¿Haz experimentado alguna vez la paradoja de desarrollar afecto hacia alguien a quien inicialmente albergabas aversión? Es un fenómeno intrigante que refleja la complejidad de las relaciones humanas, donde las emociones fluctúan y evolucionan de man...
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‧₊˚✧[Ariana.]✧˚₊‧
En ocasiones, uno no es plenamente consciente de las repercusiones que pueden acarrear las decisiones que tomamos. Y, entre todas las desdichas que podrían acontecer, sin lugar a dudas, lo que está ocurriéndome ahora sería el extraño desenlace de todas aquellas decisiones imprudentes que, por alguna extraña razón, he tomado confiando en que sería una magnífica idea adentrarme en situaciones completamente desconocidas.
El mundo es caótico, las personas cambian de opinión constantemente y, en mi caso, al no tener la suficiente experiencia y también al no haber pensado bien las cosas, tomé una decisión muy a la ligera, no teniendo en cuenta que esto cambiaría mi vida completamente. Me refiero a mis anhelados años de formación universitaria, ahora convertidos en un sombrío averno en el que el estrés, con su crueldad despiadada, se ha convertido en mi fiel compañero en cada paso de mi asfixiante cotidianidad. El lugar que me alberga, forzada por circunstancias ajenas a mi voluntad, no es de mi agrado. Me veo compelida a permanecer en este rincón indeseado, consciente de que mis padres no se mostrarán propicios a concederme los medios para retornar a la tierra que me vio nacer.
Es menester destacar que aquel individuo con quien comparto mi existencia, ya sea mi pareja, mi novio o cualquier otro nombre que se le pueda otorgar, es, en cierta medida, uno de los responsables de la lamentable coyuntura que nos embarga. Ese ser vil y despreciable me trata con absoluto desprecio, sumiéndome en una profundidad de dolor que no tiene límites. Estoy hastiada de todas las adversidades que se suceden sin cesar. Agotada, extenuada, agobiada.
Sé que puede parecer un tópico trillado propio de un adolescente inmerso en el torbellino de sus desequilibrios hormonales, pero, sinceramente, es un auténtico infierno. Solo cuando se experimenta en propia carne se aprecia el verdadero alcance de tan desoladora situación.
Si se me concediera la oportunidad de formular un anhelo y contemplar su plena realización, suspiraría por el regreso a los brazos acogedores de mis entrañables compañeros en el lugar que me vio crecer. Indudablemente, fui presa de una insensatez al emprender la travesía hacia tierras lejanas seducida por una figura humana carente de mérito alguno. Reconozco en retrospectiva que debí meditar con mayor detenimiento. ¿No hubiese sido idílico que mi periplo se limitara a unas breves semanas de andanza solitaria? ¿Lanzarme al extranjero con la intención de estudiar por el mero capricho de mi "media naranja"? Sin duda alguna, considero que la humanidad, en su conjunto, se halla inmersa en una desalentadora insensatez y padece una dolorosa disfunción mental. En vez de evolucionar con plena consciencia de su realidad, los individuos, igual que yo, perpetran elecciones funestas y carentes de cordura.
En ocasiones, no albergo un constante sentimiento de orgullo hacia mis acciones, de manera que no resulta sorprendente que en estos momentos me embargue una desoladora sensación de desdicha y pesar.
Hace dos semanas que mis pies se adentraron en territorios inexplorados, y en paralelo, el lapso de tiempo transcurrido desde el comienzo de mis lecciones ha sido idéntico. Sinceramente, he contemplado la posibilidad de poner fin a mi existencia siguiendo el sombrío sendero trazado por Kurt Cobain.
