Kerim.
El ambiente se tornó sepulcral en la habitación una vez que todos se marcharon. Ariana permanecía recostada en una silla, sus piernas en el aire, balanceándose, incapaz de tocar el suelo con la punta de los pies. Una tensión densa colmaba el espacio, palpable e incómoda, alimentada por la dinámica turbulenta entre nosotros.
Mi comportamiento, lejos de resultar entretenido, había alcanzado un nivel de irritación que incluso a mí me sorprendía. Mi forma de provocarla se había vuelto una rutina, una especie de hábito del que no podía desprenderme. La promesa de detenerme simplemente no tenía cabida en mi mente en esos momentos, y francamente, tampoco tenía intenciones de cumplirla.
Ella estaba allí, en silencio, con la mirada perdida en un horizonte invisible, como si buscara respuestas a cuestiones que ni siquiera había formulado. Un extraño hormigueo recorría mi pecho cada vez que la observaba. Aunque habíamos convenido poner un alto a estas situaciones, tomé la decisión de continuar con mis provocaciones; después de todo, era la única manera de sacarla de su zona de confort. Ignoraba mi presencia, al menos por el momento, pero esa indiferencia era lo que disfrutaba. Me complacía llevarla al límite.
Poco a poco, me acerqué a Ariana, quien seguía inmersa en sus pensamientos.
— Hey pequeña, ¿en qué piensas?—, pregunté con un tono sarcástico. Sus ojos rodaron con fastidio.
— No empieces Kerim—. Replicó con molestia y adicional a esto, soltó un suspiro lleno de frustración.
— Solo era una pregunta inocente. No te enojes, con esa estatura pareces una niña pequeña—. le respondo sin poder evitar reírme. Ariana se pone de pie rápidamente, claramente molesta por mi comentario sobre su altura.
— ¿Sabes qué Kerim? ¡Estoy harta! Dijiste que ibas a parar con esto pero sigues comportándote como un idiota inmaduro. ¡Madura de una vez! —, exclamó furiosa. Yo apenas pude contener una carcajada. Verla enojada era tan fácil, y a la vez tan satisfactorio.
— Tranquila pequeñaja, solo estamos conversando—, respondí con sarcasmo. Ella me fulminó con la mirada y salió de la habitación, cerrando la puerta de manera contundente. Estaba claro que no tenía sentido seguir discutiendo conmigo. Me quedé solo en la habitación, sonriendo satisfecho por haber logrado nuevamente mi objetivo de incomodar a Ariana.
Después de unos minutos de reflexión en solitario, salí tranquilamente. En el pasillo, me encontré con los demás despidiéndose. Me acerqué, intercambié despedidas con cada uno. Charly estrechó mi mano prometiendo vernos al día siguiente. Laura y Lauren se despidieron con cortesía, y Gisselle me dio un beso en la mejilla como despedida.
De reojo, observé a Ariana absorta en su teléfono, intentando evitar mi mirada, así que me aproximé a ella.
— Adiós, niña pequeña—. Susurré antes de retirarme rápidamente, evitando su respuesta.
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CLAROSCURO © 𝙻𝚒𝚋𝚛𝚘 𝟷 『𝙀𝙙𝙞𝙩𝙖𝙣𝙙𝙤』
Romance¿Haz experimentado alguna vez la paradoja de desarrollar afecto hacia alguien a quien inicialmente albergabas aversión? Es un fenómeno intrigante que refleja la complejidad de las relaciones humanas, donde las emociones fluctúan y evolucionan de man...