« IX »

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Marinette

Las situaciones vergonzosas eran parte de mi vida definitivamente, pero ¿una vivencia como esta?

No. Nunca. Jamás.

—Marinette —susurró insistiendo el rubio apenado.

Luego de que Emilie terminara de humillarme de todas las formas posibles y no, no necesitó insultarme claro está, ella decidió ceder en no insistir con comprarme un boleto de vuelta y retirarse del lugar advirtiendo a Adrien que luego hablarían de ello.

Al dejarnos solos mi mente no paró de imaginar millones de maneras en cómo asesinar a mi querido novio.

—Bugi...

—No me hables —solté enfadada por lo bajo sin querer llamar la atención del taxista.

—¿Puedes siquiera mirarme? —posó su mano en mi muslo buscando mi mirada.

Luego que discutir acaloradamente y llamar la atención de varios turistas decidimos calmarnos y montarnos en el primer taxi que frenó.

—¿Para qué? —giré mi cuello para encararlo encontrándome con sus gestos faciales cargados de remordimiento—. Porque mira que no quiero provocar que el taxista me haga volver al aeropuerto para coger un vuelo a casa —eché rápidamente una mirada a este visualizando cómo esquivaba mi mirada ante la incomodidad—. O tal vez sí prefiera eso porque claramente no soy bienvenida.

—No es así, déjame que te explique...

—Déjalo —quité su mano sintiendo cómo esta ofrecía resistencia por lo que terminé suspirando por el cansancio—. Sé bien que tu madre me odia, no necesitas explicar lo evidente.

—Ella no te o... —alcé una ceja ante el descaro que tenía de refutar lo que resultaba evidente, por lo que el rubio cambió su frase—. Sí, tal vez te mentí con respecto a este viaje pero tampoco quería viajar solo —acercó su cuerpo al mío tomando mis manos tensas entre las suyas que buscaban el efecto contrario—. No me gusta que no inviten a mi novia, no —corrigió sus palabras—, mi prometida y futura esposa —apreté mis labios sin querer ceder rápidamente con una estúpida sonrisa—, no cuando eres una persona importante para mi.

—Eso no arregla las cosas Adrien —murmuré sintiendo cómo mi cuerpo pedía una cama y muchas almohadas para dormir con mi rostro enterrado en ellas.

El estrés que venía acumulando por esta estúpida situación, las descomposturas y el reciente encuentro con mi amarga suegra no había provocado más que generarme cansancio físico como mental.

Había hecho todo lo posible por organizar este evento para que terminara siendo en vano.

—Prometo que arreglaré las cosas.

—No puedes arreglar algo que no tiene motivación para ceder —resoplé con molestia—. Entiendo que existen celos normales de las madres para con sus hijos pero me ha hecho pasar la peor vergüenza de mi vida y mira que soy una persona con un imán para ellas, pero no a este nivel.

—Cederá, ya verás que te amará tanto como yo te amo a ti —acercó su rostro a un costado del mío para frotar su nariz generándome cosquillas—. ¿Puedes perdonar a este gato?

—Al gato le gusta meter la pata —desvié la mirada pretendiendo que no me afectara su cercanía.

—Al gato le gusta estar bien con su minina, por favor...

Respiré hondo para luego quedarme en silencio.

Aún me sentía un tanto dolida, no era solamente el desprecio de alguien importante para mi chico sino también que este me había vuelto a ocultar información como en esa ocasión que me ocultó lo de Lila por meses.

Forever us || Adrinette +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora