« XI »

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Marinette

—No me jodas ¿la vieja fue capaz de hacerte eso?

Desesperada intenté cubrir la bocota de Alix al gritar a los cuatro vientos lo que acababa de contarle con respecto al viaje.

Intenté no darle entidad al asunto junto a Adrien el resto de nuestra estadía en Inglaterra, aún así me volvía a encabronar cada vez que tenía flashes del momento en que Emilie prácticamente me echaba del aeropuerto.

Definitivamente iba a poner un parate en mi empeño por querer establecer buenas relaciones con mis suegros y más al haberme enterado de su sucio pacto para cobrar una gran fortuna de la pobre abuelita.

«Ni has conocido a la vieja y crees que es una ¿santa?»

Quería hacerlo, además se me dificultaba un poco creer que una persona de la tercera edad podía tener el mismo nivel de maldad que una señora. Aunque, según como la había descrito el rubio, ella parecía no tener ni un poco de noción de la realidad.

Ahora podía comprender el motivo de sus padres por actuar lo mejor posible un perfecto matrimonio como una de las últimas imágenes para la abuela Graham.

—Baja la voz joder —pedí en un susurro mirando hacia la puerta de mi despacho—. No quiero que Adrien piense que me gusta hablar mal de su familia.

—Pero es lo que estamos haciendo.

—No con esa intención —remarqué llevando mi pasos hacia la puerta para apoyar mis manos en el marco e inclinar mi cuerpo hacia adelante para comprobar que nadie estuviera oyendo.

—Oh vamos, su madre fue completamente una arpía desde que pisaron el otro lado del planeta.

Me giré adoptando una expresión de confusión al oírla.

—Sí, sabes que Inglaterra es nuestro país vecino ¿verdad?

—Pff —se despatarró en su silla fingiendo tenerlas todas consigo—. Igual que New York.

—New York sí queda del otro lado del planeta ¿por qué crees que con Adrien tuvimos una pequeña crisis de pareja?

—Porque New York es el país que nunca duerme y tú claramente podías aventurarte en distintos bares, duh —soltó como si fuera lo más obvio y correcto.

Fui a corregirla pero unos pasos alertaron mis sentidos, provocando que volviera al girarme encontrándome con mi dulce novio y un gran ramo de flores en sus manos.

—¿Interrumpo algo? —golpeó con sus nudillos aunque me viera con sus ojos clavados en él.

—Sólo nos quejábamos de...

—¡Los clientes pesados! —me apresuré a contestar esbozando una sonrisa fingida para luego adoptar una postura más relajada—. Ya sabes, algunos creen que se encuentran en una especie de burdel y puede llegar a pensar que ofrecemos otros servicios...

—¿Es que ha habido alguno esta noche? —giró a medias su torso con intenciones de dirigirse al bar.

—¡N-no! —sostuve fuertemente su antebrazo captando su confundida mirada—. Me refiero a que son quejas un tanto viejas, nada de qué preocuparse —aclaré mis garganta fijando mis orbes en las flores—. Esto... ¿me has traído flores?

—Eso he hecho —sonrió entregándome el ramo en donde lucían flores de diversos colores con total vida—. Lamentablemente no son como las que has visto en Inglaterra pero estas se asemejan bastante.

—Descuida, creo que tiene otro recuerdo más relevante de ese país —soltó con cierta broma la pelirosado borrando su sonrisa en cuanto la fulminé con mi mirada—. ¿Qué?

Forever us || Adrinette +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora