelirroja.

—Señorita— la llamo mientras tocaba con delicadeza el brazo de Shadai.

Abrió lentamente los ojos y le sonrió a la única persona que era amable con ella en aquel lugar.

—Milena ¿Sucede algo?— le pregunto mientras se sentaba en la cama.

—Nada malo niña, solo debe vestirse y bajar al comedor grande. Son órdenes del Alpha — Shadai la miro con el entrecejo fruncido.

—¿Me dejará salir de aquí?—

— Cenaran con alguien importante— la mujer dejo sobre la cama el vestido azul que tenía entre sus manos y lo dejo sobre la cama — Quiere que lleves esto— sin decir más la mujer salió de la habitación.

Luego de unas horas Shadai bajaba por las escaleras de aquella mansión, con su vestido azul y cabello fuego cayendo por su espalda, sus ojos azules resaltaban con un delineado negro y sus labios en color carmesí. Llegó hasta el comedor y se encontró a Brandon sentado en la cabecera de la mesa, una mujer de cabello castaño y ojos café a su izquierda, ingreso lentamente mirando a las dos personas que se encontraban. No quería pelear, no por ahora.

—¡ Siéntate Shadai!— hablo Brandon señalando a su derecha la silla desocupada, ella camino a paso lento pero firme hasta el lugar, sentándose frente a la mujer que no quitaba sus ojos sobre ella.

—¡Buenas noches!— dijo una vez que tomo asiento. Los empleados comenzaron a servir la cena para los anfitriones.

—¿Hija de quién eres?— pregunto la mujer castaña luego de un largo tiempo de silencio. Shadai la miró y con educación sonrió.

— Soy hija de Dioniso Walton y de Lucila Walton — dijo con orgullo. La mujer castaña que era madre de Brandon, miró inmediatamente a su hijo.

—¡Brandon esto es un error!— susurro la mujer, mirando fijamente al hombre tatuado.

—Claro que no es un error, ella será la Luna de esta manada y nuestro amuleto— elevó la voz, intentando intimidar a su madre. Pero aquella mujer, estaba cansada de vivir perdiendo a seres que amaba, por avaricia, poder o venganza.

La mujer se puso de pie y enfrentó a su hijo.

—¡ Esto está mal! — grito la mujer —Brandon está niña no te pertenece y mucho menos sus poderes— bramo

—¡Me importa un carajo lo que tú o cualquiera piense, ella se quedará aquí y yo me vengare, pero también obtendré todo lo que deseo de ella!— a Shadai se le vino a su mente aquel sueño que había tenido hacía unos días.

—¡Morirás!— grito la madre desesperada porque su hijo entendiera y no cometiera el mismo error de sus antepasados.

— Es una lucha absurda Brandon, para ya— el lobo en un ataque de irá derribo todo lo que había sobre aquella mesa y se fue sobre su madre, sujetándola con fuerza de sus brazos.

— ¡No voy a parar nada y si no te gusta te largas de aquí o morirás si intentas algo contra mi!— Shadai al ver el mal trato que le daba a la mujer, corrió hasta ellos y lanzó sobre el gran hombre una descarga eléctrica sobre su cuerpo, expulsándolo lejos de la mujer, que miraba a su hijo con sus ojos en color verde esmeralda, tenía una lucha con su loba por salir y matar ella misma a su hijo así cortar con aquella guerra.




Shadai Donde viven las historias. Descúbrelo ahora