« III »

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Marinette

La calidez de los rayos de sol propios del invierno colándose por mi ventana y la exquisita sensación de unos besos en mi nuca y parte de mi cuello me fueron despertando poco a poco.

Sonreí en el momento en que sentí la manera en que Adrien apartó unos rebeldes mechones de mi rostro para plantar con dulzura un beso en mi mejilla.

—Despierta princesa, te he traído el desayuno.

Me removí restregando mi rostro en la almohada sin muchas ganas de despertar aún.

—Unos minutos más —me quejé ahogando un bostezo.

—Nena, creí que tendrías que ir a la biblioteca temprano.

Jadeé al darme cuenta de ello abriendo desmesuradamente mis ojos y girando en mi lugar topándome con mi rubio con su sonrisa brillante.

—¿Q-qué hora es?

Adrien rio acomodando mis mechones detrás de mis orejas con delicadeza.

—Tranquila, aún tienes tiempo pero quería que desayunaras en armonía y sin estar a las apuradas.

Respiré con normalidad tomando asiento en el colchón comenzando a estirar mis extremidades para luego restregar mis párpados y adaptarme a la claridad.

—Me has traído el desayuno —murmuré con una sonrisa tonta visualizando una bandeja con dos tazas de café con leche, unas tostadas con mermeladas de frambuesa y fruta picada.

—Buenos días mi amor —se acercó para plantar un largo beso en mis labios que me hizo suspirar.

—Buenos días a ti también, lamento haberme dormido tan rápido.

—Descuida —se acomodó en su lugar tomando una tostada para llevarla a mi boca—, el viaje ha sido largo y tal vez no fue buena idea que planeáramos una mini fiesta de bienvenida para ti.

Mordí deleitándome con el sabor para luego masticar y tragar.

—Ha sido un bonito detalle, algo me dice que tú estabas en contra de ello.

—Pues no te equivocas —degustó un sorbo de su café caliente—, Alix y tu madre insistieron en que sería genial ver tu cara de sorpresa, además de que llevaban tiempo extrañándote.

—Pudiste haberme puesto un freno para no soltar lo del auto.

—No creí que tu último sermón fuera el mismo que me dijiste cuando ingresamos el auto a la cochera.

Me sonrojé inevitablemente detrás de mi taza al caer en la cuenta de que podía ser exagerada a la hora de expresar los regaños.

—Por suerte no fui tan explícita —sonreí apenas bebiendo mi café.

—Y agradezco ello, creo que tu padre me hubiera colgado de las pelotas.

Reímos al unísono continuando con nuestro desayuno.

—Debo decirte algo...

Adrien soltó repentinamente dicha oración como si no hubiera procesado previamente sus palabras mientras lo observaba tragar grueso. La tostada que llevaba a mi boca quedó a medio camino mientras sentía como el corazón me palpitaba de manera acelerada.

—¿E-es algo malo?

—Es depende con el lente con el que lo mires —rascó su nuca en un gesto nervioso.

Apoyé de nueva cuenta la tostada en la bandeja procediendo a formular una oración que nunca creí utilizar.

—Joder, no puede ser —susurré abriendo grandes mis ojos—. Entonces sí me has montado los cuernos estos meses ¿verdad?

Forever us || Adrinette +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora