Epílogo

4.2K 323 38
                                    

ᴏᴄʜᴏ ᴀÑᴏꜱ ᴅᴇꜱᴘúᴇꜱ:

El pequeño Aleph corrió por toda la mansión hasta llegar al despacho de su padre, abrió la puerta con fuerza, haciendo que Ethan lo mirara sorprendido. Le vio sus ojos brillar con intensidad, lo cual quería decir que aquel niño estaba enojado.

—¿Qué es lo que te sucede Aleph?.— el niño se sentó en la falda de su padre y le contó el motivo de su enojó, sacándole una sonrisa a su padre a causa de celos de hermano.

— No podemos levantar una guerra, solo porque tú hermana dice estar enamorada. — dijo Ethan. — El amor es algo hermoso hijo, algo que nos hace mejor. Jamás debes permitir que un sentimiento malo apague algo tan bonito como el amor.— el niño hizo una mueva con su rostro, pero acepto aquel consejo de su padre, bajándose para salir corriendo hasta donde estaba su hermana. Al verla llorar, por las palabras hirientes que él pequeño niño le había dicho. El la tomo entre sus brazos y le pidió perdón por haberla lastimado, prometiendo que él siempre la ayudaría a ser feliz.

Ethan y Shadai los miraron con amor y se sentían tranquilos al saber que lo estaban haciendo bien, estaban formando niños con un buen corazón y sabían que en un futuro serían adultos con grandes valores.

El Alpha y la Luna se abrazaron con amor, orgullosos de todo lo que habían logrado, de la paz que reinaba sobre su especie, siendo unidos como nunca antes se había visto.

Dos pequeños bracitos rodearon los cuerpos de Shadai y Ethan, sus niños se unieron a aquella muestra de amor. Tomando como ejemplo cada uno de los actos que sus padres les daban.

(****)

Shadai se subió sobre el cuerpo de su esposo, restregándose sobre el pecho duro de Ethan, el cual la miraba con amor y una pizca de lujuria.

— ¡Lo estamos haciendo bien!.— dijo con satisfacción la mujer mientras sentía en su centro el enorme bulto de su lobo.

—¡ Claro que sí, tal como te lo prometí!.— Ethan aferró sus manos a las caderas de su mujer, sintiendo aquellos movimientos deliciosos que sentía sobre su polla. —¡Ahora, también haré algo que te prometí hacer toda la vida!.— levanto el diminuto camisolín de Shadai, perdiendo sus manos entre el centro de la loba, encontrándola sin sus bragas y ya totalmente húmeda. —Tan mojada y tan rica como siempre.— en un solo movimiento la giró, colocándola sobre el colchón y el sobre su cuerpo.

—¡Hazlo ya!.— exigió Shadai, sintiendo aquel calor tan conocido. El celo había llegado.

Se amaron como ellos lo sabían hacer, con morbo, lujuria y amor. Disfrutando no solo de sus cuerpos, sino de sus almas que habían sido destinadas desde siempre.

Dos lobos en busca de su amor, al fin se habían encontrado, para amarse para toda la vida. Sintiéndose completos y amados como siempre lo habían anhelado. Aprendiendo que los tiempos de la diosa era perfecto y cada situación que vivieron los llevo a encontrarse.



𝙁𝙄𝙉.


Shadai Donde viven las historias. Descúbrelo ahora