Forever us || Adrinette +18

Epílogo (parte 1)

4 años después.

Septiembre.

Adrien

Una hora, sólo una hora más y volvería a tener a mi mujer en mis brazos, sintiendo la suavidad de su piel, su dulce boca, el exquisito aroma en su cabello.

Echaba de menos a Marinette y la espera se me estaba haciendo sumamente eterna.

Ni puta idea de cómo funcionaban los aviones, pero ¿podían acelerar el trámite de traer finalmente a mi bonita?

—¡Auch!

—Joder, lo siento princesa —sentí mi propio cuero cabelludo doler al darme cuenta de que estaba lastimando a mi hija al peinarla—. Me he quedado pensando en tonterías, no ha sido a propósito, no quería lastimarte...

—Mamá no me lastima.

«Auch, eso definitivamente me dolió a mi»

Y el dolor pasó inmediatamente a mi corazón al escucharla y más aún al ver cómo se cruzaba de brazos y me miraba enojada a través del espejo.

Apoyé su cepillo para el cabello en la mesa de su pequeño tocador para luego inclinarme y mirarla.

—¿Puedes perdonar a papá? —busqué su mirada que se hallaba esquiva mientras su nariz se arrugaba al igual que la de su mamá—. Me gusta peinar tu largo y precioso cabello de princesa, es igual de hermoso que el de tu mamá ¿lo sabías?

—Lo sé, mamá y yo tenemos el mismo cabello —expresó sin un gramo de humildad esbozando una sonrisa de suficiencia igual que la de Marinette—. Y tú tienes el mismo cabello que Hugo.

—No, Hugo tiene el mismo cabello que yo —sonreí molestándola a propósito al ver cómo sus ojitos se perdían pensando en mi frase.

—¿Papi?

—Dime cariño.

—¿Sabías que igual te amo mucho? —preguntó cabizbaja, al tiempo que alzaba sus azulados ojos sin mover la cabeza.

—Mmm no lo sé, ¿tú me amas mucho mucho?

—Te amo mucho mucho —apretó mis mejillas con sus pequeñas y suaves manos—, sólo me enfadé un poquito cuando hiciste doler mi cabello de princesa, pero no es porque no te ame.

—Prometo tener más cuidado la próxima ¿sí? No quiero que dejes de amarme.

Mi pequeña asintió con su cabeza para luego esbozar una tierna sonrisa y comenzar a reír en cuanto comencé a jugar con que comería sus manos.

La sostuve finalmente en mis brazos para alzarla y llevarla escaleras abajo para preparar su desayuno y el de su hermano.

Adoraba esta etapa evolutiva de ambos, no era nada aburrido compartir con ellos porque siempre había un ida y vuelta en nuestras conversaciones. Emma había cumplido cinco años en Junio y mi pequeño gigante cumpliría siete años en Octubre.

Me resultaba totalmente increíble el paso del tiempo, al mismo tiempo que me asustaba porque implicaba cambios, nuevos desafíos. No solamente mis hijos habían crecido en un abrir y cerrar de ojos, sino que nosotros también.

No había día en el que no me despertara y agradeciera por nuestra preciosa y duradera relación.

Este año se habían cumplido diez años desde que habíamos comenzado esa locura de vernos a escondidas y, muy especialmente, tenía en cuenta esos seis años en el que ambos prometimos amarnos para siempre.

—Buenos días minibug —saludé acercándome a mi niño que se encontraba entretenido dibujando, con unos pastelitos aguardando a ser comidos.

—Papá —suspiró pesadamente dejando su tarea—, tenemos que hablar.