Capitulo 32

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Había llegado el día de la gran junta, dónde todos los Alphas de aquellas tierras y alrededor se reunirán para llevar a cabo las nuevas alianzas entre las manadas. Aquellos lobos ya no eran enemigos, pero eso no les daba la seguridad que alguna otra especie los quisieran atacar.

En aquella mesa tres Alphas eran los que estaban al mando, porque por aquellos lobos corría sangre de la realeza. Sangre y el legado de sus antepasados, los cuales eran líderes fuertes e importantes.

Ethan los estaba esperando en aquella sala, que se encontraba en el centro de aquel bosque, un templo donde además de hacer sus juntas, los lobos unían sus vidas con sus compañeros. Miraba con insistencia su reloj, estaban a minutos de comenzar todo, pero ni Sam y Brandon llegaban. La actitud de si cuñado le preocupaba, aquel lobo no era el mismo, Brandon desapareció desde el día de la guerra, nadie sabía que sucedía con aquellos hombres.

Los demás Alphas lo miraban esperando ansiosos por el comienzo de aquella reunión. La enorme mesa de madera color caoba, las sillas de la misma madera, altas, con torneados finos, las paredes de un color verde oscuro con blanco y detalles en dorados, el aroma a bosque que ingresaba por las enormes ventanas, se respiraba paz. Paz que fue interrumpida por dos enormes hombres que ingresaban al lugar, con un semblante perturbador.

—¡Buenas tardes!.— hablo Ethan al verlos ingresar y tomar asiento en sus lugares sin dar el saludo. Si algo tenían en común aquellos dos lobos, era su temperamento.

—¡Comencemos con esto de una vez por todas!.— hablo Brandon sin mirar al frente, en la cabeza de aquel hombre solo existía una preocupación, Mizuki.

(****)

ɴᴀʀʀᴀ ᴇᴛʜᴀɴ:

Lograr unir a todos los líderes es una satisfacción enorme para mí, al saber que podremos tener paz y un apoyó incondicional uno con los otros. Firmamos todos el tratado que nos une y así volver a ser como hace tantos siglos atrás.

Nos encontramos Brandon, Sam y yo aún en el salón de juntas. Al ser los Alphas con mayor poder debemos establecer reglas y guardar cada uno de los tratados bajo seguridad.

—¿Brandon qué sucede?.— le pregunto una vez que estamos sin los demás Alphas. Su nerviosismo es palpable, su desinterés ante esto fue notoria durante toda la reunión.

—¡Mizuki desapareció!.— dice al fin, sacando el aire de sus pulmones.

Sam y yo nos miramos, eso es algo que no esperábamos. Al haber destruido a los brujos sentimos paz y que toda amenaza había desaparecido.

—¿Desde cuándo?.— pregunta Sam, mientras sirvo unas copas de licor.

— El mismo día que derrotamos a los brujos.— paso una de mis manos por mi rostro.

—¿Alguna idea de quién pudo ser?— lo veo negar con su cabeza. —¿Algún enemigo que quiera verte caer?.— vuelve a negar.

—¡Mis únicos enemigos eran aquellos hijos de putas de los brujos y ustedes en aquel entonces gracias a la zorra de Cicer!.—

—¡Vampiros!.— grita Sam, mientras golpea la madera de la mesa con la palma de su mano. Niego con mi cabeza.

—Ellos no pueden ser, tenemos un tratado de paz con aquel clan.— veo los ojos del pelirrojo desprender irá.

— No sentí que fuesen vampiros los que atacaron, fue otro ser. Estoy seguro.— analizar la situación de Brandon es agotador al no tener una mínima pista de dónde se puede encontrar su Luna, sabemos que está viva, él lo siente.

Unas horas más tarde después de dejar todo en orden y llegar a un acuerdo con Brandon para encontrar a su Luna, me subo a mi camioneta negra, para ir a mi mansión.

Tengo deseos de ver a mi Luna, de encerrarla en nuestra habitación para follarla hasta saciar mi sed de su cuerpo. Aunque soy consciente de que jamás me saciaré de ella.

Un calor abrumador cubre mi cuerpo, mi polla se endurece de solo imaginar su cuerpo sedoso, con aquellas pecas esparcidas por su piel, su aroma, sus besos y la manera que su interior me recibe a la hora de penetrar su delicioso interior.

Acomodo mi polla, sintiendo el dolor que provoca estar encerrada entre mi bóxer. El calor es más atormentador, siento que el cuerpo me arde, mi frente suda.

Veo la luz de la mansión aparecer en el camino y hago todo el esfuerzo por controlar a mi lobo, queremos tomar a nuestra mujer, queremos follarla y no salir por días de aquella habitación.

Bajo apresurado de la camioneta, caminando a paso rápido, sintiendo mi pene duro. La veo de espaldas en la cocina, su cabello fuego, su culo pomposo siendo apretado por aquellos pantalones hacen que la sangre se sienta como fuego.

—¡Mía!.— rugimos mi lobo y yo, para irnos sobre mi hembra, para llevarla a nuestra habitación. Camino escaleras arribas con ella sobre mi hombro.

—¡Está prohibido interrumpir en mi habitación por una semana!.— grito para que todos escuchen. Voy a comerme a mi mujer.



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